OPINIóN › PANORAMA POLITICO
› Por Pablo Feldman
El Jefe de Gabinete de Ministros del Presidente Néstor Kirchner consiguió lo que hasta ahora nadie había podido dentro del Partido Socialista. Las declaraciones de Alberto Fernández motivaron a la dirigencia del PS a "cerrar filas" y tomar distancia de la particular visión acerca de la "pluralidad" que tiene el principal operador de la Casa Rosada. Al rechazo por unanimidad del cargo ofrecido a Héctor Polino, siguió una retahíla de respuestas desde diferentes niveles partidarios que revitalizaron a la fuerza, últimamente aletargada por las limitaciones de la mayoría de sus legisladores y por los cálculos políticos de los referentes electorales --Hermes Binner y Miguel Lifschitz--.
La pregunta que cabe hacerse en este punto es si la negativa del socialismo de "prestarle" al gobierno a Polino, justifica semejante reacción de Fernández, que no sólo se expuso a la diatriba socialista sino que enajenó un vínculo cordial entre el gobierno y las principales figuras del PS.
En el gobierno se manejan encuestas en las que la perspectiva electoral en Santa Fe para los comicios del año que viene, es más adversa de lo que fue la elección parlamentaria del año pasado, cuando Hermes Binner superó por 10 puntos a Agustín Rossi. Con los mismos protagonistas en las encuestas, la brecha en favor del socialista supera los 15 puntos, y si se reemplaza al "Chivo" por Carlos Reutemann los números varían muy poco.
Frente a esto, el kirchnerismo no tiene opciones alentadoras, pero sí alternativas con diferentes costos políticos.
Están los que creen que "hay que hacer jugar al Lole" no ya como figura electoralmente atractiva, sino como un eventual "mariscal de la derrota".
"Si gana Reutemann es un triunfo peronista, y si pierde el costo va principalmente a su cuenta, ni siquiera le van a poder reprochar a Jorge Obeid por su gobierno", dicen cerca del ex-piloto con un dejo de amargura.
Pensar en Reutemann candidato el día de hoy es casi imposible. No se lo ve ni siquiera por los lugares que solía frecuentar. Se mudó al campo en LLambí Campbel -allí vota-, entra y sale del Senado sin hablar prácticamente con nadie, no concede entrevistas, no asiste a actos políticos, no recorre la provincia y no tiene apariciones públicas. La última foto del Lole fue tomada en la Casa Rosada, junto a Kirchner el día que defenestraron a María del Carmen Alarcón el mes pasado, y no se trata ciertamente de una imagen "ganadora". Pero aún así, nadie se atreve a decir definitivamente que el ex-piloto de Fórmula Uno marchará a cuarteles de invierno.
En tanto, Alberto Fernández continúa diciéndole a Rossi "vos seguí armando, sin Reutemann". Pero a la vez ensaya operaciones de baja intensidad para acercarse a los socialistas, en una actitud contradictoria que parece incorporada a su práctica política.
Sin llegar al extremo de reflotar la "transversalidad", el gobierno que ya sabe que el socialismo no "irá al pie" tal vez se conformaría con que alguno de los candidatos a diputado comulgue con sus ideas.
De hecho esto ocurre en el gobierno de Miguel Lifschitz, si bien con un perfil bajo, tanto Oscar Madoery como Juan José Gianni son peronistas que militaron durante décadas y en el caso del Subsecretario de Cultura es conocida su participación en el acto del 25 de mayo que organizó el kirchnerismo.
Pero esto no sería suficiente, las pretensiones van más allá y se imaginan un distanciamiento de la UCR cosa que parece poco probable. Sobre todo ahora que el ARI ya está prácticamente dentro del Frente Progresista, sin haber desalojado al radicalismo.
Es evidente que la iniciativa política en Santa Fe está en manos de la oposición, y si bien la imagen del gobierno de Jorge Obeid ha mejorado considerablemente, y la del gobierno nacional sigue por encimas de los 55 puntos, cuando se trata del futuro gobernador esas proporciones se mantienen o crecen en favor de Hermes Binner.
Si bien falta más de un año, los comicios de la provincia tienen un valor especial: Probablemente sean los primeros antes de que Néstor Kirchner vaya por su reelección. Y el hecho de que sean desdoblados provocan de todo menos indiferencia.
Están los que le dicen al presidente que "no se puede perder Santa Fe un par de meses antes de la presidencial". También los que sostienen lo contrario; "no pasa nada si gana Binner, el problema sería que creciera la derecha". Y están los santafesinos, entre ellos seguramente Rossi que querrían convencer a "K" que "si viene y juega se puede revertir el escenario y ganar la provincia".
El dato novedoso de la semana lo dió el lanzamiento de Roberto Lavagna, que si bien no ha formalizado su candidatura, se comporta como si lo hubiera hecho. Frente a ésto los socialistas -que consideran a Lavagna un moderado- no se han sumado a la euforia alfonsinista que proclamó al candidato del "centro-izquierda". Lejos de eso, y si pudieran dejarse de lado las querellas personales, el socialismo estaría hoy más cerca que nunca de la candidatura de Elisa Carrió, salvo que el senador Rubén Giustiniani quiera batir su propio récord y sacar menos votos que el raquítico 2% de 2003 cuando integró la fórmula presidencial.
Para entonces ya habrán pasado las elecciones provinciales, y si todo va como esperan en la provincia, la proyección del socialismo en el plano nacional podría favorecer las chances de la candidata opositora con mejores perspectivas. Esto lo saben todos: Binner, Carrió, Lifschitz, Giustiniani, y también Kirchner y Alberto Fernández. Aunque sean estos últimos los únicos que por ahora actúan en consecuencia.
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