OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Aunque la lectura del resultado electoral haya quedado opacada por la tragedia, es importante analizar lo que dejaron las PASO: mensajes para los distintos oficialismos, tanto nacional como municipal y la delicada situación del peronismo santafesino.
› Por Leo Ricciardino
Hasta los análisis de estas inusuales elecciones primarias quedaron postergados por los sentimientos, la solidaridad y el compromiso que envolvió -y aún lo hace- a Rosario frente a su peor tragedia. Pero los fríos resultados merecen por lo menos una mirada aunque más no sea de soslayo, para comprender lo que pasa, en este caso, en la provincia de Santa Fe y en la ciudad de Rosario. En estas PASO en las que en general pareciera que no hubo vencedores ni vencidos, hubo en realidad mensajes en varias direcciones como para morigerar los festejos que se apuraron en varios distritos.
Comparando lo que pasó a nivel nacional con la ciudad de Rosario, se puede hallar incluso un paralelismo. Si desde la oposición se apunta a que casi el 70 por ciento de los electores optó por candidatos que no fueron del Frente para la Victoria; la misma proporción puede observarse en la ciudad. Casi un idéntico porcentaje no votó por un candidato oficialista. Pero también hay que decir, como a nivel nacional, que la lista que encabezó el ministro Miguel Cappiello se convirtió claramente en la primera minoría en la ciudad, lo mismo el kirchnerismo a nivel nacional.
La intendenta Mónica Fein había sacado el 54 por ciento de los sufragios, lo mismo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, no es posible endilgarles a ambas la pérdida de casi la mitad de esos votos en estos comicios de agosto. Son muchos los factores a valorar y el primero de ellos es que se trató apenas de una interna abierta, ni siquiera de una elección definitiva como será la de octubre aunque, claro está, la tendencia marcada tiene una escasa volatilidad de votos por lo que lo único que pueden avizorar los consultores es que habrá un moderado crecimiento de los candidatos en general, pero sin grandes modificaciones en cuanto a porcentajes.
El otro aspecto central es que se trata de una elección legislativa donde siempre se registran niveles de dispersión del voto muy superiores a cuando las legislativas van pegadas con una elección en la que hay cargos ejecutivos en disputa.
Para destacar además en la comparación con el orden nacional están las cantidades. La mayor parte de los candidatos han perdido sufragios respecto de sus performances inmediatamente anteriores. Son muy pocas las excepciones y lo mismo sucedió en Rosario para la categoría de concejales.
Siguiendo con los paralelismos, si gran parte del electorado decidió "castigar" al gobierno por cuestiones económicas como el control sobre el dólar, la inflación y el impuesto a las ganancias para los trabajadores de más altos ingresos; difícilmente ese "castigo" sea muy efectivo porque en realidad y mirando lo votos de todos los demás, no pueden notarse grandes premios. Igual que en Rosario, si los más de 20 puntos que perdió el socialismo respecto de la elección anterior se referencian en una dura advertencia para la gestión de la intendenta Fein, es claro que no premió demasiado a otros candidatos. No por lo menos al nivel de esa cantidad de votos que se fueron de las filas del socialismo. Hay que ver que a nivel nacional el Frente Progresista salió de festejo con 15 puntos obtenidos y el radicalismo lo hizo con 8.
Todos estos señalamientos no intentan y no podrían, por supuesto, ocultar los problemas que tienen los oficialismos a nivel nacional y también en la ciudad de Rosario. Hay por un lado años de desgaste en admnistraciones que mantienen el mismo color político, pero no se advierte el escenario del cambio profundo en el horizonte. Es decir, es tan difícil ver que puede llegar a haber un cambio de partido gobernante a nivel local para el 2015, como divisar ese cambio a nivel nacional para la misma fecha. Los deseos son otra cosa, la realidad termina por mandar siempre en la política.
Volviendo a los votos perdidos. Hermes Binner fue el gran triunfador de la jornada el 11 de agosto, pero estuvo lejos de la performance esperada. Perdió muchos votos comparando con sus anteriores resultados. Miguel Del Sel volvió a sorprender a los encuestadores que no pudieron detectar su segundo puesto aventajando a Jorge Obeid. Acá hay un poco de falta de eficacia en el trabajo de los consultores combinado, evidentemente, con un voto "vergonzante" que prefiere no comentar públicamente su opción política. Igual, el caso es que también el cómico perdió miles y miles de sufragios en el territorio santafesino.
¿Estas sumas y restas morigeran el impacto del resultado que obtuvo el peronismo? Para nada. El peronismo santafesino perdió en los 19 departamentos provinciales y perforó su piso histórico de sufragios. Pero nótese que se habla del peronismo en su conjunto y no sólo del candidato Obeid. Hoy por hoy hay mucho dirigente del PJ tentado de colgarle el pesado collar de la derrota al cuello de Obeid. Sería lo más fácil, pero estaría lejos de la realidad. Lo real es que el PJ santafesino en su conjunto atraviesa una crisis tan profunda que va mucho más allá de kirchneristas o antikirchneristas. Esa antinomina ya fue superada en el intento frustrado del inexistente Peronismo Federal, por eso muchos dirigentes salieron disparados directamente a los bancos de suplentes del PRO para esconder su pejotismo y tener alguna chance. No les fue demasiado bien y algunos hasta hubieran tenido mejor oportunidad yendo solos con su sello histórico.
El caso es que el peronismo santafesino no encuentra a su gran elector, no tiene el liderazgo que siempre necesitó ese partido y, encima, ha perdido hasta su discurso de barricada, barrial, territorial y culturalmente popular. Hoy no hay en Santa Fe un candidato peronista que le hable al electorado peronista como otro peronista. El contundente relato kirchnerista -que es el sello del peronismo de los últimos años- nunca hizo pie en la provincia más allá de la suerte electoral de Agustín Rossi que hoy estará diciendo "vieron que no era sólo yo". Y es cierto, no eran ni Rossi, ni la presidenta que obtuvo en su momento casi 20 puntos más en la provincia que esta última lista de candidatos a diputados nacionales. Es el peronismo en su conjunto el que no advirtió el cambio político-cultural que tuvo que operar en el electorado santafesino para que llegue a gobernar el socialismo en 2007. Que no advirtió tampoco que su mejor opción era desde el inicio el proceso nacional que lideró Néstor Kirchner. Se hamacó demasiado y en ese bamboleo perdió contornos, nitidez y hasta dirigentes que hayan podido cultivar un perfil propio. Carlos Reutemann se rindió sin pelear ante el kirchnerismo al que no entendía ni compartía; y Obeid lo encaró tarde y terminó coptado. Ni siquiera el radicalismo hoy tiene en Santa Fe las urgencias que demuestra el PJ. Será una difícil tarea la de reunir la tropa de cara al 2015 para encontrar un candidato a gobernador con posibilidades reales.
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