OPINIóN
› Por Marianela Scocco
Vivo en un país donde una dictadura militar hace 38 años devastó el país para reestructurar el ordenamiento económico, social y político vigente en las últimas décadas. Vivo en un país donde sus militares, en lugar de defenderlo, asesinaron y desaparecieron a 30.000 compañeros que querían uno distinto. Vivo en ese país y a veces me avergüenzo. Pero también vivo en un país donde las madres y los familiares de esos compañeros desaparecidos no han hecho más que pedir justicia, en estos 38 años. Donde desde el principio y aún contra la más cruenta dictadura recorrieron los lugares que hasta hacía poco eran los que debían defendernos y cuidarnos pero que el terrorismo de Estado se había apropiado para la represión, los mismos lugares donde fueron a preguntar por sus seres queridos eran usados para el alojamiento de los detenidosdesaparecidos. Sin embargo, nunca dejaron de insistir. Y con eso consiguieron alarmar al mundo, apaciguar la represión, aplacar las represalias, derrotar, poco a poco, a la dictadura. Después vino la justicia de la democracia que otra vez, les falló y garantizó el manto de impunidad sobre los represores. Todos ya saben de qué hablo, obediencia debida, punto final e indultos. Qué hicieron los familiares, los compañeros, las Madres? Siguieron marchando? Vivo en el mismo país que las Madres de Plaza de Mayo. Lo escribo y me estremezco todavía. Y hasta hace pocos días, estaba orgullosa de mi país, entre otras cosas y en primer lugar, por las queridas Madres. Que dieron ejemplo de lucha y dignidad, que nunca, que jamás, hicieron justicia por mano propia. Estaba orgullosa por los compañeros, que soportaron torturas atroces, vivieron la perdida de tantos compañeros y lo único que hicieron fue seguir luchando, testimoniando en cuanto juicio fuera necesario, por ellos y por los 30.000 que ya no están, pero nunca, jamás se les ocurrió salir a buscar a los responsables, represores, asesinos, cobardes y genocidas. No. Pasaron años de impunidad, durísimos años de impunidad y sin embargo, esperaron, simplemente esperaron, en que algún día la lucha daría sus resultados y lo dio.
Pero también vivo en un país donde hace pocos días mataron a un pibe "por justicia", dicen. Porque intentó robar. La verdad, me sabrán disculpar, pero no lo entiendo. No lo entiendo, me duele y me avergüenzo. Qué clase de persona se cree con poder de decidir que es la justicia? Qué clase de sociedad justifica un asesinato, una muerte de un pibe, del que sea, pibe al fin? Quizá la misma sociedad que avaló el genocidio. O por lo menos lo permitió. O por lo menos calló, o miró para otro lado? La misma sociedad del "algo habrán hecho", los desaparecidos o los pibes chorros. Entonces lo merecen. O por lo menos es justificable, o entendible quizá... Y saben qué... Me avergüenzo, y ya no quiero, realmente no quiero ser parte de esta sociedad. Dirán todo lo que ya he sobreescuchado todos estos días. Todos estamos de acuerdo con la ausencia del Estado en la garantía de seguridad a los ciudadanos como de educación, salud y trabajo a los pibes chorros (porque parece que ellos no son ciudadanos). Pero ese no es el problema, o sí, pero no nos estamos dando cuenta. Porque si no saldríamos a luchar contra el Estado. Pero no. Linchamos a un pibe chorro. Y entonces el problema es esta sociedad. La misma que en la dictadura avaló el genocidio. Perdóneme pero hoy me avergüenzo.
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