OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Falta aún para la segunda mitad del año, cuando empezarán a tomarse las decisiones importantes de cara al 2015. Pero nadie deja de observar los escenarios con la cautela que los mismos requieren. ¿Cuánto influirá para el gobierno provincial el narcotráfico y la inseguridad?, ¿qué peso tendrán las elecciones nacionales en la provincia?, ¿qué estrategia pensará el peronismo para no seguir retrocediendo en el territorio?
› Por Leo Ricciardino
"Después del Mundial hablamos". La frase va a servir, en pocos días más, para procrastinar casi toda decisión importante. Pero los políticos de Santa Fe deben haber sido los primeros en usarla para referirse al aplazo necesario en torno de las candidaturas para el año próximo. Con todo, nadie deja de mirar los escenarios aunque con el esfuerzo extra de cautela que exige esta altura del 2014.
A nivel provincial el peronismo está desorientado tanto por sus múltiples aspirantes como por las decisiones nacionales que puedan influirlo. Como si fuera poco, el socialismo confunde a sus adversarios -y por momentos también a sus propios afiliados y a los socios del Frente Progresista- con gestos que indican a veces un hermético cierre de filas detrás de la postulación de Miguel Lifschitz; y otras veces solapadas declaraciones y rumores lo vuelven a poner al ex intendente de Rosario al borde de un nuevo y profundo precipicio. A esta altura, el hombre ha demostrado que sus nervios de acero templados al calor de las disputas internas, son capaces de resistir hasta el último minuto sin alterarse.
Aburrido de su novela de enredos internos, el peronismo se pone a observar seriamente a los otros contrincantes. No se sabe si para romper la monotonía, diseñar estrategias con mejores chances o simplemente para no deprimirse tanto mirando el propio panorama. Como sea, lo que ve es a un radicalismo dispuesto a elevar su apuesta electoral, con jóvenes dirigentes (la camada sub 45 como les gusta autodenominarse al grupo que forman concejales y diputados provinciales en esa edad) que hará transpirar las camisetas de los aliados del Frente Progresista. Ante semejante panorama las internas abiertas y obligatorias de 2015 tendrán un peso tremendo para perfilar a los futuros candidatos, más teniendo en cuenta lo que puede suceder con la tracción nacional.
Con estas herramientas, el peronismo no puede repetir su error del 2013 cuando muchos optaron por presentarse por afuera y debilitaron a los candidatos que fueron a dar después la batalla de fondo en la segunda vuelta electoral. Por lo menos de eso ya se encargó el partido en un documento interno en el que recomienda de manera vehemente, evitar este tipo de posicionamientos personales que terminan perjudicando al conjunto. Claro que la queja que siempre se escucha en este sentido es la falta de apertura de las listas tradicionales para incorporar a nuevos sectores y candidatos.
En las últimas semanas, y frente al problema del narcotráfico y la inseguridad incorporados definitivamente a la agenda política, diputados y senadores provinciales del peronismo empezaron a ensayar algunos pasos de unidad. Al menos, los mínimos que necesitan para pararse ante el gobierno de Antonio Bonfatti de una manera un poco más ordenada de la que presentan la decena de bloques en Diputados y la radicalizada autonomía partidaria de los senadores. Algo se avanzó, pero hubo un tema que muestra hasta dónde llega la diáspora justicialista en Santa Fe: el debate en la Cámara alta por la incorporación de cadetes con un año de formación y policías retirados al patrullaje efectivo en las calles de toda la provincia. Orgánicamente, el PJ quería discutir más la propuesta para analizar sobre todo la repercusión pública del proyecto. Y así se hizo. Es más, el presidente de la Comisión de Seguridad del Senado, el peronista Armando Traferri dijo públicamente que no iban a votar nada a las apuradas. Para sorpresa de los diputados, sus vecinos en la Legislatura impulsaron el expediente en la sesión del jueves y salió aprobado. Traferri sólo se abstuvo y dos senadores del PJ le dieron el aval a la decisión del gobernador. No era lo que se había hablado en las reuniones previas. Una muestra de lo que le cuesta hoy al peronismo ceñirse a las más mínimas prácticas de conducción política.
"El peronismo santafesino sigue alambrado", dijo un experimentado dirigente para describir los inútiles esfuerzos de las figuras nacionales para conseguir algún tipo de encolumnamiento en la provincia. A decir verdad, ni Néstor Kirchner, ni Cristina Fernández en sus mejores momentos políticos pudieron hacerlo. ¿Qué les queda a otros aspirantes con menos posibilidades y prédica territorial?. ¿O acaso alguien cree en serio que Sergio Massa eligió al diputado Cachi Martínez como su representante en Santa Fe porque lo seleccionó de una vasta oferta política? Hace pocos días, emisarios del gobernador bonaerense Daniel Scioli desembarcaron discretamente en la provincia para iniciar algunos contactos. Al final, ya medio cansados y como para no desperdiciar el viaje, terminaron en una reunión con un ex diputado provincial del peronismo mucho más conocido por su fortuna para las reelecciones indefinidas que por su propia actividad legislativa.
Para las cruciales elecciones del año próximo los candidatos peronistas que surjan para disputar la gobernación, saben algo de antemano: La gestión del Frente Progresista tiene déficits marcados claramente por la opinión pública, pero no apareció aún nadie capaz de encarnar el cambio que algunos sectores parecen estar pidiendo en Santa Fe. Y, se sabe, las dos cosas son necesarias para mudar a alguien de la Casa Gris.
En Rosario, esos déficits se incrementan según todas las encuestas de opinión que pueden verse por estos días. Pero tampoco emerge un partido y mucho menos un candidato capaz de recoger el grado de descontento y transformarlo en confianza para el cambio. Con lo cual, será difícil también para todos aquellos que tengan esas intenciones. Pero el socialismo enfrenta seriamente la posibilidad de no ir por una reelección para jefe de estado local, desde la recuperación de la democracia.
El "Dilema Cavallero", como debería llamarse a esta altura a la estrategia del PJ de postular al actual concejal del Partido del Progreso Social, una vez más parece que puede entrar en juego para el 2015. Es un dilema porque por un lado plantea que no hay en Rosario ningún candidato que esté por encima de Héctor Cavallero en las preferencias del electorado, pero a la vez la cosecha de votos del ex intendente aparece como petrificada en un porcentaje invariable que termina obturando en el tiempo la posibilidad de ir posicionando a un candidato más joven y propio del peronismo que, elección tras elección, pueda incrementar su grado de conocimiento y sus chances en cada turno electoral. Pero todo se verá recién para después del Mundial, claro.
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