OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El socialismo cierra filas y en la previa empieza a dar señales de unidad ante las amenazas internas y externas de cara al 2015. El peronismo busca la manera de fortalecer a sus candidatos resignando sus miserias y en su afán por sobrevivir. Por si fuera poco, un cómico es árbitro de la política y otro no se resigna a jubilarse como le recomendaron.
› Por Leo Ricciardino
Esta semana el ministro de Gobierno de Santa Fe dio pistas clave para quien quiera leerlas, de cara al 2015. Rubén Galassi no sólo ratificó que se va consolidando la candidatura a gobernador de Miguel Lifschitz, sino que además despejó otra duda de la ingeniería electoral socialista: La intendenta Mónica Fein se encamina seriamente a buscar su reelección. Este raro equilibrio político (Lifschitz y Fein representan al mismo sector interno del PS), tiene como explicación exclusiva la necesidad política.
Tanto Hermes Binner como Antonio Bonfatti ya experimentaron con la candidatura de Miguel Cappiello en los últimos comicios locales, lo que cuesta instalar a un candidato. Con los dos aparatos del Estado detrás, el ex ministro de Salud no logró la cosecha de votos que se esperaba para concejal. La administración de Fein tiene algunos déficits notorios pero se evalúa que será más fácil potenciarla a ella que buscar otros nombres ante la amenaza interna que puede representar el senador Rubén Giustiniani, por un lado; y la aparición de último momento de una candidata gravitante por el peronismo como podría serlo la arquitecta María Eugenia Bielsa.
Con el radicalismo lanzado a la pelea cerrando filas detrás del diputado Mario Barletta, tampoco queda espacio para descuidos o peleas innecesarias dentro del Frente Progresista en la disputa por el sillón principal de la Casa Gris.
Galassi también declinó cualquier postulación para sí mismo y proyectó al gobernador Antonio Bonfatti como a una "importante figura de la política nacional". Esa proyección lo ubicaría casi seguro en una banca en el Senado de la Nación, según los cálculos. Pero también lo preservaría a Bonfatti para alternar en el poder para el futuro, una vez más, en la provincia de Santa Fe. El actual mandatario socialista tiene aún la edad para esa estrategia. Todo muy prolijito, pero el diseño cierra definitivamente con una decisión final de Hermes Binner: ¿Se quedará solamente con la precandidatura a presidente por FAUnen, con escasísimas posibilidades de ingresar en la pelea nacional de fondo? He ahí la incógnita central.
Otra prueba de que se ha fumado internamente la pipa de la paz con Lifschitz la dio esta semana un diputado opositor. En efecto, el legislador peronista Roberto Mirabella denunció públicamente que el ex intendente de Rosario abrió y cerró un acto en Rafaela en el que hubo anuncios gubernamentales sobre el plan "Mi tierra, mi casa". "No corresponde bajo ningún punto de vista, ¿qué tiene que hacer anuncios en el departamento Castellanos el senador del departamento Rosario?", se quejó Mirabella y disparó que "para la próxima vamos a proponer que el senador de Castellanos (el peronista Alcides Calvo) vaya a cerrar un acto oficial en Rosario", ironizó para denunciar que "el gobierno provincial mezcla actividades oficiales con cuestiones proselitistas". El tema no es menor si se tiene en cuenta que tan sólo el año pasado, Lifschitz casi no asistía a ningún acto y cuando había que llevar anuncios o dinero, lo hacía en persona el propio ministro Galassi. Las cosas cambiaron, es claro.
Por su lado, Lifschitz sabía que no tenía que hacer mucho más que esperar. El ex intendente de Rosario pudo soportar el más doloroso costo que se puede pagar en la política que es tener con qué y quedar relegado por decisión de otro, no del sufragio popular. Si pudo aguantar eso en 2011 cuando el candidato fue Bonfatti en su lugar, el senador provincial puede aguantar casi cualquier cosa. A Lifschitz nunca se le ocurrió pensar que su futuro podía pasar por fuera de la órbita binnerista.
Por su lado, el peronismo reconoció en las últimas semanas que no tiene muchas más alternativas de supervivencia que marchar con todas las candidaturas que postulen los distintos sectores, pero por adentro aprovechando las posibilidades de la interna abierta. Ninguno de los candidatos se recorta demasiado como para que los dirigentes se encolumnen detrás de un nombre. Y el desafío por el momento, aunque no se diga públicamente, es dejar de ser terceros en la elección general detrás del cómico Miguel Del Sel que a esta altura, poca gracia hace a los dirigentes provinciales en su conjunto. Con su increíble caudal de votos, el ex Midachi influye en la estrategia del oficialismo y también de la oposición. Es un árbitro de la política santafesina. Así como usted lo está leyendo.
Otro amo y señor de la política provincial reapareció en estos días para insultar a Eduardo Duhalde. No deja de ser un mérito del ex presidente sacar de las casillas al senador Carlos Reutemann. Y lo hizo sólo describiéndolo: "Sólo piensa en él, es un egoísta" y "debería jubilarse como yo". El único error de Duhalde fue pedir perdón después de que el Lole lo tildara de "gaga o hijo de puta que trabaja para (Daniel) Scioli". En ese mapa en el que -efectivamente sólo piensa en él- el ex gobernador santafesino sólo deja en claro que está con Sergio Massa. Para qué, más allá de intentar renovar su banca en el Senado, no queda muy claro. Con quién en la provincia, tampoco es nítido todavía. ¿Con Massa arriba y con el PRO en Santa Fe?, no sería nada raro. Todo es posible, menos el espacio kirchnerista, obvio.
Quien pretende ser una síntesis de tamaño desconcierto justicialista en Santa Fe, es el diputado nacional Omar Perotti. Con su habitual cautela intenta posicionarse un poco por encima del resto. Sabe que no podrá conformar a todos, pero que si alcanza algún tipo de acuerdo con María Eugenia Bielsa y con el sector de Agustín Rossi, más los intendentes y jefes comunales del peronismo; puede quedar recortado arriba del ring para dar la descomunal batalla que debe dar su partido de cara a 2015. Perotti sigue siendo débil en el sur, donde su conocimiento ha crecido con los años pero donde no alcanza la penetración necesaria como para hacer la diferencia provincial. Si sellara acuerdos con un candidato municipal expectante, podría ser de gran ayuda para su estrategia global.
Nadie irá corriendo detrás de nadie, eso es claro. Pero como pasa internamente con el socialismo, para el PJ también puede operar en un sentido positivo la inmensa necesidad de -por lo menos- dejar de retroceder en Santa Fe.
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