OPINIóN
› Por Candela Sialle
Cuestiones varias pueden recogerse de las palabras vertidas por la Presidenta en el acto conmemorativo de los 31 años de Democracia Argentina. Por fuera de lo explícito y más obvio, dado el contexto de disputa con la corporación económica trasnacional y con sus adláteres internos, resulta determinante analizar este discurso básicamente como un mensaje hacia adentro. Cristina eligió sustentar el homenaje a la Democracia en la interpelación a los propios. El discurso del sábado al caer el sol debe leerse como un llamado de atención a quienes en nombre del Peronismo que ha gobernado la última década aspiran a sucederla.
Fiel a su estilo ella se afianza en la silla incómoda. Saca los trapitos al sol o al menos deja en claro que las diferencias no se arreglaran puertas adentro. Van a dirimirse en las urnas. Cristina es mujer. Entonces, señala la falta y lo hace en público. Utiliza la cámara testigo para poner en falta a los extraños y su frivolidad pero fundamentalmente, para cuestionarle a los propios la plancha, modo tristemente célebre de garantizar permanencias en el poder. La Presidenta les recuerda que no alcanza con sacarse la foto con ella, los intima a generar ideas, a pronunciarse en los grandes temas con solidez, a ganarse los votos.
Entre tanto candidato inventado por el Management, ella pondera el concepto de cuadro político. Sin duda una palabra de aliento para el pensamiento crítico que desde diferentes tradiciones viene señalando la deuda del sistema político partidario para con la democracia. Ese pensamiento no se resigna a la salvaguarda de los procedimientos formales y apuesta al contenido profundo del régimen democrático.
Como la Presidenta, este pensamiento crítico sabe que es imperioso forjar ciudadanía colectiva y que en dicha labor es central la figura de los partidos populares de masas: ellos deben generar cuadros capaces de interpretar los reclamos de las mayorías históricamente postergadas.
Quizás la extensa alocución de Cristina Fernandez de Kirchner pueda resumirse en esta idea: "Nadie esta predestinado a ser Presidente". No importa que sean ministros, legisladores o gobernadores, digan qué van a hacer, como lo van a hacer, gánense los votos, "háganse de abajo" sentenció. Quien quiera oír que oiga.
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