El diario me pide una nota sobre la cobertura de las elecciones que realizan los canales de aire. La escribo a las 21.30, para que pueda entrar en la edición del lunes.

Hago esta aclaración para que el lector comprenda por qué diré determinadas cosas y omitiré otras, entre ellas, todo lo referido al resultado de la votación.

De modo que me encuentro en lo que llamo, con un toque pretendidamente literario, la inquietante inminencia. O también, en estas horas lentas que parecen no querer pasar, entre el momento del cierre de las mesas y el momento en que se comiencen a difundir los cómputos oficiales y se verifiquen las tendencias.

¿Qué ocurre, qué ha ocurrido hasta este momento? Diría que lo previsible. Una primera cobertura de una hora, de 18 a 19, con los dos canales transmitiendo con la pantalla dividida, en dos o tres espacios, según los casos. Comentarios de expectativas de los candidatos, notas grabadas en el momento en que votaban, alusiones al buen estado del tiempo y el alto porcentaje de votantes. Todo de manual.

Después cesa la transmisión para dar paso a otros programas. En el 3 el Chelito Delgado confiesa con sinceridad que no le interesa el resultado de las elecciones. En el 5 va un programa de modas.

Alrededor de las 20 se retoma la transmisión sobre las elecciones. El 3 parece instalado en el bunker del PRO en Santa Fe. En su pantalla aparecen, dando declaraciones, Federico Pinedo, Eduardo Amadeo y Patricia Bullrich. Aunque no lo digan se nota que se sienten ganadores; encima, avisan que están esperando la llegada de Mauricio Macri.

En ese momento me pongo a escribir esta nota. El futuro de la provincia parece ser una enorme incógnita. Se va a develar dentro de un rato nomás. Lástima que los medios, siendo tan poderosos, no tengan la potestad de anticipar lo que viene.