El domingo 4 de octubre, asistimos al artículo de opinión de un frecuente colaborador de este diario, en el cual se posicionaba respecto a los eventos que tuvieron lugar en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR durante la semana pasada. Hoy, queremos denunciar, desde el claustro estudiantil, la tergiversación y teatralización de los hechos, con la que, valiéndose de una retórica victimista y procaz, el autor del artículo demonizó a quienes participaron de la toma y vigilia en la Facultad de Humanidades y Artes. En su texto, comenta sumariamente el "accidente" que le causó graves heridas a una alumna de otra casa de estudios que concurría al Congreso de Cuestiones Críticas, que tenía lugar en el edificio nuevo de la Facultad. En el breve relato, sin embargo, omite oportunamente comentar que la seguridad edilicia de dichas instalaciones había sido puesta en entredicho en numerosas oportunidades; un ejemplo digno de mención es el informe de un especialista enviado por la COAD para llevar a cabo un relevamiento de las condiciones de seguridad, luego de diversas denuncias realizadas por docentes. El informe fue publicado dos semanas antes del siniestro que pudo haberse cobrado la vida de una estudiante y fue públicamente desestimado por el decano José Luis Goity, y otras autoridades afines a su gestión que se hicieron eco de ello. El edificio fue inaugurado dos veces en lo que va del año, primero en marzo y luego en agosto, cuando aún se encuentra en obras. No contamos con extintores, algunos de los ascensores no están habilitados y los que sí, no funcionan bien, no hay salidas de emergencia ni plan de evacuación, no hay antideslizantes en las escaleras, ni zócalos en las barandas de cristal, y por el edificio pululan los operarios que trabajan en casi todos los niveles. El edificio, hito en la campaña propagandística de la gestión del ex﷓rector de la UNR Darío Maiorana y el actual decano de la Facultad de Humanidades y Artes, es una obra en construcción; una mole inconclusa de hormigón, metal y vidrio. A este lugar han forzado el traslado de las clases, poniendo en riesgo la integridad física de estudiantes, docentes y personal no docente por igual. Miembros del claustro estudiantil, contando con el apoyo de los otros dos claustros, tomamos el edificio viejo de la facultad demandando que los responsables del siniestro (Decano, Vicedecana, Secretario Técnico, Secretario de Políticas Edilicias, Rector y Vice﷓Rector) asuman las consecuencias políticas de sus erróneas, cuando no malintencionadas, e incluso perversas, decisiones.

Y sin embargo, las autoridades y sus simpatizantes nos acusan de instigar a la violencia, de ser totalitarios, antidemocráticos. Mientras que ellos, "bastión de la democracia", nos vulneran moral y físicamente mediante la persecución política y unas condiciones inseguras de trabajo y estudio; nos niegan el derecho a la educación robándose las llaves de las aulas para impedir el dictado de clases; restringen nuestro acceso a la información pública (bloqueándonos, por ejemplo, de las redes sociales) y, por si fuera poco, ellos, que tienen el monopolio de los medios y canales oficiales de comunicación, contaminan la opinión pública deformando tendenciosamente los hechos para acomodarlos a su corrupta agenda. "Una fe como una guillotina, tan pesada, tan liviana", escribió, en algún lugar, Franz Kafka. La fe en el acto político de inaugurar un edificio en obra y la liviandad con la que se desestimaron las denuncias sobre el estado de las instalaciones se tradujeron en la pesadez de una situación en la que, por pura suerte, no hubo una muerte, y en las tretas mediáticas que llevan a cabo las autoridades de la Facultad de Humanidades.

Y los interpelamos a ustedes, lectores: ante el acuciante desamparo de nuestra situación y la negligencia y el constantemente menosprecio de las autoridades, ¿qué otra instancia de lucha nos queda? ¿Qué otra voz para expresarnos, excepto la de la asamblea?

*Del colectivo de estudiantes independientes de la Facultad de Humanides y Artes.