En abril de 1995, hace 20 años, participé del Encuentro Nacional en el que nació la Agrupación H.I.J.O.S. Los y las hijas de desaparecidos, asesinados, ex presos políticos y exiliados de la última dictadura militar argentina nos organizamos, y decidimos llamarnos Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Y salimos a la calle bajo la consigna: Si no hay justicia, hay escrache.

Habíamos crecido y aprendido de las mujeres más impresionantes de esta Patria: nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Junto a ellas y a gran parte del pueblo argentino sostuvimos la bandera de exigencia de Juicio y Castigo a los genocidas argentinos.

Cuando Néstor Kirchner asumió, nos convocó a los organismos de derechos humanos, el 3 de junio de 2003, a la Casa Rosada. Estuve presente y allí conocí al Presidente. Como muchos de nosotros, desconfié. Ningún hijo e hija como yo -que tengo a mi papá desaparecido y mi mamá fue presa política durante toda mi infancia-, le cree a quien viene y de golpe te dice que tenés razón, que los militares hicieron mal y que él lo va a reparar.

Y después lo vimos restaurar la Corte, enviar un proyecto al Congreso de derogación de las leyes de impunidad, declarar el Día Nacional de la Memoria; lo escuchamos pedir perdón en nombre del Estado Argentino por los crímenes cometidos por los asesinos de nuestros padres y madres. Lo vimos ordenar bajar los cuadros de Videla y Bignone del Colegio Militar.

Y llegaron los juicios... y pudimos ver en el banquillo de los acusados a los mayores secuestradores, torturadores, asesinos, violadores, desaparecedores y apropiadores de niños de la historia argentina.

Luego llegó Cristina Fernández. Y claro, muchos se acostumbraron a que los juicios son un hecho, a que los genocidas están en cárcel común o en prisión domiciliaria pero presos, a que no caminan más entre nosotros, a que nuestros compañeros y compañeras sobrevivientes sean escuchados y respetados pero nunca más estigmatizados, a que festejemos cada dos o tres meses la recuperación de otro de nuestros hermanos o hermanas apropiados. Casi nos hemos acostumbrado a que siempre fueron reivindicados nuestros militantes populares.

Pero no es así.

Todos y todas sabemos que no es lo mismo. Sabemos, que nos pueden quitar todo lo conseguido. Sabemos, porque lo dijo claramente Macri, que si él gana, "el curro de los derechos humanos se va a terminar". No habrá más presupuesto para sostener la Procuraduría de Lesa Humanidad con los fiscales especializados, la Secretaría de DDHH de la Nación no será más querellante en los juicios, no habrá más presupuesto para el Banco Nacional de Datos Genéticos que hace los análisis para encontrar a los nietos de las Abuelas, nuestros hermanos. Sin financiamiento simplemente no habrá más política de derechos humanos.

Hace cuatro días se reunió un grupo de abogados de derecha, defensores de los genocidas, están esperanzados con que gane Macri, y haya un cambio de gobierno y se terminen los juicios.

Tengo memoria y sé de dónde partimos y donde estamos. No me olvido de haber estado en los piquetes con el Movimiento de Desocupados en Lucha, ni me olvido que en diciembre de 2001 salí como loca a sacar gente de la cárcel. No me olvido de las compañeras travestis arrestadas todas las noches. No me olvido que las mujeres logramos leyes que tal vez no las saquen, pero sí las desfinancien.

No me olvido de todos los derechos reparados a nosotras, a nosotros, a la inmensa mayoría del pueblo, pero minorías de poder.

Sé que no me equivoco donde me paro. Nunca con los genocidas. Nunca con los explotadores. Nunca con los represores. Nunca con quienes vaciaron el país, nos llevaron al hambre y declararon el estado de sitio.

Nunca más. Porque no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos, tampoco lo votamos. No a Macri. Yo voto a Scioli presidente.

*Abogada de HIJOS Santa Fe.