OPINIóN › PANORAMA POLÍTICO
› Por Pablo Feldman
Felipe Michlig, Juan Carlos Millet, Changui Cáceres y el propio Carlos Fascendini decidieron que sea este último el radical quien complete el binomio que encabezaría Hermes Binner para los comicios provinciales del año que viene. El cuartetazo radical "someterá" su decisión del mismo modo que somete al partido a la ratificación de la Convención Provincial que se reunirá antes del 12 de octubre.
Los acontecimientos se precipitaron cuando Hermes Binner calificó de "nombre extraordinario" el de Griselda Tessio "para construir una provincia con valores superiores a los que hoy tenemos", al ser consultado en torno a la posibilidad de que la fiscal que investiga los delitos de "lesa humanidad" fuera su compañera de fórmula. "Va a ser hombre y del centro norte" saltaron como leche hervida dos dirigentes, sólo faltó que dijeran "uno de nosotros dos". Tanto Michilg como Fascendini se autopostularon para ser el vice en nombre de lo que queda de la Unión Cívica Radical. Pero como puede ser uno y sólo uno, el senador de Esperanza le recordó a su colega de San Cristóobal que es él quien preside la Comisión de Juicio Político que casualmente esta semana tendrá que decidir sobre el pedido de desafuero de Michlig para investigar presuntas irregularidades denunciadas que datan de fines de los `90 cuando el ahora presidente de la UCR era el intendente de Ambrosetti.
"Michlig dio un paso al costado" dijo Cáceres -que es el mismo dirigente que hace casi 20 años perdió por medio millón de votos la elección provincial con Víctor Reviglio- que muchos se preguntan qué fue de "renovación y cambio".
El paso al costado del presidente de la UCR en beneficio del vicepresidente primero fue avalado también por el vicepresidente segundo, Juan Carlos Millet. Realmente una coherencia ideológica sin fisuras, y sin votos.
¿Será un "nombre extraordinario" el de Fascendini? O tal vez lo hubiera sido el de Michilg que lamentablemente para él deberá dedicar el tiempo que tenía destinado a su campaña a explicar sus acciones cuando fue jefe comunal.
En términos de representatividad, el hecho de que ambos sean senadores les da un plafón que ni Millet ni "Changui" pueden exhibir, pero también los ubica en un lugar que el socialismo deberá medir si le es funcional a su estrategia.
En decenas de ciudades y pueblos hay jefes comunales e intendentes que pertenecen a la UCR, eso es lo que el socialismo evalúa a la hora de conformar el Frente. Sin embargo los "costos" no "se pagan" allí mismo, sino en acuerdos con la cúpula que dice contener y representar a esos referentes territoriales.
"No se puede romper lo que todavía no está consolidado", apestilla Fascendini sentado en su poltrona con la certeza de que el PS va a privilegiar la estructura del partido centenario puesta al servicio del Frente antes que la conformación del binomio.
¿Hará eso el socialismo? O tal vez prefiera privilegiar el vínculo con el electorado ofreciéndole una alternativa de poder que no remita a un origen tan débil como lo fue en su momento la "Alianza Santafesina" de la que todavía no hay una buena explicación, con Alberto Natale y Horacio Usandizaga como "paladines" del progresismo. Ni siquiera sirvió para ganar la elección, como sí sucedió con Fernando De la Rúa y Chacho Alvarez, cuyos desbarranques políticos se explican en buena medida a partir de esa génesis electoralista.
Los radicales de Santa Fe se cuentan de a miles, y seguramente querrán que después de un cuarto de siglo de gobiernos peronistas hubiera una alternativa de alternancia. Para que ello ocurra deben concurrir muchos factores, entre ellos la conformación de una fórmula atractiva. Y ciertamente, más allá de los años de militancia o las "horas-comité" que puedan mostrar los cuartereros, la solvencia moral de la doctora Tessio y su alto nivel de consideración en la opinión pública, no resisten la comparación con Fascendini, que tiene en Rosario un 2 % de nivel de conocimiento, curiosamente el mismo porcentaje de votos que obtuvo la UCR en las últimas elecciones presidenciales.
"¿Quién ganó las últimas elecciones parlamentarias en Santa Fe?", desafiaba a este cronista el senador Michlig. El presidente de la UCR cree que fue su partido, en alianza con el socialismo. Formalmente fue así, pero son pocos los que tiene dudas de que las ganó Binner, y lo mismo sucederá si resulta electo gobernador el año próximo.
Lo que si hay que reconocerle a los radicales es su habilidad para negociar: en aquel comicio de hace menos de dos años ingresaron al parlamento dos diputados de la UCR, el equivalente a más de 300 mil votos. ¿Tendrá Fascendini esos miles de votos? ¿Tendrá la UCR semejante caudal? Es imposible saberlo, pero como de reverso todos los naipes son iguales la idea es no tener que mostrarlos. Se puede decir que la dirigencia del radicalismo hace su negocio. Y será así en la medida en que los socialistas acepten "en pos de un triunfo en la provincia" las exigencias de la cúpula radical. Ya hay antecedentes, basta ver a los "negociadores" sentados en sus bancas desde el mismo día en que Binner perdió el comicio a gobernador y fue el único que se marchó a la casa. Ahora se abre otra instancia, se analiza la perspectiva de nuevos aliados, como el ARI fue empujado fuera del acuerdo en el 2003 o movimientos vecinalistas con un perfil diferente.
La pregunta es si los mismos que "negociaron" en las vísperas de la derrota serán los que lo hagan ahora pensando en el triunfo. "Esto pone en riesgo la construcción del frente", dijeron a coro Michlig y Fascendini, sin reparar siquiera en que se había mentado el apellido Tessio, el último radical que ganó una elección para gobernador hace como medio siglo. No escucharon, ni escucharán.
"Si los necesarios equilibrios de poder no se pueden alcanzar, o el socialismo no tiene la posibilidad de respetarlos, siempre queda la alternativa de que cada partido concurra en forma individual en las próximas elecciones", amenazó el autopropuesto candidato a vicegobernador. Buena señal para imaginar como sería eventualmente el gobierno en el futuro. Una muestra de compromiso y lealtad, que permite avizorar el porvenir.
Una "vista previa" de lo que puede llegar a ser. El oficialismo agradecido, y la sociedad conmovida por tanta sinceridad. Pero algo de razón tiene el planteo de la cúpula radical: perder se puede con cualquier candidato -y de eso hay ejemplos a lo largo de la historia- pero para ganar hace falta bastante más que acomodar cuatro o cinco dirigentes en las listas y "cerrar" la fórmula.
Esto lo saben los socialistas, especialmente Binner que tiene dentro de un año la última oportunidad de transformarse en el primer gobernador socialista de la historia Argentina. Parece un tremendo desafío como para dejarlo en mano de jugadores de truco.
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