OPINIóN
› Por Virginia Giacosa *
Primero (en 2007 y cuando anunció su postulación porteña) fue la foto con una nena en medio de un basural de Lugano. Años después (en 2015 y como candidato presidencial) volvió a repetir la historia. Esta vez el escenario fue la Quebrada de Humahuaca con una niña de rasgos indígenas y trenzas que cantó una copla. Ese mismo año ya se había hecho viral el spot con una niña que vendía rosas y que desató una polémica sobre trabajo infantil, abuso de poder y pedofilia. Más tarde (y ya como presidente de la Nación) se conoció el "blooper" en las instalaciones de la planta de Coto cuando manoteó al nieto del empresario supermercadista para tenerlo cerca para la foto. El niño escapó, se refugió en los brazos de su abuela que le alcanzó rápidamente otro nieto al presidente para posar. El lunes, en su visita a Rosario, Mauricio Macri fue por más. Durante el acto en el Monumento le hizo corear a los casi cinco mil niños presentes en la promesa a la bandera la frase latiguillo de campaña: "Sí, se puede".
El uso de niñas y niños, ya sea propios (ha sido notoria la participación de su hija Antonia en la campaña 2015 y primeros meses de su mandato) o ajenos, parece haberse convertido en una marca registrada del macrismo. Pero la discusión sobre la utilización de niñas y niños en el marco de campañas electorales o actos políticos no es nueva.
Tan esto es así que la Organización de las Naciones Unidas para la Protección de la Infancia y la Niñez (Unicef) estableció a nivel mundial un código de ética para no abusar de los niños y niñas en campañas publicitarias que incluye también a las políticas y partidarias.
La idea no es que chicas, chicos y jóvenes no sean parte de la agenda política, sino más bien que sean incorporados con respeto, a partir de su voz propia y a veces tan poco escuchada. Es en esa línea que en 2015 Unicef Argentina lanzó #12millones una iniciativa que apuntó a que los candidatos a Presidente incluyeran en sus plataformas de gobierno 12 propuestas con enfoque de derechos para favorecer a los 12 millones de niñas, niños y adolescentes que viven en el país.
El mismo año y también en vistas del proceso electoral nacional la Defensoría del Público, Unicef, la Dirección Nacional Electoral del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Auidovisual (Afsca) elaboraron un documento con una serie de "Recomendaciones para coberturas electorales respetuosas de los derechos de niñas, niños y adolescentes".
Entre los consejos, que vale poner en práctica aunque este no sea un año electoral, se destaca: "No pedir que relaten o interpreten hechos ajenos a su propia vivencia".
Esto es, sin más ni menos, evitar la puesta en escena. Cosa que no sucedió justamente el 20 de junio en el patio cívico del Monumento. En el espectáculo perfectamente guionado, niñas y niños corearon lo que un adulto, en este caso el presidente de la Nación, les arengó a gritar. Soltando globos al aire, mirando al cielo, repitieron de memoria como loritos entrenados, con una mano en el corazón y pidiendo a Dios: "Sí, se puede".
*Periodista especializada en infancia.
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