OPINIóN › PANORAMA POLÍTICO
› Por Pablo Feldman
El diputado provincial Antonio Bonfatti se erigió la semana pasada como vocero del Partido Socialista. Lo que para muchos puede parecer un hecho menor, se transformó en el primer síntoma evidente del cambio de actuitud del socialismo en su vínculo con la Unión Cívica Radical.
Como se sabe, las "negociaciones" no han dado resultado, y por lo que se ha visto hasta el momento es muy difícil que prosperen. Los radicales --lease Juan Carlos Millet, Felipe Michlig y Carlos Fascendini-- "atalonados" en una pretensión que oscila entre lo cómico y los patético: "Millet primer diputado nacional, Michlig primer diputado provincial, Fascendini vicegobernador y la mitad de todos los cargos, desde ministros hasta ordenanzas". Desde ya que ante semejante bravata el primero en decir "¡no!" fue Hermes Binner, y para su tranquilidad la totalidad del partido se encolumnó tras el slogan "el vice tiene que ser de Santa Fe y si es mujer mejor", como primera respuesta al arrebato radical.
Los dirigentes del partido centenario --que ya evidencian divisiones internas-- no esperaban semejante intransigencia de sus socios de la última década. Acostumbrados al tandem Millet--Dipollina, que se remonta a los años en que caminaban juntos todo el día por la Legislatura provincial, había funcionado "como un relojito" a la hora de repartir cargos, acomodar asesores o conservar el manejo de la Universidad Nacional de Rosario. Claro está que el microclima dirigencial era el que probaba esas mieles, y en rigor lo que se iba perdiendo era la perspectiva de transformar esa alianza en una alternativa de poder en Santa Fe.
Los socialistas se dieron cuenta --tarde-- del pésimo negocio político que venían realizando y el ahora diptuado nacional Eduardo Dipollina --que aspira a renovar su banca el año que viene-- ha sido desplazado del centro de las negociaciones, lugar que detentó con el apoyo del presidente del partido, el senador Ruben Giustiniani, a lo largo de los ultimos años. Después de la derrota en las elecciones para Gobernador --en las que Binner fue el más votado y lo superó la suma de los candidatos del PJ-- "los negociadores" dejaron el Ariston Hotel cada uno con su banca en el bolsillo. El único que se fue a la casa fue el candidatoa Gobernador, y seguramente en esa noche el ex intendente de Rosario habrá recordado al inmenso Atahaulpa cuando sentenció: "unos trabajan de trueno y es pa' otro la llovida".
Tanto fue así que dos años más tarde los radicales se llevaron dos de la cinco bancas de diputados naacionales, y otra le fue cedida a Pablo Zancada, un vecinalista que terminó homenajeando a los teroristas de Estado y pidiendo poco menos que la hoguera para los que propusieran desepenalizar el aborto u otros sacrilegios. No hace falta abundar en más detalles sobre el "armado de listas", aunque la presencia de Zancada es atribuible a Binner, que inexplicablemente sigue sin reconocer el error.
Pero el "revisionismo socialista" ha encontrado en las metas comunes el elemento aglutinante. Todos coinciden en que lo que piden "Millet y cía."
es un disparate y no habrá marcha atrás. La amenaza radical --de los tres mosqueteros-- ya no cuenta con el apoyo del "cuarto del truco", Luis "Changui" Cáceres, que sostuvo que "la única manera de definir el nombre del candidato a vicegobernador es con una interna", afirmó uno de los últimos alfonsinistas, sin mencionar que alberga la esperanza de que su esposa, la diputada Alicia Tate, resulte finalmente la compañera de formula de Binner.
Pero más allá de esa expectativa --razonable ya que Tate no es menos que Fascendini ni Michlig, que alguna vez también quiso ser-- lo que plantea Cáceres es romper con el modelo de "tome y daca" imperante en los últimos años. Aun a riesgo de perder, ya que el ex rector de lo que queda de la UNR tras su paso, tiene el control del aparato, Changui quiere priorizar el peso de los dirigentes territoriales, y allí los intendentes de decenas de muncipios y comunas tienen una representatividad superior a la de los dirigentes que no ganaron jamás en sus territorios y si enmbargo controlan el partido. ¿Cuántos votos sacaría Millet --por citar un ejemplo-- si fuera solo en una lista?
Esto lo saben Binner, sus compañeros socialistas y también los dirigentes radicales con prestigio y votos en sus localidades. Y es por eso que en muchos de ellos cayó muy mal la amenaza que lanzó uno de los "capitostes" --reproducida ayer en La Capital--: "veníamos trabajando para el triunfo de Binner, pero por lo visto ahora trabajaremos para que pierda Santa Fe".
La "apretada" reproduce el modelo aplicado en la conducción de la UNR, donde el socialismo fue perdiendo terreno a manos de sus "socios" hasta el punto de quedarse casi con las manos vacías.
Después de eso, ceder no solo sería una muestra de debilidad, sino un pasaporte a la derrota. Eso no quiere decir que no haya alianza con la UCR: todo lo contrario, de ahora en más --y seguramente los radicales harán plenarios de todo los colores-- lo que se va a consolidar es el vínculo con los referentes regionales. Binner deber ir ya por la sexta o séptima vuelta completa a la provincia desde aquella derrota del 2003, pasando por la victoria del 2005 y pensando en la gobernación de 2007.
Eso lo saben los jefes comunales de la UCR, del PDP, del ARI, vecinalistas e independientes. Resulta difícil imaginar que alguno de ellos "siga órdenes" de algun otro dirigente "lista sábana" que lo primero que hizo fue colocar su nombre al tope de una lista de exigencias.
Habrá que esperar poco tiempo para conocer la respuesta, cuando se conformen las listas, se complete el binomio y se oficialicen las candidaturas, se podrá ver hasta qué punto los socialistas están dispuestos a asumir en los hechos lo que pregonan en sus discursos: dejar atras la vieja política.
¿Cuál es el riesgo? ¿Romper con los dueños del sello de la UCR? ¿Y si no alcanza para ganar? Puede ser que los socialistas no sepan cómo hacer para ganar, pero lo que sí conocen con precisión es cómo y porqué perdieron la última elección a Gobernador. "Cometimos muchos errores, como dejar al ARI afuera y en el armado de las listas", dijo a este cronista uno de los principales dirigentes del socialismo cuando ya se sabía que era Jorge Obeid quien volveria a la Casa Gris en diciembre de 2003.
La persistencia en el error es lo que define a los necios.
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