Lun 24.10.2005
rosario

OPINIóN

El paso de la izquierda

› Por Horacio Vargas

Hace muchos años, Rosario tuvo un representante de izquierda en el Concejo Municipal. Se trataba de Luis Cuello, de lo que alguna vez fue el Movimiento al Socialismo. Su ingreso implicaba una bocanada de aire fresco y abría enormes expectativas para aquellos que consideraban un paso adelante que las minorías políticas pudieran tener voz y voto en los temas de la ciudad. Sin embargo, el sueño terminó (rápidamente). Cuello careció de proyectos audaces y terminó enredado en la burocracia parlamentaria. "Por más que tengas una banca en el Concejo, estamos en una democracia burguesa", respondió Cuello a este periodista, hace ya tiempo, a modo de excusa para explicar su labor parlamentaria.

El Frente Grande y el Socialismo Auténtico -lejos de la lógica marxista- también llegaron al Concejo, y aunque siempre fueron minorías en el recinto, sobresalieron por el trabajo sostenido.

Este domingo, el impresionante triunfo del socialista Horacio Ghirardi (¿futuro presidente del Concejo?), significa la revalorización de la gestión del intendente socialista Miguel Lifschitz y por extensión la de Hermes Binner, hoy el hombre más importante de la oposición en el país. Indudablemente, la dupla Binner-Lifschitz está destinada a seguir sumando nuevos éxitos electorales.

Pero hay otra lectura posible de las elecciones municipales.

Sin ser un partido de izquierda -aunque muchos de sus integrantes históricos vienen de una experiencia setentista-, el ARI se ubica cómodamente en la franja del centroizquierda. Con Carlos Comi al frente, el ARI ha hecho una significativa elección en Rosario, que compensa el tercer lugar en ciudad de Buenos Aires. Y sorprendió con la muy buena elección que hizo en la ciudad de Santa Fe.

El particular electorado rosarino posicionó al ARI como la tercera fuerza política en la ciudad. La gran incógnita es si en el futuro podrá eludir la polarización que una vez más se expresó en la urna, y arrebatarle -porqué no- el segundo lugar al peronismo.

La gimnasia democrática -que cada dos años nos lleva al cuarto oscuro-, llevó a un grupo a sondear al profesor Rubén Naranjo -un hombre respetado por el amplísimo abanico de la izquierda- para que fuera candidato a concejal. Pero Rubén siempre tuvo un no a mano. Su lugar -decía- era otro.

Pero ahora que no está, podemos decirlo: hubiese sido interesante ver al Viejo sentado en la banca y dando lecciones de vida, compromiso y ética. Esos valores, ahora pueden resonar con más vehemencia en el recinto del Palacio Vasallo. La votación de ayer es, en ese sentido, un gran paso.

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