OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
El socialismo si no logra quedarse con la gobernación, y el justicialismo en caso de dejar la Casa Gris, ambas fuerzas se preparan para un año que puede marcar su destino por varios más. Es que el partido de Hermes Binner no se puede permitir otra caída en las urnas a nivel provincial, a riesgo de desaparecer del mapa político. Y para el peronismo, una debacle lo llevaría a resignar el poder durante mucho tiempo. Así el escenario 2007 estará cruzado todos los días por la disputa que se cerrará en setiembre.
› Por Leo Ricciardino
El peronismo tardó apenas unas pocas horas para acusar el golpe lanzado
por el intendente Miguel Lifschitz, quien volvió a criticar la administración provincial y su relación con Rosario. La vicegobernadora Bielsa y el concejal Miatello se encargaron de lanzar los dardos a dónde más le duele hoy al socialismo: "Porqué el intendente no se dedica a administrar bien los recursos y le explica a la gente el déficit que arrastra la municipalidad de Rosario", disparó el edil del Frente para la Victoria. Y ese, parece ser, será el tenor de la batalla preelectoral. "El cambio contra la chequera", resumió un colega la semana pasada.
La provincia está en una inmejorable situación económica y también financiera, un estado que no piensa desperdiciar como ventaja comparativa respecto del municipio de Rosario que, puede exhibir una gestión de calidad en muchos rubros y, sobre todo, una sustentabilidad de ideas y proyectos para la ciudad. Pero también es cierto que no puede ocultar las preocupaciones que hoy por hoy sufre su caja de cara a un crecimiento constante de las demandas de todo tipo en materia de prestación de servicios y, también, la imposibilidad de hacer crecer esos recursos sin el auxilio de la Nación y de la Provincia.
Por eso el socialismo se juega mucho más que la gobernación en setiembre. Se juega su futuro como partido político, apuesta la construcción y la acumulación política de más de 15 años en Rosario, desde los pasillos de las facultades al Palacio de los Leones.
Por su lado, el gobernador Obeid también hace su apuesta. No ya para su futuro político, sino para zafar del cerco que han armado a su alrededor desde las propias filas del justicialismo. No habrá otro nombre para cargar la derrota electoral y el mandatario más que nadie lo sabe. Se lo ha dicho a este cronista en la semana: "No hay problemas, en mi cabeza no está la derrota, pero si ésta se diera, acá hay espalda ara
aguantar. La victoria tiene mil padres, pero la derrota es siempre huérfana. Qué vamos a hacer, las cosas en política son así, y yo estoy en esto hace 40 años así que lo conozco mejor que nadie", señaló con un dejo de resignación.
Como se ve, muchas cosas comienzan a quedar claras a medida que se acortan los tiempos. Obeid sabe que se tendrá que hacer cargo de la derrota si ésta llega, Lifschitz no quisiera volver a ser candidato a intendente porque sabe que será muy difícil superarse a si mismo los próximos cuatro años. Pero también sabe que forma parte de una estrategia que tiene a Hermes Binner en su cúspide, y que éste necesitará cada uno de los votos que tiene en Rosario. Binner a la vez, sabe que no podrá arriesgar. Lo ha dicho: "Nunca hay que confiarse con el peronismo enfrente", expresó remarcando sus respetos a la maquinaria electoral del PJ. Sabe, en definitiva que su performance electoral en Rosario no podrá bajar del 50 o 55 por ciento de los votos para así asegurar todo el territorio provincial.
En esa misma dirección, la estrategia aun dispersa del peronismo teje un sueño que para muchos puede resultar imposible. La única capaz de arrebatar votos al socialismo en Rosario parece ser María Eugenia Bielsa, y el único capaz de hacer la diferencia electoral en la ciudad de Santa Fe el ex ministro de Justicia Horacio Rosatti. "Con esos dos jugadores adentro de la cancha, que Binner comience a preocuparse", ha dicho en los últimos días uno de los tantos operadores que trabajan para esta estrategia.
Sea como sea, "por el cambio" o "por la chequera", este setiembre la apuesta es muy alta para los dos nucleamientos políticos que polarizarán los comicios en la provincia. Otro agudo observador lo citó claramente: "Si el Frente Progresista no alcanza la victoria, el socialismo correrá el riesgo de desaparecer. Pero si el peronismo pierde, tendrá que prepararse para -por lo menos- cerca de una década fuera del poder en Santa Fe".
No todas las cartas ya están hechadas, pero se anticipa un juego muy rudo para todos los participantes.
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