OPINIóN
› Por Leo Ricciardino
La renuncia de la secretaria de Salud Municipal Mónica Fein, no hace otra cosa que poner de manifiesto la dimensión del conflicto planteado por los profesionales del área, dispuestos a iniciar otra semana con 72 horas de paro. Es la primera vez que el intendente Miguel Lifschitz debe tomar una decisión sobre un cambio de gabinete que tiene que ver directamente con el desgaste de un funcionario y no con una mera reestructuración interna del gobierno.
El reclamo de los Médicos Autoconvocados creció hasta un punto crítico y cobró ya rasgos de enfrentamiento. Con el sindicato municipal del que se fueron muy críticos, por un lado; y con un Ejecutivo que nunca encontró los caminos del diálogo con un sector que creyó por demasiado tiempo marginal y manejable. Pero en rigor, desde hace más de un año había señales para tener el cuenta. Aquel abrazo al Heca, por ejemplo, de fines de 2005 que comenzaba a plantear el surgimiento de una modalidad que pone fuera de foco tanto al Estado como empleador, como a las conducciones gremiales tradicionales: Las comisiones internas, cuyo apogeo nacional se vio claramente en conflicto del Garraham y los subterráneos de Buenos Aires.
La ex secretaria Fein no pudo llevar el conflicto a buen puerto y su salida obedece más al desgaste sufrido en estas últimas semanas que a un verdadero fracaso como negociadora. El conflicto salió del área Salud y entró en un terreno que demandó la intervención directa del intendente y su secretario político más experimentado, Juan Carlos Zabalza.
Pero lo cierto es que el duro planteo de los profesionales, y no por eso menos legítimo (están pidiendo ganar lo mismo que un chofer de colectivos, sin comparaciones ni desacreditando la tarea de nadie); pone sobre la mesa cuestiones más delicadas que el mero aspecto salarial. ¿Hasta dónde puede crecer en servicios un municipio que no tiene posibilidad de incrementar sus ingresos?. El gremio municipal que conduce Néstor Ferraza, por su parte, mostró toda la cintura de su adjunto Antonio Ratner que encontró un desfiladero por el que transitar en dos direcciones: Por un lado presionar al gobierno ya acorralado por los médicos para sacar beneficios para el personal no médico que sigue enrolado en el sindicato y, por otro, darle a cambio al Ejecutivo un intento de diluir la protesta de los profesionales que se cruzaron de vereda al irse de ese redil gremial hacia ATE.
Sin embargo, éste sigue siendo un problema de plata que se arregla con plata. Y eso hoy para las finanzas de este municipio plantea una seria amenaza.
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