ECONOMíA › EL ECONOMISTA SANTAFESINO DIEGO RUBINZAL TRAZA UN PANORAMA PARA 2015
Convocado por Rosario/12 para el balance del año que se va -"el más difícil de once años de gobiernos kirchneristas"- y una perspectiva para el próximo, Rubinzal subrayó que pese a las dificultades, la caída de empleos fue "puntual".
El economista santafesino Diego Rubinzal es fuente de consulta para cualquier comprovinciano que busque una mirada alejada del coro de voces del establishment económico financiero. Contador público, profesor de Economía Política y profesor invitado cursos de posgrado en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Litoral, escribe en el Suplemento Cash y el periódico Acción del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. Autor del libro "Historia Económica Argentina 1880 2009. Desde los tiempos de Julio Argentino Roca hasta Cristina Fernández de Kirchner", fue convocado por Rosario/12 para trazar un balance del año que se va --"el más difícil, en el terreno económico, de los 11 años de gobiernos kirchneristas"-- y algunas perspectivas sobre el 2015. "Las últimas medidas que tomó el gobierno permitieron recomponer la tenencia de reservas. Si esa tendencia continúa están dadas las condiciones para que el 2015 sea mejor que este año", aseveró Rubinzal.
-Tras un año de especulaciones con el dólar ilegal y el perjuicio que traería a la población la falta de acuerdo con los fondos buitres, ¿cuál es su evaluación sobre la situación económico productiva con la que se llega a 2015?
-Considero que fue el año más difícil, en el terreno económico, de los 11 años de gobiernos kirchneristas. Empezó muy mal, con una devaluación exagerada, aceleración de la dinámica inflacionaria y pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. El año culmina mucho mejor. Para entender un poco por qué se produjeron las convulsiones de principios de año es necesario explicar por qué se produjeron tensiones en el mercado cambiario (es decir, pérdida de dólares). La lectura de cierta dirigencia política empresarial es que la devaluación de enero demostró el fracaso del "relato" oficialista. La inexistencia de problemas en la balanza de pagos de los países "serios" demostraría la ineficacia de las políticas "populistas".
Una revisión comparativa de las cuentas externas desmiente esas apresuradas conclusiones.
Los componentes más importantes de la balanza de pagos son la cuenta corriente y financiera. La primera muestra el resultado del intercambio de bienes y servicios. La segunda refleja la diferencia entre las entradas y salidas de capitales por conceptos tales como inversión extranjera (especulativa o productiva), préstamos, depósitos de residentes en el exterior, etc.
La irrupción del déficit en cuenta corriente implica dos alternativas posibles (o una combinación de ambas):
1) Ingreso de capitales compensatorios (vía préstamos o inversiones)
2) Caída de las reservas internacionales
La cuenta corriente de los países latinoamericanos se mantuvo positiva durante buena parte de la década anterior debido a la mejora en los términos de intercambio. La tendencia se revirtió por una serie de razones internas (mayor demanda de importaciones debido al elevado ritmo de crecimiento económico) y exógenas (retroceso del precio de los commodities en relación a los valores récords del 2011).
El reseñado proceso culminó con un déficit de cuenta corriente, de entre 3 y 6 por ciento del PIB, en la mayoría de los países latinoamericanos. Así, esas naciones pasaron de acumular reservas por valor de 104.935 millones de dólares - en 2011- a incrementar sus tenencias en apenas 2.003 millones de dólares durante el año pasado.
En ese contexto, el déficit de cuenta corriente argentino apenas al 0,7 por ciento del PIB. Es decir si tomamos en cuenta el saldo del ingreso y salida de los dólares "genuinos", la Argentina está en una situación mucho mejor que el resto de los países.
La pregunta sería entonces ¿por qué la Argentina sufrió una pérdida más acentuada de más reservas que otros países a pesar de tener un menor déficit de cuenta corriente? La respuesta es por la salida de dólares de la cuenta de capitales (básicamente, por el pago de la deuda). A ese escenario se sumaron cuestiones coyunturales (retención de la cosecha por parte de productores) y estructurales (déficit crónico de divisas de la industria, déficit energético).
-¿El gobierno no veía venir esa situación?
-La respuesta es que sí. La estrategia era ir despejando el horizonte para futuras renegociaciones de la deuda a tasas reducidas. Las negociaciones con el Club de París, el lanzamiento de un nuevo índice de precios con la aprobación del Fondo Monetario Internacional, el acuerdo con Repsol por la expropiación del 51 por ciento del capital accionario de YPF, la cancelación de la deuda con tres compañías que tenían juicios favorables ante el Ciadi, se inscribían en esa lógica. La idea no era retornar a los ciclos de sobreendeudamiento que ya conoció nuestro país, sino mejorar el perfil de los vencimientos que se encuentran fuertemente concentrados en 2015 y 2017. El fallo del juez Griesa dinamitó esa estrategia.
-¿Las condiciones internacionales (baja del precio del petróleo, etc.) pueden empeorar o favorecer la situación argentina?
-La Argentina y el mundo vienen sufriendo un fuerte viento de frente desde la crisis del 2008. Esta es la crisis más importante del sistema capitalista luego de la crisis de 1930. No se advierte que se vaya a revertir esta tendencia en el corto plazo. Con respecto a la baja del precio de petróleo, eso beneficia a la Argentina en el corto plazo porque abarata sus importaciones. Si esa tendencia se mantiene en el tiempo podría complicar algún que otro contrato en Vaca Muerta, porque a estos precios la explotación de crudo no convencional no resulta rentable. Sin embargo, no creo que afecte mucho porque los contratos petroleros son a muy largo plazo.
-¿Considera eficaces los instrumentos económicos que usa el gobierno para mantener el mercado interno y el nivel de actividad?
-Las políticas contracíclicas que aplicó el gobierno nacional (Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario, autorización para utilizar el financiamiento de la Línea de Crédito para la Inversión Productiva al descuento de cheques de pago diferido de compañías Mypymes, disminución de encajes para bancos que financien a largo plazo a pequeñas y medianas empresas, Ahora 12, aumentos de las asignaciones, Plan Progresar, etc) resultaron útiles para contrarrestar el efecto recesivo de la devaluación. Lo que ocurre es que sin tener solucionado el frente externo (es decir, la disponibilidad de dólares), las políticas keynesianas tienen un límite. El problema principal para relanzar la economía es solucionar ese problema. En ese sentido, las últimas medidas que tomó el gobierno (incremento de la oferta de dólares a través de la negociación con el complejo agropecuario para que acelere la liquidación de la cosecha, acuerdo de un swap de monedas con China, licitación 4G para las telefónicas (inversión extranjera directa), incremento de la tasa de interés para los depósitos minoristas y lanzamiento de bonos vinculados al tipo de cambio para desalentar la compra de dólares) permitieron recomponer la tenencia de reservas. Si esa tendencia continúa están dadas las condiciones para que el 2015 sea mejor que este año.
-¿Considera que hubo una caída del poder adquisitivo en este año?
-Es difícil contestar esa pregunta porque habría que ponerse de acuerdo acerca de cuál sería el índice de inflación que tomamos como parámetro. Probablemente hubo alguna pérdida de poder adquisitivo salarial. Si eso ocurrió, sería el primer año que eso ocurre durante los 11 años de gobierno kirchnerista. La buena noticia es que la inflación se desaceleró fuertemente en los últimos meses del año. Ese dato es confirmado tanto por las mediciones públicas, como por las privadas. Por ejemplo, el Estudio Miguel Bein publicó que la inflación cerraría cercana al 32 por ciento, pero que para el año que viene estarían proyectando un 24 por ciento si continúa la tendencia actual.
-¿Se espera pérdida de empleo para el año próximo?
-La buena noticia fue que en un año muy complicado, los problemas en el mercado laboral fueron puntuales. La última Encuesta de Indicadores Laborales mostró una ínfima disminución interanual de puestos laborales (0,2 por ciento). La tasa de desocupación se mantiene en valores bastante reducidos y las tasas de desvinculación del personal se mantienen en bajos niveles. Un indicador de esto es que no hubo una explosión de Repro (el subsidio estatal que cubre la mitad del sueldo para la empresas en problemas) tal como se pronosticaba unos meses atrás. La cantidad de trabajadores beneficiados con Repro este año alcanzaron los 40.000. Para tener una idea, en 2009 (otro año difícil) la cantidad de trabajadoras beneficiados alcanzó los 144.000.
-¿Estima que se producirá una nueva devaluación?
-No creo que exista una devaluación como la de enero porque volvió a demostrar que no sirve para nada. Las devaluaciones abruptas lo único que logran es mejorar la rentabilidad de los sectores exportadores tradicionales a expensas del ingreso popular. El resultado de ese combo es una segura contracción del nivel de actividad y un casi nulo impacto en los sectores exportadores no tradicionales (básicamente industrias). La solución para esos sectores es desarrollar otros tipos de instrumentos que les permitan tener mayor competitividad. En ese marco, la administración del tipo de cambio debe complementarse con políticas activas de estímulo al desarrollo industrial. Eso no quiere decir que no pueda haber retoques del tipo de cambio, pero evitando bruscas variaciones que perturben la actividad interna.
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