CIUDAD › LOS DERECHOS SOCIALES Y EL ACCESO A LOS SERVICIOS SANITARIOS
Son los temas que plantea en su libro Aníbal Faccendini, el titular de la Asamblea por los Derechos Sociales.
› Por Leo Ricciardino
La historia del Estado es -además y casi siempre- la historia de la prestación y el desarrollo de los servicios públicos. Y esa historia, incluso la reciente en el país, no muestra precisamente un grado de valoración superlativa de parte del Estado hacia esos servicios, pero en especial no la muestra hacia los servicios sanitarios. Al contrario, habría "una historia de menosprecio del Estado hacia los servicios sanitarios", como dijo a Rosario/12 el doctor Aníbal Faccendini que de esta materia alimentó su libro "Derecho, Ciudadanía y Estado. El control ciudadano y la privatización del agua", que acaba de publicar la editorial de la Universidad Nacional de Rosario en su "Colección Académica".
Apenas 10 o 12 años atrás, en la ciudad hubo historias que demostraron cómo era posible a través del compromiso y con la ayuda del Estado generar instancias de participación real, de construcción de ciudadanía y de mejoramiento u obtención de los servicios públicos esenciales. Y esa es la historia de los Consorcios Barriales Cloacales. "El proyecto era muy progresista: Implicaba que un grupo de vecinos se reunía y con sus propios recursos, bajo la supervisión técnica de la municipalidad, construía sus propias cloacas", recuerda Faccendini. "Lo que faltó fue perfeccionar el modelo, que el Estado Municipal estuviera más presente, qué pasaba con los vecinos que no podían pagar, qué pasaba con el costo de la obra. Entonces comienza a surgir una comisión de vecinos que se llama Comisión de Vecinos Pro Obra Cloacal Precio Justo", recuerda el autor del libro y agrega que más o menos por esos años 19931993 surgue de allí después la actual Asamblea por los Derechos Sociales (ADs) que él mismo sigue presidiendo.
Aquella Comisión buscaba que las obras se hicieran pero con un mayor compromiso municipal, con mayor respaldo de la Municipalidad. "Algunos en ese momento interpretaron como que se estaba boicoteando el proyecto. Pero era al contrario, las obras se querían pero a un precio justo y con una intervención del Estado que pudiera regular eso que todavía no se llamaba 'casos sociales', es decir los vecinos que efectivamente no podían pagar". Además, dice Faccendini, "la mayor cantidad de obras masivas de cloacas que se hicieron en Rosario se hicieron en esa época, luego con la privatización el final de muchas de estas obras será tomado por la empresa privatizada Aguas Provinciales.
Los Consorcios Cloacales son un ejemplo de participación ciudadana muy concreta en la historia de Rosario, pero tenían problemas. "Principalmente, el problema era que lo que ponían los vecinos no alcanzaba para la obra, entonces lo que se pedía era que el Estado Municipal las subsidie y eso se consiguió con el voto del Concejo Municipal en 1994. En ese momento era intendente Héctor Cavallero y secretario de Obras Públicas Miguel Lifstchiz, era una muy buena respuesta de parte del municipio por la Provincia a través de lo que era la Dipos, se lavaba las manos. No hacia cloacas en Rosario".
Pero para ese momento, nadie sabía que la privatización del servicio estaba muy cerca en el tiempo, aún se esperaba que los Consorcios Barriales pudieran ser una realidad con el 10% que ponía el Estado. En aquel momento, más de 100 mil personas accedieron a las cloacas en Rosario, una ciudad que hoy sigue teniendo un enorme déficit en la materia y que la empresa -ahora nuevamente en manos del Estado- deberá resolver en algún momento.
"La cloaca es un símbolo de la modernidad", para Faccendini. "No se puede hablar de proyecto de país sin los servicios sanitarios. Si uno quiere conocer un estado, un país, tiene que conocer sus servicios básicos. Es la mejor radiografía. Estados Unidos, Canadá, países de Europa central, tienen todos estos servicios cubiertos. Y aquí en Rosario hay una gran deuda, aquí y en toda la provincia, y en la Argentina toda. Por eso nosotros planteamos que son inversiones que sí o sí deben hacer los Estados, porque son "inversiones hundidas" de casi nulo recupero que ningún privado está dispuesto a encarar.
-El planteo de ciudadanía y derechos sociales, implica que con estos derechos incumplidos una persona no puede sentirse ciudadano. ¿Sería la visión planteada en el libro?
-Claro, porque el tema de la construcción de ciudadanía viene por defecto del Estado, por el exilio del Estado frente a los derechos básicos de las personas. Viene a dar cuenta de la ciudadanía básica para que la gente se pueda desarrollar. Si hay libertad política, pero no hay libertad social, hay subyaciendo un sistema de explotación. Porque está bien valorar y tener libertades políticas nosotros hemos sabido duramente lo que es no tenerlas pero también hay que tener libertad social porque yo puedo hoy expresar mis críticas libremente, pero resulta que no me puedo comer o vivir dignamente con mi familia, no puedo acceder a la salud, a la vivienda y muchas otras cosas. Hay barrios en Rosario que parecen en la edad media.
-En materia de control ciudadano, de desarrollo de los servicios sanitarios, ¿se nota una evolución respecto de décadas anteriores, o ha evolucionado más la conciencia que la respuesta del Estado?
-Para mí se ganó más en conciencia que en niveles de efectividad de respuesta. Sobre todo teniendo en cuenta que Argentina tiene más de 8 millones de personas sin acceso al agua potable, como dijimos, y cerca de 15 millones sin cloacas. Ojo, no es poco que se haya ganado en conciencia, pero también se debería ganar en construcción de obras. Porque hay un debate también con el Estado: La administración dice "hay red de agua, por ende hay accesibilidad al agua potable". Nosotros planteamos que si no hay presión de agua, si no se llenan las cañerías; decimos que no hay accesibilidad al agua.
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