Los alarmantes números relevados por el Programa Nacional de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos Encuentro en diez barrios de la ciudad indican que, sobre 636 personas, 202 -el 32 por ciento- tienen problemas de lecto-escritura. Pero hay más: la mayoría son mujeres que desde muy chicas se hicieron cargo de un hogar y no pudieron estudiar.

El programa del Ministerio de Educación de la Nación encontró un 44 por ciento de personas con problemas de lecto-escritura en Villa Flamarión, mientras en el barrio Tío Rolo registraron un 28 por ciento. En tanto, en el Barrio Municipal, un 32 por ciento no estaba en condiciones de leer y escribir. En Empalme Graneros, el porcentaje se redujo a un 28 por ciento, pero en Molino Blanco alcanzó a 35 por ciento.

Los datos son contundentes, pero no por eso atemorizan a los voluntarios del programa, que según la coordinadora local del programa, Patricia Fleitas, son pocos "para la cantidad de gente a alfabetizar". La funcionaria informó que a través de estas personas, el Programa alfabetizó desde 2003 a una 400 personas en Rosario, de las cuales 147 se graduaron el año pasado. Los voluntarios dedican cuatro horas semanales de su tiempo a ayudar a aquellos que no tuvieron la posibilidad de aprender a leer y escribir. En un marco de expansión de la iniciativa, este año se abrieron diez nuevos centros de alfabetización: dos en barrio Las Flores, cuatro en Empalme Graneros, dos en Villa Flamarión y dos en Cristalería.

Pero más allá de los avances, Fleitas destacó que los bienes del Programa -que sostiene la Nación- son insuficientes ante la magnitud de la demanda. Por este motivo, reciben donaciones de útiles escolares. "Muchas veces la gente quiere aprender y no puede comprar siquiera un lápiz y una goma", relató.

El nombre mismo del Programa refleja su espíritu. Los centros de alfabetización funcionan en casas de familia, clubes, organizaciones comunitarias y parroquias que brindan un espacio para los vecinos que quieran aprender a leer y escribir.

Encuentro nació a fines de 2003, cuando Néstor Kirchner asumió como presidente y abrió un espacio para generar convenios con organizaciones que quisieran colaborar en la educación no formal de los sectores más vulnerables. En Rosario, desde el Movimiento Libertador San Martín, Fleitas encaró la difícil tarea de relevar los barrios más vulnerables, y a partir de los resultados convocar a voluntarios que se ofrezcan a ayudarlos. La tarea indica una vocación de servicio, pero también la comprensión del proceso de conocimiento como un diálogo, en el que los estudiantes también pueden decir lo suyo.

"Primero convocamos voluntarios a los que capacitamos sobre cómo es el Programa y a qué apuntamos, y después hacemos un relevamiento en los barrios más propensos a tener analfabetos para establecer prioridades", señaló Fleitas, quien relató que ese estudio les indica por dónde comenzar un trabajo que comienza en un punto, pero nunca se sabe hasta adónde seguirá.

En este marco de trabajo y confrontación entre lo ideal y lo real, Fleitas recordó que "en dos años se cumplirán doscientos años de la declaración de libertad de la patria, y acá todavía hay personas que dependen de otros para tener la posibilidad de aprender a leer y escribir".