CIUDAD › ROSARIO Y SU CAPACIDAD PARA ABSORBER RáPIDAMENTE BUENAS éPOCAS PERO TAMBIéN LAS CRISIS RECURRENTES DE LA ARGENTINA
La palabra boom que en esta ciudad se aplicó del 2003 para acá, a la construcción, el turismo, la gastronomía, y casi a todas las actividades económicas parece haber desaparecido del vocabulario por estos días. La crisis con el campo, la escalada de precios y el humor social ponen nuevamente a Rosario como un polo capaz de atrapar casi de inmediato
tanto las buenas como las malas de los distintos ciclos económicos. El análisis de Oscar Madoery, doctor en Ciencias Sociales.
› Por Leo Ricciardino
Sabido es que esta ciudad aprovecha como pocas las buenas coyunturas económicas del país. Sólo falta echar un vistazo a los últimos cuatro años donde rubro que se analizaba, estaba viviendo alguna especie de boom. La construcción, el turismo, la cultura, los hoteles, los restoranes, las inversiones público-privadas. ¿Por qué también es la que más siente las crisis? En rigor, Rosario no es muy diferente a la Argentina en esta recurrencia agustiante y desmoralizadora. Pero sí tiene sus particularidades respecto de, por poner un ejemplo, Córdoba o Mendoza; para nombrar a otros conglomerados importantes, sin incluir a Buenos Aires que tiene sus particularidades de megalópolis. Y en esa comparación una de las primeras cuestiones que salta a la vista es la composición productiva de Rosario que tiene "un entramado pyme muy sensible precisamente a estas oscilaciones, a diferencia de Córdoba que tiene más empresas grandes con capacidad diferente para absorber este tipo de crisis económicas", empieza diciendo a Rosario/12 Oscar Madoery, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CIU (Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario). Pero además, esta desaceleración de la actividad económica, ¿hubiese llegado igual sin mediar la crisis del campo? Para este cientista social, probablemente sí. "Porque lo que está en juego es esta incapacidad que tenemos los argentinos de proyectar a largo plazo y pensar acciones que nos permitan salir más allá de las coyunturas".
Para Madoery es como un esquema socio-político que tiene Argentina y que -obviamente- es recurrente: Los cambios sociales se dan a través de las crisis, no de otra manera. "Las crisis como inestabilidad, como incertidumbre generalizada, que después tiene distintos grados de profundidad, por supuesto. Lo de hoy es diferente a la crisis de fines de 2001. Pero es una crisis en ese sentido: El horizonte de expectativas de una sociedad de pronto se ve cambiado. Y esto nos diferencia de sociedades que logran conducir este tipo de procesos, porque tienen mejor estructura institucional, porque tienen mayor capacidad en sus dirigentes de proponerle al conjunto de la sociedad proyectos alternativos, discutir en base a estrategias y demás".
Respecto de la actual coyuntura, Madoery señala que la crisis en este caso tiene "consecuencias económicas inmediatas, se ha frenado la economía, nos ha vuelto a ganar la incertidumbre, se han fugado capitales. Hay todo un proceso de duda de cómo va a evolucionar todo, no lo sabemos con datos fehacientes todavía pero probablemente producto de la inflación haya gente que haya cruzado otra vez hacia abajo la línea de pobreza".
Madoery explicó que hay datos de investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán plantean que desde 1823 hasta ahora o sea en 186 años Argentina pasó por 50 años de crisis. Lo cual da un 27% de la historia vivida en crisis. Pero en los últimos 30 años ese número prácticamente se duplica: Es decir, de los últimos treinta años, casi 15 hemos vivido de crisis en crisis. Es una recurrencia de las crisis y a la vez de la incapacidad para resolverlas, ¿no?
Y si algo generan estas recurrentes crisis y situaciones de inestabilidad es una pérdida de confianza. Que son esos intangibles que tienen los procesos de desarrollo, que no los notamos, pero que son fundamentales. "Para que una sociedad se desarrolle necesita que su economía ande bien, que sus instituciones funcionen, pero también que el clima de expectativas de una sociedad sea positivo, esté en alza. Así que cuando uno la golpea tantas veces, esto es lo que se lesiona y termina generando este pesimismo que a veces nos hace decir a todos `bueno, este país no tiene rumbo'", sintetiza Madoery.
-Ahora, aún sin la crisis del campo, ¿hubiera llegado el gobierno a este proceso inflacionario, donde ya se nota una pérdida real de capacidad de compra del salario?
-Este conflicto con el campo lo que hizo para mí fue acelerar todo ese proceso inflacionario e incrementar su impacto. Y le agregó además otros condimentos del tipo social y político. Ahora, probablemente hubiéramos llegado a situaciones parecidas no digo iguales porque en el fondo lo que está en juego es esta incapacidad que tiene nuestro país de poner sobre la mesa proyectos que nos permitan ver el largo plazo y nos posibiliten salir más allá de las coyunturas. Es decir, estrategias a futuro. Entonces, se venían acelerando los precios internos porque hay una crisis internacional o hay un aumento generalizado de los alimentos. Pero además no aparece claro todavía qué rol vamos a jugar en el nuevo escenario internacional. Otros países, Brasil por caso, ha definido ya que apuesta a ser el principal proveedor mundial de alimentos, los principales exportadores de carne y a su vez los principales exportadores de biocombustibles. Habrá que ver a qué costo ecológico todo esto, ¿no? Pero que ya lo han definido es un hecho. Daría la impresión de que todavía la Argentina la ve pasar. Y me parece que hay dos condimentos que tienen que ver con la sociología y la política del país. Por un lado, aún predomina una matriz cultural del tipo antagonista que tiene que ver con mirar al otro siempre como un opositor, como un adversario, a veces como un enemigo. Con lo cual la realización de los propios intereses se dan a partir de la eliminación del otro. No ya de una manera física como décadas a tras pero sí una eliminación como sujeto político: negándole su racionalidad, su entidad como tal, y muchas otras cosas.
-La Presidenta en uno de sus discursos sobre el conflicto con el campo dijo que hay veces que la clase media argentina opera contra sus propios intereses. ¿Es así en algunas oportunidades?
-Eso puede ser tan cierto como algo que dice Nicolás Casullo acerca de que el peronismo no tiene, como históricamente no ha tenido, política para la clase media. Es un sector de la sociedad al que no llega claramente, no lo seduce, no lo interpreta. Y creo que ahí está un poco el dilema político de este país que tiene una clase media (hoy un poco devaluada respecto de otras épocas) que no logra definir una identidad y un proyecto de qué es lo que quiere y cómo canalizarlo. Entonces, probablemente un sector por oponerse al gobierno termine atentando incluso contra sus propios intereses. Y a su vez el gobierno, por no comprender ese tipo de lógicas los ve permanentemente como a un enemigo o a un conspirador. Y en sentido, pienso, en todo este conflicto ha habido de parte del gobierno una exageración al respecto.
-Aldo Ferrer ha dicho que esta crisis es diferente de otras porque se da en un marco institucional fuerte, con una economía interna aún sólida y con los precios internacionales favorables para Argentina...
-Comparto esa visión, pero diría cuidado con un par de cuestiones. Los pilares del modelo que son los superávit gemelos: superávit comercial y superávit fiscal se pueden diluir rápidamente. Porque si el gobierno quiere mantener subsidios a sectores clave como el transporte y la energía, si tiene -como tendrá- que ampliar gastos sociales porque habrá que contener a sectores que no podrán absorber la escalada de la inflación, y en consecuencia debe pensar en un mayor gasto público, deberá utilizar más recursos. Por otro lado, si en algún porcentaje caen un poco las exportaciones y siguen aumentando tanto las importaciones vamos a ver achicarse el superávit comercial. Con lo cual ahí el modelo puede sufrir un cimbronazo. Además, con respecto al precio de los alimentos el mundo no está dando evidentemente una oportunidad. Pero esto requiere capacidad estratégica también, para hacerlos en condiciones adecuadas que hasta ahora no ha aparecido.
-¿Por qué Rosario es tan receptiva de estas crisis y a la vez también absorbe de manera casi inmediata los buenos momentos económicos del país?
-Bueno, hay varios elementos a poner en consideración. Sin lugar a dudas esta ciudad es desde el punto de vista urbano es la que simboliza esta fase de crecimiento que ha tenido Argentina en los últimos años. Una economía agroexportadora, dinámicas productivas muy fuertes en todo lo que es la actividad agroindustrial, aquí son un centro de referencia mucho más que en Buenos Aires que es una ciudad de servicios, una ciudad global, con recepción de turismo internacional, etc. También es distinta a Córdoba que es una ciudad con más tradición industrial. Pero hay otro elemento a remarcar: Rosario es la única ciudad grande que no tiene una incidencia pública fuerte, o sea no es capital de provincia como Córdoba o Mendoza. Entonces, no cuenta con algunos mecanismos del Estado para contener y amortiguar los ciclos de la economía, como lo es por ejemplo el empleo público. Además, su tejido productivo está fuertemente amparado en pequeñas y medianas empresas, mucho más que otras ciudades que tienen más cantidad de grandes empresas, como Córdoba, por ejemplo. Al tener ese tejido pyme sabemos también que es un tejido más vulnerable, hoy hay empresas que su horizonte de sustentabilidad no va más allá de los tres o cuatro meses. Esas características le dan por un lado esa tremenda vulnerabilidad a las situaciones negativas, como a su vez le han dado desde el 2003 en adelante esa tremenda capacidad de reacción cuando la situación es favorable, por eso se habló del boom de Rosario en los últimos cuatro o cinco años y hoy probablemente podamos entrar en un escenario en el que los efectos de esta crisis se sienta más aquí que en otros lugares. Por ahí iría un principio de explicación a lo que pasa en esta ciudad.
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