CIUDAD › UN HOMBRE DENUNCIó A LA FACULTAD DE ODONTOLOGíA POR MALA PRAXIS
Sebastián Salvato se trató una caries el 9 de noviembre pasado. Parte del instrumental de la anestesia quedó incrustado en el maxilar. El paciente denunció abandono, pero las autoridades universitarias aseguran que atendieron su caso.
› Por Claudio Socolsky
Un hombre de 33 años denunció penalmente a la facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) por mala praxis. El pasado 9 de noviembre, Sebastián Salvato concurrió a la facultad para tratarse una caries. Mientras una profesora lo anestesiaba, parte de la aguja quedó incrustada en su maxilar. "No te va a pasar nada, la aguja se va a encapsular", le dijeron cuando terminaron de extraerle el molar. Desde entonces, el joven sufre dolores agudos por lo que deberá ser operado. Según la adelantaron, la intervención quirúrgica no es sencilla y podría traerle varias complicaciones; entre ellas, una probable parálisis de la boca. "Es terrible que nadie haya dado la cara, me siento abandonado como persona. Psicológicamente esto me mató", expresó el denunciante.
Sin embargo, el decano de la Facultad, Guillermo Franchella, dijo a Rosario/12 que el paciente "en todo momento tuvo la contención que necesitaba y se le ofreció todo. Se actuó de buena fe y lo concreto es que no hubo abandono. Se trató de un accidente extremadamente raro, pero ahora entró en el terreno legal y allí se termina nuestra competencia".
El joven relató que el 9 de noviembre pasado concurrió por la mañana a la facultad de Odontología por un dolor de muela. Pagó la consulta en la guardia y las alumnas que lo recibieron le pidieron que regresara por la tarde porque debían realizar un examen. "Me pusieron una anestesia y como no me agarraba; la profesora se paró, y al querer colocármela ella, quedó la aguja clavada en el maxilar derecho", explicó.
La extracción se extendió cuatro horas y media. Mientras tanto, la profesora le dijo al joven que se quedara tranquilo, que la aguja se iba a encapsular, minimizando el incidente. "Estuve con dolores cerca de un mes -recordó el denunciante- con molestias al comer y al dormir. A los cuatro días la única persona de la Facultad que me llamó fue una alumna, ofreciéndome que me sacara otra placa".
A partir de ese momento, Salvato comenzó un derrotero por varios especialistas de la ciudad. "Fui al Hospital Español, al Sanatorio Norte; todos se lavaban las manos. Yo sentía que cubrían a la colega. Me sentí muy mal psicológicamente, esto me afectó mucho. Me sentí abandonado y burlado en el momento que me sucedió esto", relató el muchacho de 33 años que está casado y tiene tres hijos.
Finalmente, Salvato consultó a un odontólogo en el Sanatorio Julio Corzo. El especialista le dijo que no podía garantizarle que la aguja no se moviera, pero también le advirtió que si lo operaba corría algunos riesgos. "Puedo quedar con parálisis facial, se me puede quedar dormida la lengua, e incluso no encontrar la aguja porque tiene un espesor muy finito", precisó el paciente sobre las posibles secuelas que le anunciaron los médicos que se hicieron cargo de la continuidad de su tratamiento.
"En ese momento decido no operarme -continuó- pero lamentablemente la aguja se corrió y me está afectando un nervio de la cara; tengo una inflamación cerca del oído. Volví a visitar a mi médico y me dijo que me tengo que operar porque si no van a continuar los dolores. Es una cirugía complicada y el caso es atípico en todo sentido. La aguja está en una zona donde está lleno de paquetes de nervios; tengo terror de operarme, pero no me queda otra".
En su descargo, Franchella indicó que en la facultad atienden a unos 100 mil pacientes por año. Y que en 28 años de carrera, nunca vio un accidente de este tipo. El decano sostuvo que "la aguja pudo venir fallada, la profesional pudo haber hecho un movimiento inadecuado, el paciente se pudo haber movido y eso provocó la rotura de la punta de la aguja. La realidad indica que fue un accidente muy extraño".
La máxima autoridad de la facultad salió al cruce de la denuncia, al señalar que al paciente le informaron que "debía controlarse; aunque normalmente no pasa nada". Según Franchella, "los alumnos lo llamaron para ver cómo estaba, pero el paciente no concurrió más a la facultad, y manifestó que había consultado a otro odontólogo".
El decano subrayó que la actitud de la Facultad no fue indolente. Le ofrecieron hacerse cargo de la situación y que pudiera elegir al profesional. "Pero a mediados de diciembre ingresó una demanda judicial por mesa de entradas", lamentó.
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