CIUDAD › AUTORIDADES DEL MUSEO DE LA MEMORIA EN CORDOBA Y MORENO
Ahora funciona un bar, pero en un tiempo
alojará al Museo de la Memoria. La comisión
analizó la futura distribución de espacios.
› Por José Maggi
En una jornada calificada como "histórica" por sus protagonistas la Comisión Directiva del Museo de la Memoria pudo ingresar por primera vez al emblemático edificio de Córdoba y Moreno, que hoy aloja al bar temático Rock & Feller's, pero donde en plena dictadura funcionara el Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. En este sentido el director del Museo Rubén Chababo calificó el logro como "un hecho bien concreto en el camino de tener finalmente esa propiedad para instalar allí el Museo de la Memoria". De la visita participaron Iván Hernández Larguía, Guillermo Ríos, Marta Bonaudo, Susana Llera, Norma Ríos, Marta Díaz, el obispo metodista Federico Pagura y Ema Lucero.
Chababo explicó a Rosario/12 que "desde hacía tiempo habíamos pedido a través del Ejecutivo ingresar al edificio para que el equipo técnico que está trabajando en el diseño del guión del museo pueda visualizar los espacios".
El director del Museo reconoció que el edificio "tiene una potencialidad óptima" al mismo tiempo que confesó sus dudas al comienzo del proyecto sobre el uso de espacios para investigación y archivos, así como bibliotecas y hemerotecas. "Sólo le falta un espacio para un auditorio pero creo que para los objetivos que se han trazado el lugar cumple con los mismos".
Según confió Chababo "la impresión de la comisión directiva fue ampliamente satisfactoria", y aseguró que la visita de ayer "abre un camino mucho más seguro y es mucho más que algo simbólico porque se demostró que más allá de los pagos que el municipio está haciendo mes a mes para lograr la posesión del inmueble, hay un reconocimiento a la comisión directiva del museo de parte de los actuales ocupantes. Por eso digo que este fue un hecho más que concreto para avanzar en el camino de tener la propiedad".
La visita fue vivida de distinta manera por sus protagonistas. Este es el caso de Marta Díaz, secretaria de la Comisión Directiva, quien pasó por este edificio del Comando del Segundo Cuerpo entre abril y agosto de 1979. "Aquí se llevaban a cabo los Consejos de Guerra a los detenidos y la verdad es que cuando entré se me estrujó el hígado".
En verdad Marta llegó rato antes de las 9 de la mañana y se tomó su tiempo para buscar las puertas que dan a la cochera del inmueble, hoy convertida en un estacionamiento privado. Le costo trabajo porque algunas cosas habían cambiado. "Faltan las barandas del frente del jardín, que impedían que la gente pudiera observar desde la calle, falta una puerta, la garita de vigilancia y el tanque de guerra que estaba en la esquina".
Según confesó Marta "entrar me produjo escalofríos. Más aún al recordar lo que pasé en ese lugar". Aunque también tuvo tiempo para percatarse que "muchas cosas no están como bancos y mesitas y un sillón grande blanco".
De igual modo un vez en el interior "traté de ubicarme donde estuve sentada mientras escuchaba con sorpresa a mi abogado defensor -un militar- pidiendo una condena mayor a la que pidió el fiscal". Pero ese espacio no está. "Han hecho un gran boquete en el piso del primer nivel de unos tres metros por tres metros, que era justamente el sitio donde estaba sentado el acusado en su silla. Esa loza desapareció para dejar lugar a una enorme araña colgada del techo del primer piso que llega hasta la planta baja".
Pero más allá de su entereza para regresar al lugar, Marta Díaz confiesa que no se animó a ingresar al nivel más bajo, donde están los baños. "El lugar está cargado de mucha energía" agrega Ema Lucero, otra de las visitantes. "Mucha gente que ha estado en las muestras del Museo de la Memoria, y que no conocía la historia del edificio de Córdoba y Moreno, nos ha relatado que los baños de ese bar eran un lugar muy fuerte para bajar. Aseguraban que sentían algo muy fuerte, una sensación muy rara en ese sitio". Ema agrega en su relato, que "viví esta jornada de manera muy sentida, porque pensé todo el día en la cantidad de compañeros que pasaron por allí".
Marta Díaz asegura finalmente que mientras recorría el lugar buscando la puerta que comunicaba la enorme mansión con la cochera por calle Moreno, recordé el relato de Lelia Ferrarese, quien tantas veces nos contó como Galtieri amenazó de muerte a 86 compañeras que habían sido llevadas desde la cárcel de Devoto a ese lugar para dejarlas en libertad. Galtieri las hizo poner a todas las mujeres en círculo junto a sus familiares y les explicó que ya no estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, y que se les había dado otra oportunidad, pero les advirtió que si alguna de ellas se las encontraba alguna vez en alguna actitud no muy clara les pasaría esto, haciendo el gesto de quien dispara una ametralladora a la altura de la cintura". Todo eso vino a mi memoria de repente" concluyó Marta Díaz.
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