En el marco de su visita a la ciudad para participar del XVII Congreso anual de CIDEU, el Concejal Delegado de Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Barcelona, Ignacio Cardelús, dialogó con Rosario/12 sobre algunos de los temas que se debatieron en la reunión. Moderador de la mesa "Promoción de la Actividad Económica", donde se presentaron varios proyectos -entre ellos el de la línea aérea Spanair Barcelona-, Cardelús sostuvo que "ya no es patrimonio de las grandes capitales el poder tener un plan estratégico". Para el vicealcalde de Barcelona, a partir de la crisis financiera internacional "determinados valores de la derecha han saltado por los aires, pero el valor del trabajo bien hecho, de la responsabilidad, de la solidaridad, deberían ahora emerger con más fuerza".

-¿Se han cumplido las expectativas por el nuevo Congreso Anual del CIDEU?

-Sí, porque es la ocasión en la que más ciudades han participado, y por tanto la red de ciudades que establece el CIDEU se ha consolidado. Las distintas ciudades están explicando sus proyectos estratégicos para los próximos años. En el caso de Barcelona, hemos explicado algo novedoso. Es la primera ciudad del mundo que ha decidido comprar una compañía aérea, Spanair. Comprar no solo con capital del Ayuntamiento de Barcelona, sino también con la sociedad civil barcelonesa con el fin de asegurar el funcionamiento de un aeropuerto. Otras ciudades han explicado proyectos muy interesantes relacionados, porque el contexto internacional así lo obliga, a hablar de temas referidos a la ocupación, la capacidad de innovación y la capacidad de salir de la crisis".

-Mientras la gente espera respuestas rápidas ante la crisis, pensar estrategias a largo plazo y cómo comunicarlas debe ser la clave para que estos planes sean exitosos.

-Esta cuestión ha salido en las distintas ponencias porque es evidente que todos los alcaldes de todas las ciudades del mundo están volcados en la solución de los problemas concretos de las ciudades. En estos momentos, la crisis económica es muy importante y por lo tanto la primera función de un alcalde es cuidar a sus ciudadanos con políticas de corto y mediano plazo. Pero es evidente que para salir de las crisis hay que seguir trabajando en planes estratégicos y en visiones más a largo plazo. Esta crisis durará lo que durará, pero van a cambiar muchas cosas en el sistema productivo. Es bueno que las ciudades encuentren un perfil propio y decidiendo hacia dónde quieren encarar su futuro.

-En las ponencias se escuchó varias veces decir que de las crisis surgen oportunidades.

-Esto es cierto, y decirlo a las personas que están sufriendo la crisis a veces produce un cierto sarcasmo, porque en verdad hay que ocuparse de ellos. Pero de todas las crisis salen oportunidades, y las ciudades que han estado trabajando estos años con planes estratégicos, y que no han esperado el momento de la crisis para pensar que quieren ser de mayores, son las que están mejores preparadas y tienen más felicidades para implementar estos proyectos.

-¿Cómo pueden hacer las ciudades con presupuestos menores para generar empleo?

-Una de las consecuencias de esta crisis es que a partir de ahora los pequeños también importan. Vamos a pasar a un modelo productivo en que el tamaño no es lo más importante. Va a cambiar la manera de relacionarse entre las ciudades, ya no es patrimonio de las grandes capitales el poder tener un plan estratégico. Hay que trabajar en red, para que las ciudades mucho más pequeñas se puedan especializar en temas concretos.

-Después de varias décadas de políticas neoliberales se vuelve a hablar de temas olvidados, como la generación de empleo, el cooperativismo.

-La verdad es que esta crisis económica es obviamente una crisis de valores, pero no de todos los valores, de unos determinados valores. Lo digo desde el punto de vista de mi posición política, desde el centro izquierda. Es obvio que determinados valores de la derecha han saltado por los aires con esta crisis, pero no todos los valores. El valor del trabajo bien hecho, de la responsabilidad, de la solidaridad, deberían ahora emerger con más fuerza.

-Desde Rosario se insiste en comparar a la ciudad con Barcelona. ¿Encuentra algún punto de contacto para realizar esta comparación?

-Es esta idea de que las ciudades que no somos capitales de Estado también tenemos un papel a jugar en el mundo, y eso ha cambiado mucho. El concepto de capitalidad ha evolucionado, la capital ya no es sólo donde está la sede del gobierno y residen las principales instituciones, sino que se puede ser capital en el mundo. En este sentido, considero que Rosario y Barcelona tienen algo en común: la voluntad de ser capitales más allá del ámbito estrictamente nacional. Barcelona lo está haciendo con una estrategia muy clara vinculada al tema del Mediterráneo. Hace pocos meses se ha instalado la sede del secretariado de la Unión por el Mediterráneo, y a partir de ese proyecto estamos generando unas ganas colectivas de convertirnos en la capital del Mediterráneo. Creo que Rosario, y otras ciudades en el mundo que no son capitales de Estado, pueden entrar en un proceso de este estilo.

-Aquí todavía se discute sobre la autonomía municipal.

-Esto también es muy importante. Nosotros somos la red de ciudades y tenemos que mantener el criterio de que la autonomía municipal es vital. Siempre se ha hablado, aquello que se puede resolver desde la primera instancia de gobierno no tiene por qué resolverse desde más allá. Nos tenemos que defender, porque a veces en otros ámbitos del gobierno se ven a las ciudades, en términos de financiación, como los males pequeños y esto deber ir cambiando. Pero para echar una luz de esperanza; por ejemplo en el caso español, cuando el presidente Zapatero ha decidido implementar medidas anticrisis, ha contado con los municipios. Son políticas que no se hacen desde la administración central, sino que se aportó directamente dinero a los municipios para que desde los propios municipios hagan licitación de obra pública para reactivar la economía. Es la primera vez que el Estado español confía en los municipios para salir de la crisis.