Mar 07.02.2006
rosario

CIUDAD

Homenaje a pura emoción para recibir a Fontanarrosa en casa

Hasta el intendente Lifschitz se prendió en el reconocimiento ideado por amigos que hicieron realidad un chiste del Negro

› Por Claudio Socolsky

Pasadas las dos de la tarde, Roberto Fontanarrosa, acompañado por su mujer, se asomó al balcón de su departamento de Wheelgright al 1500, y al observar el marco espectacular que lo rodeaba, movió despaciosamente sus brazos en señal de agradecimiento. No pudo evitar, en ese lindo borde donde la emoción estalla, derramar algunas lágrimas. Fue ayer, en el reconocimiento organizado por sus amigos, con el apoyo de la Municipalidad de Rosario que en la persona del intendente Miguel Lifschitz, le entregó al dibujante y humorista más famoso de la ciudad una copa diseñada por Dante Taparelli, para cerrar un homenaje que contó con la presencia de muchos ciudadanos rosarinos, quienes se acercaron hasta el domicilio de Fontanarrosa para brindarle unos cálidos aplausos.

La idea original del reconocimiento para el popular Negro consistía en realizar una caravana desde su domicilio hasta la Plaza 25 de Mayo. Algunos amigos del escritor, reconocidos por integrar la no menos famosa Mesa de los Galanes, se pusieron en campaña para hacer realidad una humorada del Negro, que al recibir un premio otorgado por cuarenta escritores de todo el mundo, dijo estar seguro que "habría caravanas y fiesta en Rosario".

El cansancio que le produjo el viaje de vuelta desde Colombia, donde recibió el galardón de sus pares, decidió a los organizadores a festejar la llegada en su casa, cortando la calle para que desfilaran los gauchos del centro tradicionalista El Facón, la asociación de autos antiguos, un colectivo sin techo en el que venían amigos, funcionarios y colados; mientras los Mariachi Rey iniciaban sus corridas mejicanas alabando al homenajeado.

"Es un grande y se lo merece. Aunque soy de Ñuls lo amo y me alegra cuando gana Central, porque me alegro por él, porque es su vida", dijo Alicia, empleada de una clínica, que pidió permiso en el trabajo para participar del reconocimiento a Fontanarrosa. "El encargado me miró con una cara cuando le dije dónde iba, pero para mí era una obligación", concluyó la admiradora del Negro, que no quiso perderse la reunión.

El autor de Inodoro Pereyra, visiblemente emocionado, continuaba saludando a cada uno de las personas que reconocía. Los mariachis coreaban "Por el Negro Fontanarrosa!", mientras disparaban balas de fogueo al aire en señal de alegría. Fue allí que los fanáticos de Central coparon la parada al canto de "olé, olé, olé, Negro, Negro", con un fondo de trompeta que soplaba la tradicional marcha canalla.

Los vecinos del edificio del Negro lo acompañaron desde sus balcones, con aplausos y vivas, y hasta algunos pacientes del sanatorio Británico se asomaron para saludar, inclusive con los sueros a cuestas. "Pocas veces se levanta la ciudad por alguien. Fellini, nomás", decía el cineasta rosarino Rodrigo Grande, completamente satisfecho porque a su entender, había salido "todo bien".

Cuando el intendente Lifschitz le entregó la copa a Gabriela, la compañera de Fontanarrosa, el escritor posó para las fotos, saludó por enésima vez a sus incondicionales, golpeándose su pecho, y volvió a ingresar a su departamento, realmente conmovido.

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