CIUDAD › FUROR POR ENTRADAS PARA EL SHOW DE PROVINCIAL
Paciencia. Euforia. Frenesí. Llanto. Dolor. Con sólo aproximarse a las inmediaciones de calle Corrientes, entre Córdoba y Santa Fe, el transeúnte podía encontrarse con cualquiera de esas sensaciones, impregnadas en los rostros de los miles de rosarinos, santafesinos, porteños y hasta rionegrinos que se agolparon a las puertas de Tarjeta Naranja ansiosos por lograr un lugar entre los cinco mil que el próximo 21 de marzo recibirán a Joaquín Sabina en su regreso a la ciudad, a cinco años de su anterior visita. Y si a los serenos fans que iniciaron la cola el viernes por la noche la espera les fue gratificada, para aquellos que se sumaron a las filas cerca de la medianoche del domingo la suerte les fue esquiva, ya que pasadas las 18 de ayer se realizó el anuncio que muchos temían: las entradas para el recital del cantautor español se agotaron mucho antes de lo previsto por los organizadores.
¿Qué ocurrió entre aquella presentación de Sabina en el año 2000 y la que el próximo 21 de marzo ofrecerá en el estadio cubierto de Provincial? ¿Cuáles fueron los hitos que provocaron tanto furor para que, a diferencia de las 2800 personas que asistieron en aquella oportunidad, esta vez fueran miles las que desbordaron las boleterías? En lo formal, desde el lanzamiento de Nos sobran los motivos en el 2000, Sabina editó el disco de inéditos Dímelo en la calle en el 2002, el compilado Diario de un peatón un año después y, en 2005, Alivio de luto, su retorno al ruedo después de un complicado cuadro de salud, y el eje de su gira Ultramarina.
Más allá de datos biográficos, el furor por ver el show del español marcó un hito en la ciudad, sólo equiparable con el fenómeno logrado por Luis Miguel en el estadio de Rosario Central. Así, valiéndose de reposeras y proveyéndose de vituallas diversas en los kioscos de la zona, los previsores se retiraron felices en las primeras horas de ayer. Porque, esta vez, esa insólita demostración de fanatismo --la de montar guardia frente a las boleterías-- terminó convirtiéndose en remedio: los que se sumaron con sus sillas a los primeros fans convirtieron a su estoicismo en tickets. Aunque, es cierto, no todos corrieron la misma suerte. En líneas generales (y exceptuando a colados y oportunistas), todos los que se incorporaron a las filas después de las 22.30 del domingo quedaron fuera del vallado policial, ése que completó un operativo iniciado pasadas las 10 del lunes.
Al frente del dispositivo de seguridad, el comisario principal Sergio Coronel evaluó el fenómeno de convocatoria, minutos antes de que las entradas se agotaran definitivamente: "Este es un operativo de cien hombres. No es el lugar adecuado para la venta y sobrepasó las expectativas que tenían los organizadores, pero ahora hay que improvisar, trabajar con criterio. Vamos a ver qué pasa cuando digamos que no quedan más entradas". Ese anuncio se realizó finalmente a las 18.15, cuando el total de 1700 plateas y tres mil populares quedaron en manos de los que, como mínimo, habían pasado una noche de espera en las veredas circundantes al local comercial de calle Corrientes. Esos mismos que después de la epopeya recibirán eufóricos a Joaquín en su única actuación en la ciudad.
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