Sáb 20.03.2010
rosario

CIUDAD › ASESINARON AL EX JEFE DE LA BARRABRAVA DE ÑULS, ROBERTO "PIMPI" CAMINO

Con el sello de un crimen por encargo

El viernes a la madrugada, Camino acudió en su auto y "tres amigos" al bar de Servando Bayo al 1400. Cuando decidió salir a la calle a fumar dos personas lo ejecutaron de cinco disparos. Llegó sin vida al hospital Carrasco.

› Por Alejo Diz

El hilo de agua rosada que desembocaba en un charco sobre la cuneta del asfalto era evidencia de que la escena del crimen había sido alterada, presumiblemente por los propios asesinos. El lugar donde cayó Roberto "Pimpi" Camino a las 5.35 de la madrugada de ayer fue baldeado, la sangre desapareció, al igual que tres de las cinco vainas que se utilizaron para ultimar al ex líder de la barra de Ñuls. "Pimpi" fue dueño de una historia de violencia que acabó con su vida al recibir cinco impactos de bala, encontrando una muerte feroz, propia de un hombre que supo construir y liderar una las barras de fútbol más beligerantes del país y que con los mismos hábitos se apoderó de la zona sur de la ciudad. La causa del crimen está en manos del juez de Instrucción Javier Beltramone, quien investiga los vínculos que el fallecido mantenía con autoridades policiales.

No fue Ñuls el que hizo de "Pimpi" Camino un hombre violento. En mejor caso, fue Camino quien hizo del club un reducto de encendida violencia bajo el gobierno de Eduardo López. Su ingreso al paraavalancha rojinegro lo hizo a los tiros, en un recordado partido entre Ñuls y Unión en el parque Independencia, y poco años después de cumplir una condena en Coronda por homicidio de su mujer. Haciendo uso de armas de fuego desplazó a Oscar "Cacho" Lucero del más alto peldaño de la tribuna y desde allí construirá un lugar de poder en el cual intervinieron autoridades policiales y el propio López.

La policía le supo dar garantías a "Pimpi": le liberaba las tribunas para ejercer la intimidación sobre los hinchas que se oponían al gobierno del ex presidente y el propio López le entregó las llaves de la entidad, ejerciendo los violentos una omnipresencia sorprendente en el parque Independencia y el polideportivo Bella Vista.

Con el cambio de gobierno en Ñuls, y tras la condena a tres años de prisión por el intento de copamiento a las instalaciones de la entidad el 26 de enero de 2009, los hermanos Camino perdieron injerencia en el mundo del delito, incluso con problemas para mantener su ascendencia en zona sur, donde reside la familia. En Grandoli y Lamadrid imponían el miedo, y allí la policía nunca se metía. Estuvo prófugo tres meses por los incidentes que protagonizó a comienzos del año pasado, tiempo en el que el que supo estar a cobijo del Sindicato de la Carne, en el cual más de una vez recibió la llamada pertinente para evadirse del allanamiento que próximo estaba por detenerlo.

En el último año "Pimpi" dejó de cumplir el tratamiento médico prescrito para atender su enfermedad en el sistema inmunológico, el cual se le detectó en el 2007 cuando fue internado por recibir un ataque a balazos en pleno centro de la ciudad. Por ello pasó buena parte del mes de febrero internado, haciendo apenas tres semanas que le habían dado el alta médica.

Con el asesinato del pibe Walter Cáceres renació en la opinión pública el fantasma de "Pimpi", aunque para la policía, que ya había dejado de ser contacto de referencia, ser transformó en un problema. La emboscada el micro con hinchas de Ñuls derivó en la remoción de autoridades de la comisaría undécima, con jurisdicción sobre su domicilio particular, y en la detención de un efectivo de la fuerza. Gozaba de libertad condicional, que no le fue revocada a pesar de incumplir las restricciones impuestas para disponer de tal beneficio, entre ellas acudir a la comisaría cuando jugaba el primer equipo leproso.

El viernes a la madrugada Camino acudió en su auto con "tres amigos" al bar Ezeiza de Servando Bayo al 1400. Allí se encontraron con una quinta persona, con quien compartieron algunas bebidas. A las 5.18 le sonó el celular y minutos luego de cortar la comunicación salió a la calle a fumar un cigarrillo de marihuana. No llegó a darle una pitada: lo ejecutaron de cinco disparos, presumiblemente gatillados por dos personas. Los dos primeros impactos los recibió en las piernas, otros dos en el torso y el quinto cerca del corazón.

Según las primeras pesquisas, sus compañeros salieron a la calle, recogieron el cuerpo, lo subieron a su propio auto y lo llevaron al Hospital Carrasco, el más próximo al lugar del crimen, donde lo dejaron en manos de los médicos, que ya nada pudieron hacer. Nadie salió en defensa de "Pimpi" durante el ataque. Hubo un entregador y el resto se vistió de cómplice, de acuerdo a las sospechas.

Cuando la policía llegó al lugar del crimen ya no había sangre, pero dieron con el dueño del bar. Aún nada se sabe de quiénes son los que compartieron sus últimos minutos de vida, serían los mismos que lo dejaron en el Hospital. Ahora se los busca como asi también al auto, donde encontró una previsible muerte violenta. Alberto, su hermano, desconoce si el asesinato de Pimpi alcanzará para saldar las deudas que en la madrugada de ayer le fueron a cobrar con cinco balazos.

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