CIUDAD › HABIAN ADULTERADO COFRES DEL SUQUIA DE ROSARIO
La policía desbarató esta semana una banda integrada por 27 personas que operaban en el país desde hace más de 7 años, especialistas en adulterar llaves de cajas de seguridad. Con ese método se llevaron millones de distintas sucursales de Capital Federal, Mar del Plata y del Banco Suquía de Rosario.
Cientos de clientes de 25 bancos de Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Rosario y el Uruguay fueron damnificados en millones de dólares por una banda de saqueadores internacionales de cajas de seguridad, que operó durante los últimos siete años y que quedó desarticulada esta semana.
La organización delictiva quedó desbaratada con la detención de los últimos seis miembros durante ocho allanamientos realizados esta semana en los barrios porteños de Palermo, Recoleta, Monserrat y Balvanera. Estos detenidos se suman a otros 17 apresados con anterioridad.
La banda no forzaba los cofres de seguridad, sino que confeccionaba las copias de las llaves con la utilización de un sistema artesanal de medición microscópica de los tambores de las cerraduras. Copiaban tanto los tambores de las cerraduras de los clientes como la "maestra", es decir la que posee el banco y es necesaria para completar la apertura de una caja de seguridad.
Entre los domicilios allanados figura un taller clandestino de cerrajería donde los investigadores secuestraron unos 40 tambores de cerraduras y más de 200 copias de llaves. En otro procedimiento, los policías se incautaron de 30 llaves "maestras", cinco tornos, 50 planchas para confeccionar llaves y 25 chequeras robadas en cajas de seguridad.
La banda cayó luego del estudio de filmaciones de una entidad bancaria porteña donde fueron vistos los dos primeros sospechosos, actuando como "clientes" del banco desde hacía cinco meses, quienes habían alquilado dos cajas de seguridad con documentos falsos. En la grabación se veía la maniobra que consistía en extraer y llevarse el tambor de la cerradura maestra de una de sus cajas, la cual era reemplazada por un tambor "ciego", como se denomina a los que se pueden abrir con cualquier llave. Luego, con un "aparatito, confeccionado artesanalmente, pero de una precisión milimétrica" medían los lugares correspondientes a los dientes de la llave que debería colocarse para abrir la segunda cerradura, la del cliente. Tras ese paso, en algunos de los talleres de cerrajería que poseía la banda, confeccionaban la llave "maestra" y la copia de la correspondiente al cliente, futura víctima, con la que iban al banco y abrían el cofre.
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