Jue 07.10.2010
rosario

CIUDAD › RICARDO CHOMICKI HIZO USO AYER DE SU DERECHO DE DEFENSA EN TRIBUNALES

Ricardo Chomicki hizo uso ayer de su derecho de defensa en Tribunales

Secuestrado por la patota de Feced, a los 18 años, se convirtió en colaborador de la dictadura y está acusado de participar en secuestros y torturas. Ayer Chomicki señaló en su testimonio específicamente a Lofiego y a Marcote como torturadores.

› Por Sonia Tessa

Sentado en el banquillo, Ricardo Chomicki hizo uso ayer de su derecho de defensa. Secuestrado por la patota de Feced, se convirtió en colaborador, y está acusado de participar en secuestros y torturas. En su extensa declaración de ayer, subrayó su condición de víctima, aunque esa definición sea rechazada por la mayoría de los sobrevivientes. Una de las grandes incógnitas del juicio a Ramón Genaro Díaz Bessone por delitos de lesa humanidad, si Chomicki iba a declarar, se develó cerca de las 15 de ayer, cuando se sentó frente al Tribunal Oral Federal número 2. "Niego rotundamente haber torturado ni haber apremiado a nadie", dijo durante su declaración, en la que relató cómo fue secuestrado junto a su ex esposa y entonces novia Nilda Folch y afirmó que ambos fueron torturados. Chomicki señaló específicamente a José "El Ciego" Lofiego y a Mario "El Cura" Marcote como torturadores, además de contar que "todo cambió" -para ellos en el Servicio de Informaciones cuando el interventor de la policía rosarina, Agustín Feced, conoció a Folch, que le hizo recordar "automáticamente" a su hija mayor. Desde ese momento, el mandamás del Servicio de Informaciones comenzó a protegerlos y les mejoró el hábitat. Folch está prófuga, acusada de los mismos delitos que Chomicki, quien explicó haber sido visto por gran cantidad de detenidos en la sala de torturas porque estaban alojados en la pieza contigua, separada sólo por un tabique del lugar donde se aplicaban los tormentos. "Era uno más, uno como los demás, siempre fui un secuestrado, un preso", dijo sobre el final. En ese momento, su nerviosismo era visible.

En la sala, entre el público, no había testigos de la causa, ya que no pueden presenciar esta etapa de las audiencias. Chomicki es acusado por la mayoría de los querellantes particulares, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Mientras tanto, Hijos y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación desistieron de acusarlo, al considerar que aquella persona que ingresa como víctima en un centro clandestino de detención, haga lo que haga dentro de él, sigue siendo una víctima.

En uso de su derecho a la defensa, y sin responder preguntas, Chomicki relató: "Mi secuestro fue el 1º de diciembre de 1976, saliendo del bar de Juan José Paso y Alberdi. Siento un fuerte golpe en la cabeza, presumo que con una culata, me reducen y simultáneamente lo hacen con Nidia Folch". Después de un brevísimo paso por la seccional 10ª, fueron trasladados al Servicio de Informaciones. Respecto de su estadía en ese centro clandestino de detención, relató que fue "llevado a una habitación contigua a la oficina de Lofiego, desnudado, subido a la parrilla y sometido a torturas con picana eléctrica". Según contó, lo atormentó aún más en esa situación escuchar los gritos "desgarradores" de Folch. Lofiego se le acercó y le dijo: "Escuchá como violan a tu noviecita". "Era intolerable. Para tratar de frenar mi padecimiento, y lo que estaba sucediendo con Folch, digo que podría dar un domicilio, me suben a un vehículo y vamos a la casa de un colaborador periférico, Ramos, que sólo había prestado su casa para algunas reuniones, y estaba junto a un hijo menor de 14 años", continuó el relato. En realidad, se trataba de un hermano. Los dos fueron secuestrados.

Chomicki contó que volvió a la misma oficina, donde Folch era "sistemáticamente" torturada y violada. "No sé cuánto tiempo sucedió entre hecho y hecho, para algunos es muy fácil calcular el tiempo en esas condiciones, pero a mí me cuesta. Vuelven a bajarme para interrogarme. Contigua a la oficina de Lofiego había un sector redondo donde depositaban a la gente que era torturada. Allí estaba yo. La sucesión de caídas hacía que se olvidaran de nosotros por algunos días, teníamos el privilegio de no ser llevados durante un tiempo. Pero donde te levantaban, era insufrible, uno se quería hacer invisible". Según relató, Feced pasaba a cada tanto a conocer a los detenidos. "Ahí sucede un hecho que va a cambiar nuestra historia: Feced conoce a Folch y le hace acordar automáticamente a su hija mayor. Eso hace que se compadezca. Nos llevan a una oficina y Feced dice textualmente que si él comprobaba que ninguno de los dos teníamos una boleta, es decir, que no habíamos matado a un policía o un militar, él nos iba a ayudar. Entonces, nos cambió el hábitat de detención".

En ese punto, el imputado pidió un pizarrón para realizar un croquis que le permitiera graficar su versión sobre su presencia permanente cerca de la sala de torturas. "Es muy importante, porque a veces es muy difícil de entender nuestra situación. Nos llevan a vivir a una habitación que tenía dos cuchetas, que estaba pegada a la sala de torturas donde estaba la camilla de El Ciego. A partir de ese momento, pasamos a ser sirvientes. Una de las tareas era limpiar la sala de torturas. En la tortura, uno se defeca, se orina, hay sangre. Nosotros vivíamos ahí, con 18 años, en ese ámbito", expresó Chomicki. En ese momento, en el público, Yoli Medina -hermana del desaparecido Oscar Medina no pudo soportar el relato, y rompió en llanto. Debió salir de la sala.

Ajeno a lo que sucedía en el público, Chomicki continuó su relato. "Cuando llegaban los nuevos torturados, nos sacaban a los gritos de la habitación contigua, nos decían por nuestros apodos: `Polaco, Polaca, salgan de acá`. Pasamos días sin dormir. Y cuando terminaba eso, nos mandaban a limpiar". Sobre las tareas que realizaban en ese espacio, precisó: "Nosotros cebábamos mates, redactábamos informes. Los informes para La Capital los escribí más de una vez, pero no porque yo quería. Yo estaba secuestrado".

Sobre su presencia en la zona donde se torturaba -y mientras explicaba el croquis del Servicio de Inteligencia Chomicki reconoció: "Hay mucha gente que me ve en el ámbito, ya que por debajo de la venda se ve, uno trata de ver -hizo el gesto de mirar por debajo de la venda . Pero estar ahí no era una elección mía, yo nunca tuve libre albedrío. Yo no quiero denostar, ni quiero agredir a los testigos, porque entiendo a muchas personas que hablan".

Chomicki también admitió: "En comparación con los otros compañeros, estábamos en mejores condiciones, pero nosotros seguíamos secuestrados, hasta el 15 de febrero de 1977". Ese día, Feced fue a pedirle por la pareja al entonces comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Galtieri. Entonces los legalizaron. A partir de ese momento, comenzaron a recibir visitas y a salir.

El acusado también se refirió a su casamiento. "Otro elemento que está próximo a mi liberación, en junio de 1977, es uno de los grandes tabúes de este juicio, y es la presencia de Feced como padrino de mi boda. Un día vino a verme. El no me tenía ninguna simpatía. Yo salvé mi vida por Folch. Feced me dijo: 'Mirá hijo de puta, vos metiste a esta pendeja en esto y te vas a hacer cargo. Vos te vas a casar'. Me casó estando detenido, por civil. Y por iglesia, me llevó a Zavalla, donde tenía un cura amigo. Los padrinos eran mi madre y él, que llevaba una pistola Mágnum".

Chomicki continuó: "Muchos se preguntan por qué llegada la democracia no denuncié estos hechos". Afirmó que después de ser liberados, él y su esposa se radicaron en Mar Del Plata, donde recibían visitas periódicas de personal de inteligencia, que los amenazaba. Dijo también que el Estado le reconoció la condición de víctima al indemnizarlo dos veces, y también se quejó: "Nunca fui llamado a declarar como testigo, me vinieron a detener en 1984, y luego en 2004".

Sobre su detención en 2004, dijo que en el penal de lesa humanidad de Marcos Paz no quisieron dejarlo entrar. "Los únicos que piensan que no he sido montonero son los denunciantes", afirmó, y relató que el ex comisario Miguel Etchecolatz lo amenazó de muerte.

Sobre las acusaciones, negó haber participado de secuestros y torturas. "¿Cómo se puede pensar que yo podía secuestrar. Yo estaba secuestrado. Excepto en el caso de Ramos, no hay un solo testimonio que diga que Caddy Chomicki me fue a detener. El gran colaborador que milita desde 1973, conociendo muchos domicilios, ¿no dio ningún domicilio?", apuntó el imputado.

Aunque hay testimonios de su participación en las torturas, Chomicki lo negó. "En cuanto a los tormentos, son 4 las acusaciones que tengo. ¿Cómo es que el terrible torturador se ensañó con cuatro personas de las cientos que pasaron ahí? No tiene un hilo conductor que yo haya estado ahí. El lugar donde yo vivía puede inducir el equívoco. Mi situación privilegiada podía molestar a muchos compañeros. Pero niego rotundamente haber apremiado ni haber torturado a nadie", dijo el acusado.

Chomicki enfatizó su defensa: "No hay una sola mención mía ni de Folch de participación en ningún hecho, posterior a mi liberación, ni en Rosario ni en otro lugar del país. Si me cambié de bando, como dicen, ¿por qué no continué después? Tras mi liberación me fui a Mar del Plata, con la única intención de olvidarme de este infierno, pero eso se convirtió en utopía". En ese punto, expresó que lleva 34 años en ese "infierno". "Tenía 18 años, ahora tengo 53, y sigo siendo perseguido, encarcelado y torturado. ¿Qué son los cuatro años que pasé detenido con mis antiguos captores?", preguntó. También se refirió al "escarnio público de las acusaciones que tengo que afrontar". Y terminó: "Si Folch no estuviera ausente estarían sentados al lado suyo su violador y su torturador, El Ciego y el Cura".

Si bien refutó todas las acusaciones en su contra, sólo se refirió específicamente al testimonio de María Inés Luchetti de Bettanín, quien lo acusó de haberle suministrado soda a Alberto Tion, que salía de una sesión de torturas, y murió después de tomar el líquido. Chomicki afirmó: "Yo tenía que pedir permiso hasta para dar agua. ¿Me entienden? En el mismo testimonio se ve que era uno más, uno como los demás, siempre fui un secuestrado, un preso". Después de esas palabras, y con el rostro enrojecido, le dijo al Tribunal: "No quiero declarar más".

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