CIUDAD › DOWNES DECLARARá HABER VISTO AL CURA ZITELLI ENTRE SUS CAPTORES DURANTE LA DICTADURA.
"Nunca abandone mi Iglesia, pero la quiero limpia, con su frente alta, y ayudando a condenar a estos delincuentes", le dijo Dawnes a Rosario/12. El testigo fue seminarista y ahora se desempeña como periodista. Fue torturado en el servicios de informaciones.
› Por José Maggi
Esta semana se presentó ante la justicia federal un sobreviviente del Servicio de Informaciones, que confesó haber visto entre sus captores a Eugenio Segundo Zitelli. Se trata de Patricio Downes, tiene 54 años, es periodista y llega a dar un testimonio único, moldeado al calor de su fe cristiana, de la que nunca renegó, pero interpelando a su propia Iglesia por cobijar a hombres como Zitelli que le recriminó en la cara que "Cristo no era marxista". "Nunca abandone mi Iglesia, pero la quiero limpia, con su frente alta, y ayudando a condenar a estos delincuentes, que no eran locos sueltos, era un corpus organizado desde Bolatti hacia abajo, y un tempus que venía desde Caggiano hacia adelante, con un mentalidad fanática y dictatorial, de una iglesia imperial". De paso habla de otro referente polémico: Raúl Giménez, el párroco de la Catedral. "No me sorprende (que defienda a Zitelli), en el seminario tenía una foto de Onganía en su despacho".
Patricio Downes tenía 24 años el 17 de agosto de 1977, cuando fue secuestrado del departamento de pasillo de San Lorenzo 1027, frente al Savoy, que compartía con sus tres hermanos. Eran las dos de la mañana, cuando un grupo armado son fusiles FAL tomó por asalto la vivienda donde dormía además Esther Cristina Bernal y su hija Silvana que no tenía más de cuatro años. Lo llevaron directamente al edificio de la Jefatura.
"Me vendan y esposan, y me interrogan sentado en una silla. Me interrogaban sobre mi ideología, y yo respondía que era la cristiana, respuesta que era seguida de golpes. Mi interrogador me imputaba de ser un traidor a la iglesia y al cristianismo, y era raro, porque lo hacía con frases en latín. Yo sabia el idioma porque había estado en el seminario San Carlos Borromeo desde el año 1963 a 1972, casi desde los 10 a los 20 años. "Pitcher", que era mi interrogador usó la frase: "hasta cuando abusarás de mi paciencia'. Esto me llenó de pánico, porque era gente sin dudas ligada a la iglesia católica, dentro de estos ámbitos, y de las mazmorras de la dictadura. 'Hasta cuando abusarás de mi paciencia' decía, para darme otro golpe de inmediato" relató Patricio.
"Esto duró una hora, y al amanecer me permitieron despedirme de mis hermanos. Quede con lesiones en los codos y en las piernas. Me dejaron en un pasillo, en el rellano de una escalera, desde donde escuchaba como Feced daba órdenes, y recuerdo la radio a todo volumen, para tapar los gritos. Junto a mi estaba un militante que conocíamos como Jupo o Jupito (por su militancia en la JUP)"agregó.
"Al día siguiente que era domingo, la actividad bajó, y entró en escena el Pollo Baravalle. Estaba vendado y recuerdo que reconocí su voz, porque nos conocía a muchos de nosotros. Incluso había almorzado con él y el Pato Recaman, uno de los fundadores de la JUP Rosario. El Pollo me levantó la venda pero no abrí los ojos, porque tenía mucho miedo. Recuerdo que dijo 'si, es este pero es un perejil, estaba en la JUP por las minas'. Esto fue una carta de salvación sin dudas".
Downes continuó relatando que "un rato después estaba vendado contra la pared y apareció un guardia y me volvió a levantar la venda. Ahi sí abro mis ojos, y veo esos lentes con marcos negros y vidrios gruesos característicos de Zitelli. Yo tenía 24 años y hacía casi 20 años que lo conocía porque había sido teniente-cura, es decir un asistente de párroco que era mi tío Juan Ignacio Downes, hermano de mi padre, y quien había sido cura de Peyrano, Whellright y Rufino donde murió en 1962. Yo lo conocí a Zitelli por mi tío, y porque estuvo cerca de mi familia y por sus visitas frecuentes al seminario".
"Si, este es -dijo el capellán- y seguidamente Zitelli me preguntó si estaba 'en comunión con la iglesia'. Me dio una mezcla de ira y de bronca, porque sabía lo que significaba: es que si vivía en gracia de Dios. Le respondí que estaba en comunión con Cristo, y soy cristiano. El me replica:'si, pero Cristo no era marxista'. Y yo le respondo que no era marxista. Si muero quiero que sea como cristiano y que se me recuerde siempre como cristiano. Lo digo porque entronca con el interrogatorio en latín", agrega Downes.
"La conversación con Zitelli, no avanzo más allá. Lo que me queda como recuerdo es que Zitelli estaba interrogando a un prisionero, porque yo estaba esposado y vendado. Y me basta para decir que un hombre, una figura con mandato de la iglesia para ejercer su acción pastoral como capellán de la policía, traspasaba límites indecibles para mí porque bajaba a las catacumbas de la tortura, de la muerte y de la violación"
Sensibilizado por su propio recuerdo, Patricio confiesa que piensa "en Zitelli interrogando a prisioneros, y pienso en el padre Mugica, en el obispo Angelelli, en los sacerdotes palotinos, y en lo que habrán sentido: sin dudas lo mismo que Cristo en la cruz, que dijo 'Dios mío porque me has abandonado'. El último punto al que sin dudas debe llegar un corazón humano que tiene fe, y que sufre porque alguien de su misma fe lo tortura y lo mata".
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