Lun 24.04.2006
rosario

CIUDAD

Cuando ir al trabajo es una película de terror

Mañana la psiquiatra Clelia Garbulsky dará una conferencia sobre el
"acoso laboral". En la nota adelanta los pormenores de este fenómeno
al hoy se llama "mobbing".

› Por Sonia Tessa

"Hay que denunciar por todos los medios el acoso laboral", tal la opinión de la psiquiatra Clelia Myriam Garbulsky. La especialista brindará una conferencia y taller participativo el martes próximo, a las 19.30, en la Asociación Empleados de Comercio (Corrientes 450), con el título "El acoso laboral (mobbing) en el marco del miedo y la violencia". En el marco de las actividades organizadas por la asesora legal del sindicato, Susana Treviño, la charla permitirá abordar el fenómeno del acoso laboral desde la perspectiva de esta profesional rosarina que vive en Buenos Aires desde hace 40 años. "Si bien en este momento se lo llama mobbing, el acoso laboral existió en toda época", asegura esta especialista, que prefiere brindar un taller participativo en lugar de una clase magistral porque considera al diálogo la forma más enriquecedora de construir conocimiento. "El mobbing es el psicoterror, el acoso laboral, que se debe distinguir con claridad. Porque los empleadores prefieren decir que las víctimas de mobbing son paranoicos, perseguidos, depresivos. Tienden a considerar que se trata de problemas de carácter", afirmó la especialista, que comenzó a estudiar el tema aún antes de que el psiquiatra aleman Heinz Leyman lo formalizara en los años 90. Garbulsky consideró el trabajo "Sociología de las enfermedades mentales", del sociólogo francés Roger Bastide, publicado en 1965, como un antecedente directo. También toma como referencia el famoso libro de Erich Fromm, "Tener y ser". "Relaciono mucho el mobbing con el miedo, la violencia, y la cosificación de las personas", afirmó la psiquiatra.

En ese marco, expresó que "las enfermedades psicofísicas tienen que ver con la sociedad y los cambios sociales". Relacionó el mobbing con la globalización, y consideró que "la sociedad luchó mucho para tener ocho horas de trabajo, algo que en la actualidad es una mentira". A este momento histórico, en el que la jornada diaria de 8 horas vuelve a ser una utopía, lo considera como parte del rulo de la historia, que baja para volver a subir. "Estamos en el momento más bajo", afirmó.

Según la definición de Leyman, el mobbing es una situación en la que "una persona o grupo de personas ejercen una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente (como mínimo unos seis meses), sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas abandonen el lugar de trabajo".

Pero las víctimas lo primero que se preguntan es si ellos son el problema. "Una persona normal lo primero que piensa es cuál es su problema. Esto tiene que ver con la confusión que se produce entre la víctima y el victimario. Uno entra a decirse qué me está pasando, por qué me pasan estas cosas -consideró Garbulsky-. Todo esto forma parte de una discriminación que va más allá de ese lugar de trabajo, que está en la sociedad. La primera es por la edad, y también por la apariencia física. Y se agudiza en determinado tipo de trabajos, como los supermercados, donde hay que pedir permiso para ir al baño o sostener situaciones muy difíciles, no sólo desde el punto de vista psíquico sino también físico".

En ese marco, agregó que el ambiente social influye. Y apuntó especialmente a los medios de comunicación. "Tiene que ver con la forma en que reflejan a las personas, el ideal de éxito que proyectan, basado en el tener. Como la consigna de Henry Ford, de que existe un Ford en tu camino o en tu vida. Allí está la vida sostenida en la ilusión del tener", afirmó.

Y como las personas necesitan conservar sus empleos para sostener su situación en la sociedad, aparece la necesidad de aceptar las condiciones de trabajo cualquiera que estas sean. "Entonces, uno acuerda con el desacuerdo que tiene internamente. Sabe que la situación no lo convence, pero tiene que acordar para sostener el trabajo", describió. Y al mismo tiempo, la denuncia ubica a las víctimas en un lugar de rechazo. "Después les cuesta conseguir trabajo", reconoció. Allí nace el ocultamiento, en un círculo que puede romperse. La psiquiatra aconseja "buscar el consenso de otros compañeros de trabajo, buscar el encuadre gremial para sostener la defensa Y denunciar a través de diferentes medios".

Garbulsky trabaja como psiquiatra desde hace 48 años. Fue profesora de psicología médica en la Universidad de Concepción Chile antes del golpe militar de Augusto Pinochet. Luego volvió a la Argentina, y años más tarde creó el primer servicio de Salud Mental en la provincia de Buenos Aires.

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