CIUDAD › MARCHA DEL SILENCIO POR LAS VíCTIMAS DE LA EXPLOSIóN
› Por Sonia Tessa
Se escuchaban los pasos, los suspiros, los llantos y hasta el cripitar de las velas. El silencio que acompañó la primera marcha para reclamar justicia por las 21 víctimas de la explosión del 6 de agosto en Salta y Oroño fue tan contundente que contagió a la peatonal Córdoba, no sólo a las dos mil personas que participaron. Al finalizar, familiares y amigos de los muertos pegaron con cinta scotch las fotos en la puerta dorada de Litoral Gas, sobre Mitre. "La especulación mata", decía el cartel en papel blanco, que acompañaba los rostros de Santiago Laguía, Maximiliano Vesco, Maximiliano Fornarese, Hugo Montefusco y Estefanía Magaz, algunos de los fallecidos. Durante el improvisado acto, hubo algún que otro aplauso al grito de "justicia, justicia" y al final, el pedido de Carlos, el papá de Santiago Laguía: "El 6 de septiembre, a un mes de la explosión, hacemos una nueva marcha, convocamos a todo Rosario".
En el Monumento a la Bandera, antes del comienzo de la movilización, Carlos había pedido que "se haga en paz, con todo el dolor que tenemos. Que no exista ningún exabrupto". Y así fue.
Mientras llegaba la gente al Monumento, mientras esperaba para marcha, habló Eleonora López, la hermana de Carlos López, propietario del bar Piluso que falleció en la explosión, y que ya tenía alquilado otro departamento, justamente por los problemas de gas que sufría en el edificio. "No confiamos en la justicia. Queremos que los responsables paguen, y no con dinero. Queremos que vayan presos, porque arruinaron la vida de muchas familias. Ahora resulta que están todos libres, que el último gasista va a ser querellante y que la administración, Litoral Gas, el Enargas, no aparecen", le puso palabras a la sensación de muchos. A Eleonora le costó contener las lágrimas.
En cambio, Melina, la hermana de Maximiliano Fornarese, no podía parar de llorar. "Yo no sé nada, no sé nada. Venimos para que esto no le vuelva a pasar a nadie, pero mi hermano ya no está, y eso no lo puede remediar nada", decía abrazada a su otra hermana.
Con un cartel sobre cartulina blanca hecho a mano, con la imagen de la provincia y un crespón negro, Clara Figueroa se acercó porque, como vecina que vive a siete cuadras de la tragedia, se sintió "muy cercana" a lo ocurrido. "Perderlo todo es muy triste, pero mucho peor es perder a un familiar", decía emocionada sobre su presencia en la marcha junto a su hija. La esquina de Mitre y San Lorenzo estaba repleta, pero el silencio dejaba escuchar el rasguido de la cinta scotch. Al final, hubo un aplauso para bomberos, rescatistas y "todos los que colaboraron con las familias".
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