La primera escena en el Concejo después de la presentación del proyecto de presupuesto 2014 por parte del Ejecutivo mostró al arco opositor anticipando su rechazo. Los reproches hacen blanco en los aumentos propuestos para las tasas, en la administración de los recursos y en la calidad de los servicios que percibe el vecino. El oficialismo concede como lógico que así sean las reacciones iniciales, y confía en construir el consenso necesario antes del 10 de diciembre, cuando cambie la composición del Palacio Vassallo. Hasta entonces, el oficialismo cuenta con 9 votos seguros y necesitará al menos dos más para obtener la mayoría simple en el recinto.

El bloque del PRO anticipa una posición más dura que en la discusión del presupuesto 2013, cuando sus votos fueron clave para la aspiración del oficialismo. El edil Rodrigo López Molina dijo que "este año se agotó el voto de confianza extendido a la intendenta". Reprochó que "antes de la elección el socialismo decía que no pensaban en aumentos, y ahora aparecen con incrementos en la tarifa de taxi, en las tasas y se habla de aumentar el colectivo". Calificó el revalúo de la TGI como "un eufemismo que encubre un aumento que impacta en el bolsillo ciudadano, y los vecinos no ven mejoras en los servicios que lo justifique". Entonces se plantó: "Si bien ahora se abre la discusión política, y respetamos la herramienta de gestión que es un presupuesto, así no podemos acompañarlo". En el PRO saben que sus cartas cotizan en alza para ser interlocutores obligados, porque en el nuevo período contarán con seis bancas y serán la segunda fuerza. Molina se mostró molesto porque "este año la intendenta intentó emitir un bono de deuda para pavimentar, cuando tuvo a disposición una de las partidas más altas para obras públicas, entonces el crédito otorgado se ha consumido", retó.

"A la Municipalidad nunca le alcanza, la administración de los recursos es ineficiente y además comete incumplimientos graves que imitan con la malversación de fondos y caudales públicos. Hay muchas ordenanzas con fondos específicos y cuentas especiales para obras de infraestructura que finalmente no se hacen y el dinero se deriva a Rentas Generales para cubrir gastos corrientes. El municipio renuncia a hacer obra pública. No podemos exigirle al vecino que pague cada vez más tasa cuando los servicios son cada vez peor. Que no cuenten con nosotros, no seremos cómplices de estos despilfarradores crónicos", latigueó Roberto Sukerman, del Frente para la Victoria. Su compañera, Norma López, acotó: "Si vemos todo eso, esa incertidumbre para con la obra pública y los fondos específicos, más un aumento de la tasa, no estamos dispuestos a acompañar el presupuesto".

El bloque radical anticipó su disenso con la iniciativa que expuso el miércoles la secretaria de Hacienda, Verónica Irízar. Dijo María Eugenia Schmuck: "No vamos a votar un aumento de tasas. Sí vamos a discutir entre todos los bloques una alternativa de financiamiento que sea más progresiva, que paguen los que más tienen, si hace falta aumentar las arcas municipales". Y esgrimió un proyecto propio que apunta a "que paguen más TGI aquellos que tienen propiedades ociosas, que los grandes contribuyentes aporten una alícuota mayor. Alternativas más progresistas que siempre pensar en el aumento del TGI", corrió por izquierda.

El peronista Osvaldo Miatello, de Compromiso por Rosario, supeditó su postura al rubro obras en barrios y compromiso ejecutivo. "Veremos si se priorizan obras de mejoramiento para el resto de la ciudad y podríamos evaluar alternativas. Si esto no es así y el Ejecutivo no cumple con eso, no vamos a votar el presupuesto".

El proyecto llegó a la comisión de Presupuesto, que se reunirá el martes y que citará esa semana a Irízar para que lo explique. Mientras, su presidente, Oscar Greppi (ARI﷓Coalición Cívica) se mostró optimista. "Siempre de entrada la oposición es reacia y no va a decir que el proyecto le gusta, pero nunca se ha dejado al Ejecutivo sin presupuesto porque sería quitarle gobernabilidad. Vamos a discutirlo, se puede mejorar".