Mar 03.12.2013
rosario

CIUDAD › COMENZó EL JUICIO ORAL Y PúBLICO POR LOS CRíMENES DE BARRIO PARQUE

El verdulero y sus víctimas

La fiscalía le achacó a Martín Santoro "haber robado y matado" a dos ancianas: una tenía una bolsa atada a la cabeza y estaba en estado de descomposición; mientras la otra fue ahorcada con un cable que unía su cuello al picaporte de una puerta.

› Por Lorena Panzerini

"El denominador común eran las verduras y quiénes ingresaban a dejarlas en las viviendas", dijo el comisario Silvio Marciani, que estaba al frente de la seccional 5 cuando ocurrieron los crímenes de barrio Parque, en 2010. Esa fue su respuesta como testigo en el juicio oral y público que comenzó ayer, con Martín Santoro como imputado, cuando el abogado querellante Ignacio Carbone le preguntó qué similitudes encontró entre los homicidios de Concepción Lavore y Susana García. El policía fue una de las primeras personas en llegar a la casa de las víctimas, en dos de los tres hechos por los que se acusa al imputado: el cuerpo de Lavore estaba en el baño, con una bolsa atada a la cabeza y en estado de descomposición; mientras que la señora García fue ahorcada con un cable que unía su cuello al picaporte de una puerta. En las dos viviendas -recordó el testigo- faltaban efectos personales y había verduras sin desembalar. Santoro, hijo de Roberto, el verdulero del barrio, también es juzgado por el crimen de José Savini, cometido en Zavalla, en mayo de 2010. El acusado eligió no declarar, y la fiscalía le achacó "haber robado y matado" a las tres víctimas.

Tras un operativo de seguridad que demoró el inicio de la primera audiencia, pasadas las 9.30, Martín, 37 años, llegó esposado y escoltado por dos oficiales. Enseguida comenzó el alegato del fiscal Esteban Franicevich, quien detalló hechos y fechas de los resonantes crímenes: el de Lavore, de febrero de 2010; y los de García y Savini, de mayo de ese año. Acusó a Santoro de "homicidio críminis causa".

La querella que representa a familiares de Susana García, adhirió a la acusación y agregó que cuando el acusado "ingresó a la casa de la víctima le pegó en la cabeza para luego atarle un cable al cuello y consumar el robo de dinero, perfumes y el celular". Además, le atribuyó haberse retirado "con la llave de la vivienda", y advirtió al tribunal integrado por los jueces María Isabel Más Varela, Juan José Tutau y Roxana Bernardelli, sobre las "desprolijidades en la investigación, pérdida de material de prueba y desvinculación de personas que pudieron estar" en el juicio.

La defensa del verdulero -que trabajaba en el comercio y hacía entrega de pedidos-, integrada por Raúl Superti y Rafael Tamous, adelantó que controlará "la regularidad y validez de los elementos probatorios", ya que aseguraron que Martín "no fue el autor de estas muertes". Consultado por la jueza Más Varela, el acusado respondió que "en este momento no" haría declaraciones.

Los dos primeros testigos fueron los oficiales de la comisaría 5 que patrullaban el barrio cuando vieron a un hombre correr a los gritos para que revisaran en la casa de su madre, en Riobamba al 3000, donde la puerta estaba abierta y no se animaba a ingresar, por si había alguien dentro. Los oficiales Pablo Altamirano y Javier Arostegui dieron aviso al jefe y subjefe de la seccional apenas hallaron el cuerpo de Susana García y la casa "revuelta".

Marciani recordó el "desorden en toda la casa, cajones vacíos y cosas tiradas", y aseguró que "la cerradura no estaba forzada". Además, agregó que en ese momento había "presión" en el barrio, ya que era la tercera "mujer grande y sola" a la que asesinaban "con el mismo modus operandis"; y señaló que la víctima tenía "el mismo nudo que Lavore", en el cuello. En 2009 había ocurrido el crimen de María Inés Gómez (que no llegó a juicio) y en febrero de 2010 el de Concepción Lavore, en Suipacha al 2100.

Marciani dijo que él mismo le tomó declaración a la hija de García, Leda Giménez, quien le dijo que "su madre hacía las compras por encargo, sobre todo, las verduras porque eran pesadas", y recordó que mencionó a los verduleros como "gente de confianza".

El comisario estuvo también en la casa de Lavore, cuando los vecinos solicitaron que la policía ingresar al lugar, de donde "emanaba un olor insoportable". Cuando entró, encontró a la mujer en el baño. "Estaba irreconocible", dijo; y señaló que en la cocina estaban la luz y el ventilador prendidos, y la heladera abierta.

Por esos días hubo "dos llamados anónimos" a la comisaría. Al menos uno de ellos "sindicaba a Martín Santoro". Y agregó: "El reclamo de `hagan algo' era desesperado".

Consultado por la querella, el comisario dijo que al parecer "la víctima lo dejó pasar (al victimario) ya que la cerradura no estaba forzada".

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