El fiscal de la Unidad de Homicidios, Adrián Spelta, confirmó ayer que los policías imputados por el homicidio de Gabriel Riquelme, cometido hace dos semanas, "adulteraron las armas reglamentarias", con las que se comprobó que dispararon a la víctima. Según detalló el funcionario judicial, la pericia balística sobre dos pistolas arrojó que tanto la aguja percutora como el caño del arma fueron adulteradas (golpeadas o manoseadas) para cambiar la marca que dejan en el proyectil cuando éste sale.

Al parecer, los policías hicieron esa maniobra durante las 24 horas que estuvieron prófugos, hasta que se entregaron por el crimen. "No hay forma de que el arma se adultere sola", explicó el fiscal. Pese al intento por ocultar que los disparos mortales habían salido de sus armas, la pericia dio cuenta de que las vainas servidas se corresponden con las armas de los uniformados.

Los suboficiales Julián Luque González, Roberto Antonio Pereyra, Nelson Canela y Virginia Espinosa fueron acusados semanas atrás por el delito de "homicidio doblemente calificado" de Riquelme, que viajaba con otros cuatro amigos en el vehículo tiroteado por los agentes de civil y francos de servicio, a la salida del boliche de Presidente Roca y Santa Fe.

Gabriel Maximiliano Riquelme tenía 20 años y vivía en Villa Gobernador Gálvez. En la madrugada del lunes 3 de marzo, dos balas le perforaron el omóplato izquierdo y la nuca cuando iba en el asiento trasero de un Chevrolet Celta rojo. El chico había ido a bailar a Rosario, a la discoteca Gitana de Presidente Roca y Santa Fe, acompañado por tres muchachos y una chica. Cerca de las 5 volvieron a Villa Gobernador Gálvez. En la esquina de Alberdi y Belgrano de esa ciudad fueron emboscados por los ocupantes de un Fiat auto con vidrios polarizados.