Lun 30.06.2014
rosario

CIUDAD › LA EXPERIENCIA PILOTO DEL CUERPO DE POLICíA COMUNITARIA EN ROSARIO

Volver a matear sin miedo en la plaza

En Las Flores Este celebran la presencia de la Policía Comunitaria, instalada hace un mes y medio. Aseguran que el barrio se pacificó y les permitió regresar al espacio público. Pero quieren que los agentes también estén durante la noche.

Los pibes juegan en la plaza, corretean con sus bicicletas. Juegan a la pelota. Todos creen que son Messi. Las madres vacían termos de mate. Despreocupadas, no los siguen de cerca. Cae el sol, pega el frío del invierno, pero todos se quedan un rato más, se abrazan a la nueva realidad de Las Flores Este. "Antes se escuchaban tiros a toda hora", dice Carmen, que recién ahora se animó a permitirle a su hijo de 12 la libertad que todo pibe desea en los años del despertar. El desembarco de la Policía Comunitaria y la llegada de Gendarmería le imprimieron "tranquilidad" al barrio y, si bien piden que los patrullajes continúen durante la noche, los vecinos recuperaron el espacio público, el lugar del cual nunca debieron haberse retirado.

Pasaron poco más de 40 días desde el debut de la Policía Comunitaria, la fuerza que sostiene en gran medida el Programa de Intervención Integral en Barrios anunciado por el gobierno provincial en diciembre de 2013 para Rosario, Santa Fe y Villa Gobernador Gálvez. La de Las Flores Este es la primera experiencia y tiene su base en una estructura modular de unos 50 metros cuadrados, ubicada dentro de la plaza 17 de Agosto, en Moreno y Arrieta. La sala tiene un escritorio que oficia de recepción y al lado una larguísima mesa ovalada para reuniones. El subcomisario Martín Olivera es el jefe del destacamento y tiene a su cargo unos 40 efectivos, que trabajan desde las 7 y hasta las 20.

"Ahora hay silencio, hace un par de años no se sentía", exclama Marta. Antes de la llegada de las fuerzas, al barrio lo caracterizaba la furiosa conjunción de "tiros y motos" a toda hora. Por eso, a esta mujer le resulta tan extraño, al punto de no acostumbrarse aún, que en época de bajas temperaturas sólo se escuche la brisa helada. "Hasta los chicos cambiaron, ahora no hay rivalidad entre bandas y barrios como antes", se atreve a afirmar. La calma superó la tensión y la plaza es el símbolo más fuerte de la transformación. "Ahora se llena", repiten a coro todos los vecinos de la zona que dialogaron con Rosario/12. El espacio público es el que da carácter e identidad a la ciudad, y acaso sea la manera, en este caso, para que Las Flores se redescubra a sí mismo.

"Yo estoy re contenta, cambió un montonazo", enfatiza Claudia. "Esto era muy peligroso, se escuchaban tiros a toda hora, nosotros nos quisimos ir del barrio pero nadie nos quiso comprar la casa", añade, mientras recuerda junto a su hija los viejos peligros que le esperaban a quien osara sentarse en la plaza. "Era imposible, a cuántos mataron ahí?", le pregunta de forma natural, como si un asesinato jugara en el plano de lo cotidiano y no en lo excluyente, en lo imprevisto. Ramona, que vive frente a la casa de Claudia, repite "tranquilidad" y celebra que ahora pueda ahorrar unos buenos pesos en su recorrido al trabajo. "Ahora me subo a un colectivo, antes me tomaba un remis", explica.

Mario y José se aprestan a bajar un bafle del auto del primero. Nunca les robaron, pero coinciden en que "la gente viene con más confianza a la plaza". Como todos, destacan que a los efectivos de la Comunitaria "se los ve recorriendo el barrio todo el tiempo". Aunque ﷓ afirman ﷓ningún agente tuvo trato con ellos, pese a que se informó que cada vecino recibiría una tarjeta de manos del policía encargado de resguardar cada micro barrio, sector delimitado por unas tres cuadras (irregulares por la composición de Las Flores Este), en la cual figuraría un teléfono celular de contacto. De modo ferviente, piden que el accionar de la nueva fuerza se extienda a la noche, porque cuando oscurece "vuelve lo mismo de siempre, esto es tierra de nadie". Les preocupa que el impulso del gobierno sólo sea "para apaciguar los malos momentos".

Olivera, delegado sur de la Policía Comunitaria, reconoce "algunas falencias" por la noche. Pero asegura que los vecinos "están muy conformes" por el trabajo de la nueva fuerza. Los efectivos interactúan con la vecinal, los centros de salud, las escuelas y jardines de infantes y participan en reuniones barriales una vez por semana, donde se presentan "muchos requerimientos" hacia el Municipio, sobre todo en materia de alumbrado público, recolección de residuos y escamonda. Tres veces por semana, en la misma esquina de la sede comunitaria, detrás del casino City Center, realizan operativos de seguridad en conjunto con la Unidad Regional II, en particular, de control vehicular. La primera vez que efectuaron uno retuvieron 50 motos. Ahora, el promedio es de 30 por control. Al margen del despliegue policial, los vecinos siguen en la suya, tomando mate y pateando pelotas, ganando la plaza.

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