Jue 16.10.2014
rosario

CIUDAD › LLEVARON AL CONCEJO, UN MAPA DEL DELITO EN EL MICROCENTRO ROSARINO

El malestar de comerciantes

Detallaron las zonas críticas donde actúan mecheras, punguistas, motochorros y los vándalos nocturnos y cuestionaron "la inactividad de la GUM". El concejal Giuliano promovió un observatorio de seguridad para dar respuesta al reclamo.

El Concejo fue la caja de resonancia del malestar que expresan comerciantes del microcentro sobre la situación de inseguridad que denuncian, y que la semana pasada llevó al concesionario del bar de la plaza Montenegro a cerrar provisoriamente. Por esa actitud, con la que logró que el reclamo adquiera visibilidad, el gastronómico recibió amenazas. Otros comerciantes acompañaron el planteo con un mapa del delito en el microcentro rosarino. Se espera que al municipio tome cartas en el asunto.

Eduardo Bruera, titular del bar Avelino, lindero con el Centro Cultural Fontanarrosa, contó ayer en el seno de la comisión de Seguridad del Concejo que durante el fin de semana largo recibió tres amenazas sucesivas, luego de que el jueves resolviera cerrar ante graves disturbios suscitados en los baños del local por parte de personas que deambulan en las inmediaciones, algunas de las cuales llegan a pernoctar por allí. "Dos personas muy bien cambiadas entraron a patear el baño público. El bar estaba lleno y empezaron a gritar que yo había matado a alguien en el negocio. Luego pasó otra persona, me miró e hizo la señal de disparar un arma", narró.

Lo ocurrido sobrevino luego de que con su llamado de atención consiguiera que el municipio montara allí cerca unos baños químicos y asignara agentes de la GUM para vigilar la zona. Bruera consideró que esos inspectores no sostuvieron su presencia, pero que no obstante la plaza "estuvo limpia y llena de gente paseando, incluso hasta la madrugada: los turistas por primera vez en mucho tiempo salieron a caminar por la peatonal a la noche", observó.

Entre los quince comerciantes que acudieron a la cita con los ediles, hubo miembros de la Asociación Amigos de Peatonal San Martín, y de la Asociación Casco Histórico. Fabio Acosta, de esta última, explicó el contenido de un mapa del delito que desplegaron sobre la mesa del Concejo. "Lo venimos elaborando desde febrero, y marca todas las economías del delito que afectan la actividad diaria del centro, tanto comercial como turística. Las zonas críticas donde actúan las mecheras, los punguistas, los corredores de los motochorros, las zonas de manteros y vendedores ambulantes, y los vándalos nocturnos. Hay ataques en modalidad piraña, destrozos", englobó Acosta. Y cuestionó "la inactividad de la GUM" en este sentido.

Los testimonios llevaron al titular de la comisión, el concejal Diego Giuliano, a inferir que "las medidas de seguridad en Plaza Montenegro duraron un solo día, y luego retornaron los problemas en el lugar donde está el centro cultural más importante de la ciudad, y el bar fue blanco de nuevas amenazas y violencia". El edil justicialista planteó que "si no se puede custodiar una plaza en el corazón de la ciudad, entonces es difícil creer que la grave situación de inseguridad en Rosario pueda revertirse". En la reunión repararon en un símbolo paradojal de los incidentes denunciados: las garitas que instaló hace algunos años la Unidad Regional II y que hoy lucen abandonadas y vandalizadas.

Los miembros de la comisión, en la que estaba el socialista Miguel Angel Cappiello por el oficialismo, resolvieron pedir una reunión al secretario de Control y Convivencia Ciudadana, Pablo Seghezzo. Este diario intentó en vano ayer consultar a ambos por este asunto.

"Debemos realizar un observatorio de seguridad con los comerciantes afectados, con el Ejecutivo, la policía y la justicia, para dar una respuesta conjunta y concreta al reclamo", promovió Giuliano. Hasta ahora, dijo, "se repite la modalidad que vemos con frecuencia en todos los barrios: ante un hecho resonante se adoptan medidas de seguridad que duran muy poco para que enseguida todo vuelva a quedar como antes".

Ayer en la reunión se confrontó el proyecto propalado por la intendencia, que apunta a reconvertir el casco histórico con una inversión de 60 millones de pesos, contra la situación denunciada. "Es positivo que se quiera embellecer la ciudad -concedió Giuliano-, pero ante un estado de emergencia no se puede emparchar con operativos de saturación esporádicos. De otra forma, será tener lugares bonitos, pero intransitables", razonó.

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