CIUDAD › EL MARTES SE CUMPLIRá UN AñO DE LA DESAPARICIóN Y MUERTE DEL JOVEN FRANCO CASCO
El joven oriundo de la provincia de Buenos Aires desapareció y luego fue hallado muerto en el río, después de haber sido detenido por personal policial de la seccional 7º. Su madre y su padre se instalaron en Rosario y construyen el camino a la justicia.
› Por Martín Stoianovich
La tarde del 20 de octubre de 2014, barrio Ludueña protagonizaba nuevamente el llanto por un pibe asesinado. Un grupo de amigos y algunas organizaciones sociales acompañaban a la familia de Gabriel Aguirrez en el primer aniversario del asesinato del chico de 13 años. La banda de cumbia que Gaby estaba formando tocó algunos temas y leyó un escrito en su memoria en un rincón de la plaza Pocho Lepratti. Por ahí, camuflada en las lágrimas, entre dolores y emoción, andaba Elsa Godoy, apretando fuerte entre sus manos un papel con una foto. Con pocas palabras explicó que buscaba a su hijo, Franco Casco, de 20 años, que hacía dos semanas debía volver desde Rosario a su Florencio Varela natal y desde el día seis de aquel mes no había noticias suyas. Sólo el alarmante dato de que había estado detenido en la Comisaría 7ma de la ciudad, aunque en dicha seccional aseguraban que había sido liberado. El tiempo develaría un oscuro caso de violencia institucional: el cadáver de Franco fue hallado 25 días después flotando en el río Paraná. Hoy, el caso se investiga en la justicia federal como desaparición forzada de persona y busca apuntar al personal policial como principal responsable. Desde aquella tarde de octubre, Elsa Godoy y Ramón Casco, padre de Franco, forjaron una estrecha relación con organizaciones sociales y políticas que permitieron fortalecer un largo camino hacia la justicia que todavía hoy, a días de cumplirse un año de la desaparición del joven, sigue construyéndose.
"Me pienso quedar hasta que se haga justicia", dice Elsa Godoy con la serenidad que la caracteriza. Desde que llegó a Rosario para buscar a su hijo, y luego de hallado su cuerpo, decidió quedarse en la ciudad acompañando al proceso judicial junto a las organizaciones que, formadas en una multisectorial, lo llevan adelante. Radicada en una casa de Zona Cero, donde vive con dos de sus hijos que vinieron desde Buenos Aires para estar con ella, asegura que está convencida de que no se irá de la ciudad hasta alcanzar la justicia. "Quiero ver que se pudran en la cárcel, que se condene a todos los culpables, principalmente a la policía porque sé que fueron ellos", afirma. Sobre la causa, que está a cargo del juez federal Carlos Vera Barros desde diciembre pasado, se esperan próximos avances para llegar a las indagatorias al personal de la Comisaría 7ma. La única hipótesis que tiene la investigación es la responsabilidad de dicha seccional en la detención ilegal, tortura, asesinato y desaparición forzada del joven.
Elsa cuenta que comienza a adaptarse a su nueva vida en Rosario y recuperándose de a poco ya que durante los primeros seis meses estuvo mal emocionalmente. "Tardé mucho en saber en qué día estaba, la hora que era y cuánto tiempo había pasado (desde la desaparición de su hijo)", comenta. Dice que frecuentemente la inundan los recuerdos de aquellos días, cuando llegaba a la Comisaría 7ma y sólo recibía como respuestas versiones difusas de lo que podía haber pasado con su hijo. "Es muy difícil, nunca me voy a olvidar de lo que me decían cuando lo fui a buscar", dice Elsa y agrega que mantiene latente el recuerdo de ver cómo con el paso de los días las fotos de su hijo que ella iba pegando por la zona de la Comisaría y otros lugares de la ciudad, eran arrancadas de paredes y columnas.
Elsa cuenta que los días previos a que fuera hallado el cuerpo de Franco suponía que la policía tenía algo que ver con su desaparición, y hasta llegó a presentir que su hijo podía estar en el río. "Fue una intuición de madre, de la desesperación de quererlo encontrar y al mismo tiempo saber que ya no estaba", dice buscando explicaciones a tantos sentimientos.
"Cuando conocí en la plaza a las organizaciones, ahí nos empezamos a mover y me di cuenta de lo que podía pasar", agrega haciendo referencia a aquella tarde del 20 de octubre. Fue el día en que nació una relación que hoy todavía se mantiene vigente. Distintas organizaciones sociales y políticas comenzaron a reunirse para acompañar en el proceso judicial pero también en todas las necesidades de la familia. "La gente que me ayudó fueron ellos, todos estuvieron conmigo", expresa Elsa. La multistectorial se organizó para conseguir una vivienda para la familia Casco, cubrir los costos mensuales en Rosario, garantizar las necesidades sociales y educativas de los hermanos de Franco, cubrir los gastos de las visitas de Elsa y Ramón a Buenos Aires, y sostener una de las querellas que interviene en la investigación de la causa. "No les puedo pedir nada, porque me van a ayudar, pero de esto se tiene que hacer cargo el Estado. Los que tienen que estar y dar la cara no están", reclama Elsa.
A lo largo de este año la familia Casco vivió distintos sucesos que llevan a que hoy Elsa exprese su disgusto por la ausencia estatal en torno al proceso que atraviesan. Hace dos meses que sus hijos no pueden ir a la escuela por el temor despertado en la familia a raíz de dos procedimientos policiales en los cuales los chicos fueron revisados en la vía pública. "La necesidad que tengo es sentir que mis hijos están protegidos, que no tenga que pensar que les pueda pasar algo en la calle, que puedan hacer su vida normalmente", pide Elsa a la vez que afirma que en todo este tiempo ningún funcionario provincial se acercó a manifestar solidaridad u ofrecerse ante una eventual necesidad. Hoy, Elsa quiere colocar una decoración a modo de homenaje en la tumba de su hijo, que está enterrado en el cementerio municipal de Florencio Varela, y solicita que el Estado pueda hacerse cargo del mínimo gasto que implica lo que para la familia es una necesidad que no puede abordar por sus dificultades económicas.
Elsa muestra entereza y su fuerza se deja ver en su constante presencia en movilizaciones y reuniones de la multisectorial, pero confiesa que en soledad todo se vuelve más complicado. "No es que estoy fuerte y bien, la gente pensará eso, pero acá adentro es otra cosa, yo no duermo", confiesa y menciona que pasa mucho tiempo sola en su casa. "Me gustaría hacer alguna actividad, haciendo algo me voy a entretener", cuenta y vuelve a expresar la necesidad de apoyo, a través de alguna oferta laboral o un acompañamiento que le permita sobrellevar el proceso. El dolor de Elsa se traduce en constantes recuerdos: "A veces voy viajando en colectivo, y miro a los pibes que pasan y se me hace que puede ser Franco que anda por ahí y todavía no le pasó nada. Aunque yo sé que ya no está".
Organización colectiva
"La multisectorial es diversa, nos fuimos encontrando muchas organizaciones con diferencias políticas e ideológicas, sin embargo logramos articular", cuenta Laura, una joven integrante del colectivo que agrupa a distintas corrientes políticas. Para este martes 6 de octubre, día en que se cumple el primer año de la desaparición de Franco, hay prevista una serie de actividades. Primero se convoca a las 17 horas a una conferencia de prensa frente a la sede de Gobernación en calle Santa Fe 1950, y luego una movilización a Tribunales Federales donde se leerá un documento expresando la exigencia de esclarecimiento del hecho y condena a los responsables. El lema "Todos sabíamos que a Franco lo mató la policía", ya es una referencia para este conjunto.
"El gran punto a favor de la multisectorial fue que la heterogeneidad dio una fuerza que permitió aunar presencia en la calle, marchas de las más masivas del último tiempo en Rosario, y pudo combinarlo con la inteligencia colectiva que apeló a recursos institucionales muy necesarios para que avance el caso", explica Marilé, otra integrante de la multisesctorial. "Tuvimos la pata en la calle y adentro de las instituciones", agrega. Hoy acompañan a la familia en sus necesidades pero también como parte de una de las querellas que investiga en la causa judicial a la policía implicada en la desaparición forzada de Franco.
Para Julieta, también integrante de la multisectorial, la familia Casco padece una doble criminalización. Primero con la muerte de Franco y luego el proceso que atraviesa la familia en Rosario. "Tienen que asumir venir hasta acá y recomenzar una vida que si fuese por la respuesta del Estado hubiera sido imposible", apunta. Luego explica: "Reclamamos al Estado provincial y con la presión que ejercimos como colectivo logramos derechos básicos como la vivienda y ciertos ingresos económicos para la subsistencia". Incluso desde las organizaciones que forman la multisectorial se destinan recursos económicos internos para solventar los gastos necesarios en la familia y la causa judicial.
Asimismo, desde la multisectorial se mantiene vigente la crítica a la Fiscalía provincial, que en su intervención en la causa, antes de que sea elevada a la justicia federal, no logró ningún avance hacia el esclarecimiento del hecho. Las versiones de la Fiscalía hablando de la posibilidad de que Franco fuera visto con vida mendigando en la calle mientras ya hacía varios días que había sido arrojado al río, todavía resuenan en la memoria colectiva. A este aspecto lo relacionan con la distancia que el Estado provincial tomó respecto de la familia Casco: "El Estado es el responsable de la muerte de los pibes, y obviamente no se hacen cargo de las consecuencias".
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