CIUDAD › CARLOS Y MARíA DECIDIERON CONTAR CóMO PERDIERON A SU BEBé EN LA MATERNIDAD MARTIN.
La nota del domingo pasado en Rosario/12 con el testimonio de otra pareja -Gertrudis y Alejandro-, los motivó a narrar su propio calvario. "Todo estaba bien, los controles eran los adecuados. No sabemos por qué murió nuestro bebé", se lamentan.
› Por Lorena Panzerini
Cuando se conocieron, Carlos Acosta y María de los Angeles Caso se aceptaron como una gran familia: ella tenía una nena que entraba a la adolescencia; y él dos varones y dos mujeres. Era octubre de 2013, y el primer encuentro, fuera de las redes sociales, fue en el parque Independencia. Tras su divorcio, el empleado municipal de 55 años se dedicó únicamente a los hijos, quienes decidieron quedarse con él; pero consideró que ya era tiempo de pensar en sí mismo. Así, conoció a Angie, de 37. Meses después, ella quedó embarazada. La felicidad los colmaba y se mudaron a una casa donde entraran todos. "Los controles iban bien. Supimos que era varón y lo llamaríamos Ciro", recuerdan. La madrugada del 14 de marzo de 2015, Angie rompió bolsa. Uno de los hijos de Carlos los llevó a la Maternidad Martin, pero allí un médico de guardia los hizo volver, pese a la insistencia del padre, porque dijo que aún no nacería. Al día siguiente, Angie no sentía a Ciro moverse como solía hacerlo. El lunes volvieron, y otra médica le recriminó a Carlos que no había llevado antes a su esposa. Así, anunciaron la cesárea, pero antes Carlos vio cómo -en el consultorio- la doctora le hizo tacto a Angie y sacó una sustancia verdosa. Ciro sobrevivió apenas una semana. Los padres reclaman que se esclarezca qué sucedió y presentaron una denuncia penal. "No quiero que esto le pase a otras mujeres", dijo Angie, con los ojos humedecidos.
El domingo pasado, cuando leyeron en este diario la historia de Gertrudis Sánchez y Alejandro Romero, que después de un mes perdieron a Benjamín, también nacido en la Maternidad Martin; Carlos y Angie decidieron contar su historia.
El cuerpo robusto de Carlos se estremece cuando relata los hechos. "Angie vivía en Pueblo Esther y nos veíamos solo los fines de semana, pero cuando quedó embarazada todo cambió. Decidimos formar una familia. Hablamos con nuestros hijos y nos mudamos a barrio Ludueña, cerca de donde yo vivía. La panza iba creciendo y el embarazo ya tenía cuatro meses, por eso no quería perderme nada", narra el papá, a quien no le permitían sumar a su pareja en la obra social, porque debían tener dos años de convivencia.
Angie tiene artritis reumatoidea y los médicos también hablaron de quistes. Ante ello, la doctora que los atendía en el Distrito Noroeste derivó a la pareja a la Maternidad Martin, ante posibles riesgos; pero en cada control les "decía que el embarazo era excelente, hasta último momento. Que había sido muy cuidado".
Tras los minuciosos controles, el viernes 13 de marzo, la médica los vio por última vez. "Dijo que estaba todo muy bien; que Ciro estaba de primera, bien encajado; y que ya estaba por nacer". Angie estaba feliz, Ciro sería su primer hijo varón; y lo esperaba ansiosa.
El sábado a la madrugada, la mujer manifestó los primeros dolores de parto. "Carlos me mojé", le avisó a su marido. "Rompiste bolsa", le anunció él. "Mi hijo nos llevó hasta la maternidad, donde nos atendió un médico de guardia y también había una doctora que firmaba. El le empezó a tocar la panza, pero no decía nada sobre el parto. `Ella está bien, pasa que las mujeres son mañosas', me dijo. Yo le respondí que no era así, que ella no se quejaba seguido y que estaba seguro de que había roto bolsa", recuerda Carlos. Después de seguir revisándola los envió a su casa. "Yo le contesté que el embarazo tenía más de nueve meses", dijo. Sin embargo, de nada sirvió la insistencia. "Me dijo que el profesional era él".
Ese fin de semana, Angie no estaba bien. "Le dije a Carlos que no sentía al bebé, que se solía mover mucho", recuerda. Angustiada, durmió todo el domingo. A las 4 del lunes despertó a su marido para prepararse para el turno de las 7, que lograron sacarle al médico de guardia antes de irse de la maternidad.
Cuando llegaron, apenas comenzó la ecografía les dijeron que tenían que subir al consultorio. "Ahí una doctora le hizo tacto y me preguntó por qué no la había llevado antes. Le dije que yo la había llevado el sábado y le conté lo sucedido. `Papá, vos tenías razón, rompió bolsa el sábado', me dijo; y cuando sacó la mano tenía una sustancia verde".
Enseguida, lo hicieron salir del consultorio. "La doctora me dijo que las cosas se habían complicado y que tenían que hacerle una cesárea, porque el bebé estaba con un poquito de materia fecal; pero en Fiscalía, los médicos declararon otra cosa", lamentó.
Cuando la doctora salió de la sala de parto anunció el nacimiento del bebé, que pesó 3,550 kilos. "Me dijo que lo estaban limpiando, que en un rato lo iba a ver. Pero pasaron más de dos horas y empecé a recorrer los pasillos, hasta que vi a mi hijo en una cuna, en una sala con las ventanas abiertas, con dos sonditas en la nariz y un cartelito con su nombre. Me acerqué y una enfermera me vio, pero llegué a tomarle una foto, sin pensar que las cosas se iba a agravar tanto". Allí, Carlos se enteró de que su bebé "tragó" una sustancia que pudo ver en un frasco.
Aquel día, las horas transcurrían lento, y nadie le daba respuestas concretas sobre la salud de su hijo, ni de su esposa. Carlos intentaba entrar a cuanta sala veía abierta, desesperado. Cuando pudo ver a Angie, "ella lloraba y dijo que había escuchado que los médicos decían que algo no estaba bien". Entonces, Carlos preguntó con más ímpetu a los médicos y le dijeron que Ciro estaba en neonatología. "Quiero verlo", reclamó.
El padre recuerda que la única explicación que le dieron fue que "se había complicado un poquito, pero que el bebé estaba cuidado". Y ahora reflexiona que "minimizaban las cosas", y que todo lo que él relató en la Justicia fue "negado" por el personal de la maternidad.
Al cuarto día, Ciro hizo un paro cardíaco del que logró salir. La familia la estaba pasando muy mal. Angie nunca pudo amamantar a su bebé. La pareja sufría cada hora, ya que los médicos le dijeron que su hijo tenía problemas para respirar y en el corazón. En esos días, les ofrecieron atención psicológica; pero nada lograba aliviar el dolor.
De todos modos, Carlos agradece el trato que recibió en neo. "Había llegado un aparato que los médicos siquiera sabían usar y tuvieron que llamar al fabricante. No puedo quejarme de la gente de neo, porque ahí lo trataron muy bien, nos contuvieron a nosotros; pero ya no aguanté más y pedí hablar con alguna autoridad. Entonces, la subdirectora me dio las mismas explicaciones y me dijo que no sabía quién era el médico de guardia que me había atendido el sábado y nos mandó a casa".
Dos días después, los médicos dijeron que el niño permanecía estable y que los llamarían si tenían novedades, y por primera vez se fueron a bañar y a comer. La pareja subió al 101, pero cuando estaban en Avellaneda y Santa Fe, Carlos recibió un llamado de la maternidad para pedirle que volviera a firmar unos papeles. El sospechó que era algo más. "Corté y le pedí al chofer que frenara, que me tenía que bajar; pero él me decía que no podía frenar en el viaducto. Hasta que le grité que se había muerto mi hijo. Me salió así. Y el chofer paró con cuidado, me pidió disculpas, y nos pudimos bajar".
Para ese entones, Ciro había sufrido un segundo paro cardíaco. "Cuando llegamos nos dijeron que el estado del bebé era muy grave y que tratáramos de quedarnos para ir despidiéndolo. Después de verlo, salí al pasillo y me salieron cosas que venía guardando. Hasta hoy me cuesta mucho", se quebró el papá.
En la Justicia
Carlos tiene buena relación con todos sus compañeros de trabajo del área de Promoción Social y desde allí recibió mucha ayuda y apoyo para seguir adelante. Tras el hecho, presentó la denuncia penal que está en investigación por la fiscal de Homicidios Culposos, Mariana Prunotto. En tanto, el matrimonio está patrocinado por el Centro de Asistencia a la Víctima (CAJ).
En la causa, hay cosas que a Carlos no le cierran. "Se habla de que Angie tenía presión alta, pero eso no es cierto. Nosotros presentamos todos los estudios que le hicieron donde la presión era normal. Los médicos cambiaron todo en su relato", se quejó el hombre.
Al mismo tiempo, se manifestaron conformes con el accionar de la Fiscalía, que rápidamente mandó secuestrar los libros de guardia y la historia clínica. De todos modos, en la causa aún no hay imputados.
"Lo único que quiero es saber qué pasó con mi hijo y que esto no vuelva a pasar. Hay muchas mujeres que se atienden ahí; podría ser mi hija en unos años". dijo Angie, quien gesta un nuevo embarazo, pero no deja de llorar a Ciro.
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