CIUDAD › LA VIGIL: UNA FORMA DE RECONSTRUIR COLECTIVAMENTE UNA HISTORIA DE RESISTENCIA
La comisión directiva de la Biblioteca Popular Constancia C. Vigil lanzó una campaña para recuperar el material publicado antes de la intervención militar de 1977 y desperdigado en la ciudad y la región. Rifas, afiches, libros, todo suma.
› Por Martín Stoianovich
Cuando se ingresa a la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil por la entrada de Gaboto 450, hay que atravesar una serie de pasillos que, con carteles que sirven como guía, conducen al espacio donde se amontonan los libros. Ahí es donde hay lugar para seguir acumulando historias. Después de la intervención militar durante la última dictadura, en febrero de 1977, y sobre todo desde su reapertura en 2013, los y las integrantes de la Vigil encarnaron un nuevo proceso de construcción de uno de los espacios más emblemáticos del barrio Tablada y también de la ciudad. Un proceso que es la continuación de un legado histórico que no pudo terminar la dictadura ni los períodos de vaciamiento político, económico, social y cultural que le continuaron. Por estos días, desde la Comisión Directiva lanzaron una campaña para recuperar y reconstruir el archivo histórico de La Vigil que a lo largo de los años se fue desparramando por la geografía local y regional.
"Todo está guardado en la memoria", dicen desde las redes sociales para promover la recolección de todo tipo de material que haya sido producido y publicado por la institución. Desde talonarios de rifas, afiches, carnets de socios, volantes, hasta los propios libros y demás publicaciones de la Editorial Biblioteca. Los que quedaron hacia el interior de las familias, los que circulan por ferias o librerías de usados, y también los libros que la dictadura pretendió desterrar. Como El fusilamiento de Penina, libro del rosarino Aldo Oliva, del cual en la dictadura se destruyeron más de cinco mil ejemplares. En 2003, revisando los rincones de su casa, un ex integrante de la Comisión Directiva, encontró un ejemplar sobreviviente. Ni siquiera el propio Oliva había guardado uno. En agosto del año pasado la Editorial Biblioteca lo relanzó y materializó así el sueño de seguir creciendo.
Iván Cótica es uno de los tres bibliotecarios que tiene hoy La Vigil y también integrante de la Comisión Directiva. Mediando mates entre libros que sobresalen por distintos rincones, cada vez que se refiere a los años previos y luego de la intervención militar habla de "aquella época". No la vivió, ni tampoco alguno de los integrantes de la actual Comisión. Pero hay una continuación que hace que cada uno y cada una que hoy cumple una función pase a formar parte de la misma historia. "Estamos obligados a hacerlo", dice Iván respecto de la recuperación de lo que llaman el Archivo Vigil. Pero no es una obligación sujeta a los estándares de un trabajo formal. Es, por lo que se palpa en el diálogo y el cruce de ideas, una convicción que responde al sentido de pertenencia. "Como institución sabíamos que es algo que queremos hacer", agrega y dice que el objetivo es "difundir la información y la historia de la Biblioteca".
"Uno de los objetivos principales que tuvo la intervención militar, más allá del robo y el saqueo, fue hacer desaparecer y borrar a la Biblioteca de la historia", cuenta. Acaso el objetivo de cada intervención militar en "aquella época". "El ataque fue principalmente contra la institución, por eso es importante recuperar su historia", suma. También, parte de esa misma historia son las desapariciones de personas vinculadas a La Vigil que dejó en la dictadura la patota del comandante de Gendarmería Agustín Feced. Ocho integrantes de la Comisión Directiva fueron desaparecidos y torturados por más de seis meses en 1977. También los socios, como aquellos veinticinco que hoy continúan desaparecidos.
La idea de recuperar el archivo surge en 2013, cuando una socia, archivista de profesión, hizo la propuesta presentando un proyecto a la Comisión Directiva. Una vez aceptado se puso en marcha y de a poco comenzó a tomar forma.
Por el momento están en etapa de recolección de material. Primero el archivo documental como folletos, rifas, carnets, volantes, afiches, fotos de la comunidad en cualquiera de los espacios del edificio. La invitación a la ciudadanía consiste en donar el material o, en caso de pretender conservarlo, acercarlo a La Vigil para que se haga una copia digital. Luego viene la tarea más compleja de recuperación de libros y material publicado. Desde la puesta en marcha de la Editorial Biblioteca en 1966 se publicaron 92 libros, muchos de ellos reunidos en distintas colecciones.
Iván calcula que faltan unos diez libros de ese total. Algunos, como el que cuenta la historia del anarquista catalán Joaquín Penina, fueron desaparecidos por la dictadura militar. Otros, como los infantiles, Iván cuenta que fueron quedándose en el interior de cada familia. Suponen que también pudieron dejar de existir por su propio uso y paso de mano en mano. "Se rompían rápido, como eran de grandes tiradas, el material no era de la mejor calidad. Se privilegiaba que llegue a todos y sea barato", cuenta. Esto también nutre la esperanza de saber que de los miles de libros que salían para niños y niñas, algunos podrán volver algún día.
La recuperación del archivo lleva implícita otra tarea: recuperar también los lazos sociales hacia el barrio Tablada primero, y luego el resto de la ciudad. Porque aquellos lazos también fueron castigados por la dictadura. Por eso la apertura de la campaña. Lo explica Iván: "Decidimos ampliar la búsqueda a los socios y el público en general, para que la comunidad colabore con la creación y organización del archivo". Pero también a través de otras actividades, como las clásicas rifas que forman parte de la historia de La Vigil. En sus principios, las rifas pagadas en cuotas mensuales con sorteos llegando a fin de año, fueron una forma de juntar fondos pero con el paso de los años su crecimiento se consolidó, tal como explica Iván, como "un motor financiero". Hoy sigue funcionando, para no socios y socios que pueden optar por la rifa independientemente del pago de la cuota de la Biblioteca.
Seguir fortaleciendo la relación de La Vigil con Tablada es un desafío atravesado por la realidad del barrio que fue reconfigurándose en los últimos años, como consecuencia del vaciamiento social, cultural y económico con el que el neoliberalismo atacó a los sectores populares. Iván habla de la diferencia del barrio en "aquella época" con la actualidad. "Durante los sesenta, los setenta, el barrio en general era más humilde. Ahora aumentó el nivel socioeconómico en algunos sectores pero se segmentó más", cuenta. El desafío está en continuar profundizando los lazos con la parte más próxima del barrio, quizás la más emparentada con La Vigil, pero también con los rosarinos de las callecitas y pasillos de Tablada que van modificando la fisonomía del barrio hacia el lado del río y la histórica Villa Manuelita. "Queremos llegar a gente que más lo necesita", dice Iván. Talleres, cursos, y actividades salen de esta Biblioteca Popular como herramientas para otra recuperación importante: la identidad de los vecinos y las vecinas, parte fundamental de una historia que sigue en movimiento.
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