CIUDAD › UNA MUJER SUFRE VIOLENCIA LABORAL TRAS SER VIOLADA CUANDO IBA CAMINO A SU TRABAJO
El 5 de abril, C. fue interceptada por un muchacho cuando iba a trabajar. Estaba en negro en un geriátrico. No tuvo siquiera un día de licencia paga, Ni asistencia médica de parte de su empleador. Ahora, no la dejan volver al empleo.
Revictimizar. Una palabra que toma toda su dimensión en C., una mujer de 44 años que el 5 de abril de este año, cuando iba caminando a su trabajo, fue asaltada y violada en la esquina de Cucha Cucha y pasaje Río Salado. Atinó a subirse el pantalón y fue para el geriátrico de zona sur donde cumplía tareas de asistente geriátrica. Hizo la denuncia, la noticia "policial" se conoció en los medios. Trabajaba en negro. Su empleador le dijo que contara con él, que iba a ayudarla. C. no tuvo ninguna asistencia de ART, o de salud provista por su lugar de trabajo, aunque se tratara de un accidente in itinere, perfectamente encuadrado en la legislación laboral. Ni siquiera faltó un día. Al poco tiempo, empezaron a asignarle tareas que no eran habituales y que ninguna compañera cumplía: debía limpiar y cocinar. Un día, le dijeron que estaban probando otra chica porque no estaban conformes con su desempeño. A C. se le vino el mundo abajo: sus dos hijas dependen de ella. Además, es inquilina. Desde entonces, intentó ingresar para cumplir sus tareas pero se lo impidieron. Le dicen que la van a llamar, y no lo hacen. Hoy, C. depende de la ayuda de amigos y familiares. "Necesito trabajar, necesito el trabajo", repite una y otra vez.
C. recurrió a Aníbal Faccendini, asesor legal de la Asamblea por los Derechos Sociales, que este martes presentará la denuncia por violencia laboral de género en el Ministerio de Trabajo de la provincia.
"El día 5 de abril, salgo para trabajar y en el camino me encuentro con un chico que... me roba con insultos y violencia y después sufro de abuso sexual", relata C., quien afirma: "El chico supuestamente estaba armado, yo no vi el arma porque, la verdad, me paralicé. No había nadie en la calle, llovía, no había nadie".
Cuando terminó el abuso, el joven la amenazó. "Me dijo que yo a él nunca lo había visto... Y yo me fui para mi trabajo, así como estaba. Me recibió mi compañera, le conté lo que me pasó, ella se ocupó de llamar a la policía, le avisó al dueño, después de ahí tuve que ir a la comisaría de la mujer a radicar la denuncia, yo estaba en una crisis de llanto, de nervios, paralizada por el miedo", cuenta sobre esa mañana que su vida viró bruscamente.
Al día siguiente, y después de haber tomado el cóctel de drogas para prevenir el VIH prescripto para víctimas de violación, fue a trabajar, ya que no tuvo ni un día de licencia paga. Para llegar, debía pasar por el mismo lugar. "Lo soporté un mes y me tuve que mudar. Se modificó todo, porque ahora vivo con miedo", cuenta. Hacía poco tiempo que trabajaba en este geriátrico pero tenía seis años de antigüedad en otro, con "las mejores" referencias.
C. alquila. De ella dependen su hija de 19 años, y la de 21, que tiene un niño pequeño y está embarazada. "Soy el pilar para mantener a todos", dice C.
Días después de la agresión sufrida por C. -que muchos medios contaron como un mero policial- la misma compañera -novia del dueño del geriátrico- le dijo que iban a probar otra empleada porque C. "no estaba rindiendo" como ellos querían. "Me dolió porque un tiempo antes de que me pasara esto, mi patrón estaba re conforme conmigo, me lo dijo, que yo era una chica de confianza, que tenía buenas referencias. Y después de lo que me pasó, se dio vuelta todo", lamenta C. Y subraya, como si fuera necesario: "No soy responsable de lo que me pasó".
C. participó de un reconocimiento fotográfico y esperó una respuesta que la Fiscalía le prometió, pero nunca llegó. "Como ADS le pedimos a la fiscal Marianela Martín, que se busquen las pruebas. Por ejemplo, quisiéramos que llamaran a los vecinos, porque hubo ruidos... No queremos que se naturalice que un hecho violento de género quede impune", aportó Faccendini y agregó que "A partir de esta intervención de la ADS se ha logrado asistencia psicológica para C.".
"Siento bronca, injusticia, miedo. A partir de lo que me pasó no puedo descansar, me despierto muchas veces de noche, a veces me duermo dos horas y no duermo más, estoy con miedo de salir a la calle. Y siento de parte de ellos (los propietarios del geriátrico) hubo abandono de persona porque yo siempre les cumplí y ellos me dejaron sin trabajo". En este punto del relato, C. se quiebra. Tengo mucha bronca porque yo nunca les fallé, siempre fui a trabajar a horario, hice las cosas como corresponde".
Para Faccendini, es clara "la situación de violencia laboral que sufre la ciudadana C, a partir de un hecho del que es víctima, y la vuelven a victimizar". Por eso, el abogado consideró que "el vínculo en negro sigue vigente. Estamos planteando que cese esta violencia que ejercen sobre la ciudadana C. Además empleador no está pagando los sueldos ni la ART por el accidente de trabajo en itinere".
Si bien C. quiere volver a trabajar, Faccendini apuesta al pago de la indemnización porque "la experiencia indica que una vez que ejercieron violencia laboral quizás durante un tiempo hacen de corderos pero luego vuelven a insistir, como vengándose de que la ciudadana o el ciudadano ha reclamado por sus derechos".
La ley nacional 26485, sancionada en 2009 y reglamentada en 2011, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, estipula en su artículo 6 inciso c este tipo de violencia.
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