CIUDAD
› Por Hugo Moreno*
El 10 de agosto falleció el historiador argentino Alberto Pla, en Rosario, su ciudad natal. Esta pérdida deja una gran ausencia para todos los que lo conocieron, así como para su hija, Laura, científica de renombre a quien su padre profesaba tanto cariño como una admiración renovada sin cesar. Pocos años antes había muerto Guillermina, su compañera de toda la vida, golpe terrible que nunca pudo asimilar.
Alberto nació en el seno de una familia rosarina acomodada y culta. Su padre, el ingeniero Cortés Pla, socialista, fue uno de los precursores de la Reforma Universitaria de 1918, ese gran movimiento político y cultural que nacido en Córdoba logró un impacto continental.
Los vaivenes de las luchas y las persecuciones, comenzando por la Triple A bajo el gobierno de Isabel Martínez de Perón, obligó a Alberto y su familia a emprender el camino del exilio. Le costó mucho, pero no tenía otra alternativa. Durante los años de la última dictadura (19761983) se instaló primero en Caracas, donde fue profesor en la Universidad Central de Venezuela. A partir de 1982, inició la etapa de México, esta vez en la Universidad Autónoma de Puebla. Los años mexicanos los recordaba siempre con una gratitud imperecedera. Finalmente, la caída de la dictadura, a fines de 1983, permitió el regreso a Argentina en 1985. Desde 1984 fue uno de los fundadores de la revista Cuadernos del Sur, cuyo editor fue José María Iglesias, también exilado en México. En toda la primera etapa Pla colaboró activamente.
Fue una vida ejemplar que se apagó en sus 82 años. Una vida bien vivida, digna y fecunda.(Fragmento).
*Docente-investigador en la Universidad de Paris 8, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso. París, 14 de agosto 2008.
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