SOCIEDAD › DESDE EL EJéRCITO A LA EMPRESA
› Por Claudio Socolsky
Vecino de Arroyito, aunque ajeno totalmente a la pasión futbolera que genera el barrio, Bertelegui vive desarrollando proyectos con la particularidad de diseñarlos mentalmente; sólo los lleva a la práctica cuando está totalmente convencido de su utilidad. Casado, con dos hijas -la mayor, estudia ingeniería en sistemas, y lo ayuda con sus proyectos; la menor, quiere ser médica forense, por tal motivo está estudiando, al mismo tiempo, abogacía y medicina- la imagen de Bertelegui, que acaba de cumplir 58 años, no coincide con la figura estereotipada del inventor. Dice que le gusta vestirse "así nomás; salgo a la calle todo zaparrastroso", y que muchas veces debe esconder ropa y zapatillas viejas para que su familia no se la tiren a la basura.
Desde el prototipo de plato volador cuando tenía 10 años -diseñado con dos motores pequeños, e impulsado por cohetes, en consonancia con su pasión por la cohetería-; hasta la primera idea patentada hace ocho años -un disco que trabaja con doble púa para que canten las muñecas- el egresado de la Escuela Técnica N° 2 vive obsesionado con el desarrollo de sistemas aplicados a la seguridad.
Uno de los más reconocidos es el que presentó en su momento para la problemática de los robos a los taxis; una cámara de video que transmite en tiempo real lo que ocurre en el habitáculo. La burocracia, y otros detalles que prefiere guardarse, dejaron a su sistema -que están a punto de implementar a través de una franquicia en España, Alemania y España- en un segundo plano.
Bertelegui contó a Rosario/12 que en su adolescencia ingresó al Ejército, y por medio de un conocido lo trasladaron a la SIDE. "Llevaba y traía papeles todo el tiempo", dice para graficar su corto período como agente de inteligencia. Al poco tiempo, Bertelegui pasó a cumplir funciones en el ministerio de Gobierno provincial como administrativo, y luego recayó en la Alcaidía de Menores, donde se interesó por la problemática de los menores en conflicto con la ley.
Se apasiona con el tema, pero augura un futuro sombrío. "Esto es progresivo, y no la van a poder parar. Este es un problema social, que no se resuelva poniendo más policías. A los chicos hay que entusiasmarlos con algo, y a la gente cadenciada tienen que darles terrenos para que trabajen en quintas", dice Bertelegui, quien curiosamente, con la llegada de la democracia, pidió una licencia sin goce de sueldo por seis meses, para nunca más regresar.
Paralelamente a sus desarrollos, Bertelegui llegó a tener una empresa de montajes, que empleaba a 120 operarios. "Hasta que Menem me fundió", recuerda Bertelegui, quien luego tuvo un derrotero por varias industrias como Acindar y Electroclor, siempre relacionado con el desarrollo sobre temas de seguridad. Uno de sus principales clientes es el supermercadista Alfredo Coto.
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