CIUDAD › JóVENES QUE INTERPRETARON AQUELLAS BANDERAS DE AYER
› Por Leo Ricciardino
Una de las característias más sobresalientes del Equipo de Investigación por la Memoria Político-Cultural que trabajó en torno de El Pozo; es la gran cantidad de estudiantes universitarios y terceriarios muy jóvenes. Muchos llegaron a esta experiencia con poco y nada de conocimiento previo de la historia de los '70, otros con algunas caracterizaciones más o menos generales. Pero al final del trabajo, todos se fueron con la sensación de haber comprendido mucho más profundamente el pasado y -sobre todo- de haber sido ellos también de alguna forma, partícipes de un proyecto colectivo.
Josefina Baster cuenta que "el único contacto que teníamos con esta historia, con esta realidad de este centro clandestino, eran los papeles. Así comenzamos a reconstruir el funcionamiento del lugar, por lo que ellos decían y nosotros leíamos; pero después surgió la necesidad de conocerlos a los ex presos, saber más acerca de sus historias personales. Saber, por ejemplo, quién era la que decía tal cosa, quién el contaba tal otra.
A partir de allí surgió una especie de idealización de parte nuestra hacia los sobrevivientes que, bueno, hasta me parece que fue un proceso lógico que después fue derivando en ordenar todo ese material dentro de un contexto más lógico y real".
-Pero ustedes, ¿tenían un contexto básico histórico acerca del período que abordaban, de lo que fue la década del '70?.
-Bueno, una de las estrategias metodológicas fue precisamente esa: Trabajar primero desde nosotros, qué sabíamos de esta historia, qué teníamos de esta historia, por la familia, qué habíamos leído. Eramos todos de entre 20 y 30 años y de alguna manera algo teníamos que ver con esta historia, pero siempre desde distintos lugares.
Otra de las jóvenes que participó del proyecto, Mariana Tovo, también relató su experiencia a Rosario/12. "Cuando empezamos a escribir uno de los capítulos del libro, casi todos teníamos una historia muy cercana en el vínculo con la dictadura. Y sin embargo, todos como generación nos sentíamos afuera de la historia, del proceso de esta historia. Este tipo de metodología de investigación es muy bueno porque te hace primero anclar lo histórico para poder después empezar a trabajar. Eso un poco también nos pasó con los ex presos, cuando empezamos a trabajar con ellos".
-En algún momento, ¿pensaron que a los sobrevivientes le había pasado las cosas que le pasaron a la edad que ustedes tienen ahora?- se le preguntó a Mariana.
-De hecho sí. Cuando empezamos a leer los testimonios esa era una de las primeras cosas que surgía, leíamos los documentos y por ahí surgía una foto y nos llamaba la atención la juventud de los protagonistas. Además era como que cafa vez se comenzaba a personificar ese sujeto que en la escritura aparece casi como una abstracción. Hasta que después llegamos a vincularnos directamente con algunos de ellos.
José Rubio aclaró que dentro del grupo él era uno de los más "viejos". "Lo que quiero decir con esto es que cuando vuelve la democracia y me comienzo a hacer las preguntas lógicas sobre lo que había pasado, esa pregunta siempre era esquivada por los mayores. En mi caso en particular yo provengo de una familia que no eran militantes, y lo que precisamente termino buscando es a la gente que estuvo más involucrada en ese pasado que me interesa desentrañar. Era como una cosa que yo sentía sin darme cuenta y el encuentro con todo este grupo de investigación fue colmando de a poco todas estas expectativas que yo tenía", concluyó.
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