CIUDAD › CóMO ES VIVIR EN CABíN 9, EL BARRIO MáS AFECTADO
› Por Evelyn Arach
Ya son siete los casos de dengue detectados en Cabin 9, un barrio pobre de la localidad de Pérez que limita al este con Rosario. De ese total cinco son autóctonos y hay 26 casos sospechosos en estudio en el CEMAR. La propagación de la enfermedad allí es más propicia, porque prácticamente ninguno de sus 16 mil habitantes tiene agua potable. Para consumir, cocinar o bañarse la mayoría utiliza una bomba extractora y acumula el agua en tachos y baldes. Las autoridades sanitarias temen que en esos recipientes sobrevivan las larvas del Aedes aegypti y sigan multiplicándose los casos por lo que han incrementado los operativos de bloqueo. Rosario/12 recorrió las calles del barrio y habló con pacientes enfermos de dengue que cuentan su historia.
Apolinaria Rojas recibió al diario en su casa ubicada en calle Guayacán, a pocos metros de un extenso basural. En la pequeña vivienda residen ella, su esposo y algunos de sus 11 hijos. Apolinaria, de 52 años, cuenta que hace tres semanas cuando ella y su hija Natalia llegaron de Campo Largo, una localidad chaqueña ubicada a pocos kilómetros de la ciudad de Saenz Peña, experimentaron fiebre y terribles dolores de hueso. "Al principio pensamos que era gripe y no quise ir al médico, tomábamos medicamentos pero cada vez nos sentíamos peor", relató. Tras una consulta, las autoridades sanitarias les confirmaron que ambas estaban infectadas con el virus del dengue y debieron permanecer internadas durante una semana en el Hospital Roque Saenz Peña de Rosario. Ese fue el primer caso que se conoció en Pérez.
En Campo Largo, Apolinaria tiene a toda su familia y asegura que allá el dengue "es lo más común". "Casi todos nuestros parientes están enfermos, los internan en la casa porque en el Hospital ya no hay lugar. Nosotras fuimos para ayudar a cuidarlos pero nunca pensé que podía enfermarme", explicó. Su historia es similar a la de la mayoría de las familias de Cabin 9, que son originarias de Chaco y están migrando constantemente. "Muchos traen a sus familiares que están enfermos de dengue a sus propias casas para atenderlos porque aseguran que los servicios de salud allá son pésimos y acá tienen la posibilidad de acceder a los Hospitales de Rosario. Hemos hablado con muchas familias para explicarles los peligros de contagio, pero así y todo siguen viniendo", expuso con preocupación el secretario de salud de la localidad de Pérez, Mauricio Morera.
Al respecto la concejal del Frente para la Victoria, Alicia Ramírez, que vive en Cabin 9 desde hace 30 años opinó que "sabiendo que el mosquito del dengue esta acá desde hace años tendrían que haberse realizado tareas de prevención y concientización mucho antes, porque esta es una comunidad de gente del norte que migra permanentemente".
Las condiciones de vida de Cabin 9 son igualmente precarias. La necesidad de almacenar agua en baldes, tachos y todo tipo de recipientes es un verdadero peligro en estas circunstancias. "Les pedimos que los limpien y cambien el agua de forma constante para que no crezca allí ninguna larva. Tenemos la misión de insistir con esto, porque la verdad es que esta situación no va a terminarse ni siquiera con el frío. La larva resiste y en agosto o septiembre va a volver la enfermedad", vaticinó Morera. Por su parte, el intendente Darío Corsalini aseguró que las obras para llevar una red de agua potable al barrio ya están licitadas y comenzarían en un mes.
Apolinaria, al igual que el resto de los pacientes con dengue del barrio ya ha pasado el período de contagio. Pero igual explica que se siente débil, que casi no tiene fuerzas y ha perdido varios kilos en estas tres semanas. Natalia, que además padece síndrome de down, también se recupera lentamente. Antes de despedirse reflexiona: "Llegué hace once años decidida a que mis hijos no pasaran por lo que yo sufrí en el Chaco: el clima, la falta de trabajo, las enfermedades... No pensé que acá también iba a haber dengue".
Las autoridades sanitarias explican que desde el lunes pasado realizan bloqueos con fumigación y descacharrerío en torno a todos los casos sospechosos en el lugar. Pero además con la ayuda de los referentes barriales y unos 35 jóvenes de la escuela de paramédicos se relevaron a unas 9700 personas en 2400 viviendas. En ese marco encontraron 81 casos de fiebre y se tomaron 26 muestras de sangre que están en estudio.
La falta de agua potable es un verdadero problema estructural, pero no el único que existe. Las carencias se multiplican a lo largo y ancho de este barrio que es una pequeña ciudad con idiosincrasia propia. De las 300 cuadras que tiene, solo 16 están pavimentadas pero hay que transitarlas lentamente porque los pozos y baches son interminables.
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