Dom 19.03.2006
rosario

CIUDAD

Todas juntas resistieron

Es difícil escuchar sin admirarles la fortaleza a las rosarinas que forman parte del libro "Nosotras, obra colectiva, testimonio de 112 prisioneras políticas, 1974-1984". Hay una historia que pinta lo que puede la voluntad de resistir. Por esos años, se produjo una ola de calor muy fuerte en el país. Se suspendieron las clases, y los guardias se desmayaban por las altas temperaturas. A las detenidas de la cárcel de Devoto las pusieron en celdas de castigo, y les cortaron el agua. Algunas entraban en pánico por el efecto del tremendo calor. Estaban obligadas a llevar el corpiño, una remera y la chaqueta de mangas largas. Pero ellas oponían resistencia. Improvisaban clases de gimnasia para no pensar en el calor, siempre con la cabeza debajo de la mirilla, para que los guardias no pudieran adivinar lo que hacían. Resistieron, hasta que llegó la lluvia. Y se terminó el castigo, volvió el agua. "Nunca me voy a olvidar el olor a podrido en la piel cuando nos sacamos la ropa", cuenta Margarita Irurzun. La historia la completa Cristina Bolatti: "A los pocos días, una de nuestras compañeras va a la enfermería y ve que había un enorme acopio de frascos de suero y sales minerales. El encargado le cuenta que esperaban una avalancha de descompuestas por golpes de calor". Habían previsto que deberían trasladarlas por las condiciones agravantes a las que fueron sometidas. "Qué boludas, cómo no fuimos", dice ahora Ana Esther Koldorf. Es que ninguna llegó durante esos días a la enfermería. Todas resistieron.

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