CIUDAD
Miguel Angel Kruppa declaró ayer en la causa Díaz Bessone por la desaparición de su hermano, Carlos Kruppa. Dormían en la misma habitación, habían ido juntos en moto a los carnavales de Victoria, eran muy unidos. En la madrugada del 16 de julio de 1976, una patota irrumpió en la casa de General López 143, frente a la Fábrica de Armas, en Fray Luis Beltrán. Gritaron: "Kruppa, abrí, es la policía". Cortaron la luz, entraron encapuchados, con linternas. En la casa dormían los padres y los dos hermanos. "Se comieron todo, robaron herramientas de nuestro taller mecánico, se llevaron un rifle de aire comprimido que era mío", recordó ayer Miguel Angel sobre la última vez que vio a su hermano. Estuvieron a punto de llevarlo a él también, pero uno de los represores dijo que no, que era muy chico. Miguel tenía 18 años y Carlos, 22. Pese al frío penetrante de julio, a Carlos lo sacaron en calzoncillos.
Carlos trabajaba en la Municipalidad de San Lorenzo, era chofer, y "frecuentaba mucho una unidad básica de la Juventud Peronista", contó ayer su hermano. Junto a su padre, buscaron en todos los lugares posibles: los tribunales federales, los provinciales, la cárcel de Coronda, la ciudad de Santa Fe. Nunca más supieron qué había pasado con él. La madre se sumió en una depresión persistente.
En la audiencia del martes 15 de febrero, otro de los detenidos del cordón industrial, Luis Lapissonde, recordó haber visto a Kruppa en el centro clandestino de detención que funcionó en la Fábrica Militar de Armas de su ciudad. Ayer, Miguel Angel Kruppa dijo que hubo 5 desaparecidos de Fray Luis Beltrán. "Luis Lapissonde desapareció pocos días después de mi hermano, pero volvió", dijo Kruppa.
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