Aquella mañana, una semana antes de los actos oficiales por el Día de la Bandera en Rosario, el secretario de Gobierno Juan Carlos Zabalza vió entrar a su despacho, de uniforme, al coronel Luis Chizzini Melo y un frío le corrió por la espalda. El intendente Miguel Lifschitz estaba fuera de la ciudad. Así que cuando escuchó que se había recibido una orden superior para suspender el tradicional desfile militar y jura de la bandera en el Monumento; no dudó sobre lo que tenía que hacer.

Zabalza no desconocía el enrarecido clima militar que habían destacado los medios a partir de los actos por el Día del Ejército en Buenos Aires. Decidió consultar el tema con algunos funcionarios cercanos y deslizar lo que había ocurrido a algunos periodistas de confianza.

Así, la versión llegó a oídos de la ministra de Defensa Nilda Garré que desde el principio no estuvo dispuesta a tolerar lo que pasaba. El general Bendini, poco afecto a las declaraciones, salió aquel día a aclarar el tema por los medios rosarinos que estuvieran dispuestos a consultarlo.