¿Cómo está usted, lector? ¿De vacaciones? ¿Está tal vez en la playa, gozando del sol, el mar, la arena, el protector solar, los sánguches de milanesa, los chicos propios y ajenos que corean “comprame, comprame”, las hermosas mujeres (o varones, cada uno sabrá) que hacen subir la temperatura, el placer de compartir unos días en pareja, familia, familia ampliada, ensamblada, amigos, consorcio, grupo de terapia, colegas, hinchada o simplemente la soledad, elegida o no?

¿Está usted con la persona con quien comparte sabores y sinsabores, amores y deseos, sueños y realidades, sea en la realidad o en la virtualidad del ciberespacio donde toda utopía es posible, aunque no deja de ser utópica?

¿Fue usted al lugar que siempre deseó visitar, o al que elige año a año para pasar sus vacaciones dada la presencia de amigos, el clima o el paisaje que le hacen sentir que ése es “su lugar en el mundo”, o “el más barato”, o “no sé, de estas cosas se encarga mi mujer/marido/suegra/representante/padre/madre/inconsciente”?

¿Se siente en paz rodeado de los seres que lo quieren, que lo aman, que lo apasionan, que lo acompañan en la vida, en las buenas, en las malas y en las más o menos? ¿O rodeado de vendedores de panchos, barquillos, café, milanesas, tensiómetros, predicciones apocalípticas, promesas electorales vencidas, excusas y belleza ficticia?

¿Es éste un momento lúdico? Puede usted imaginar, soñar, ver en esa nube que se cruzó de pronto la forma de una salida económica para la crisis europea?

¿Se ríe usted, lector? ¿Sí? ¡Qué bueno! Porque la idea de este suplemento es ésa, que usted se ría, mientras, de vacaciones o no, nos metemos en este febrero.

Hasta la semana que viene, lector.