› Por Rudy
Lector, lector, ¿qué hacemos? ¡Recién pasó una semana, una sola semana, todavía falta toda otra semana más con los chicos en casa haciendo despelote todo el día, los adolescentes en casa haciendo despelote toda la noche, y los postadolescentes en casa haciendo despelote sin saber si es de día de noche!
Usted preguntándose “por qué no me habré ido a alguna parte” y respondiéndose “porque hubieran venido todos conmigo y tendría ese mismo despelote en otra parte”.
Y su mujer, su marido, su novia/a, su concubino/a, amigovio/a, tach-and–govio/a o lo que sea, del mismo o diferente raza, sexo, credo o color, pondrá su mejor cara de tujes, de esas que no dejan el menor lugar a la duda, y le dirá sin palabras: “Nos deberíamos haber ido a alguna parte” o “¿Falta mucho para que terminen estas –digamos, para ser políticamente correctos– ‘desesperantes’ vacaciones de invierno?”.
Bueno, dirá usted, ¿qué les pasa? ¡No todo es así, no siempre es así! ¡Tiene usted razón, lectora, tiene usted razón! A veces es peor, porque los parientes políticos que viven en Jujuy, Santa Cruz o Chaco “se dieron una vuelta” por la Capital (o viceversa, depende de donde viva usted) y se alojaron en su casa “por unos pocos días”. Con lo cual, al quilombo propio, se le suma el importado... Uy, no, perdón, dije importado... ¡Me confundí con los vasitos de café! No, el quilombo es nacional, pero federal, representativo y levemente republicano.
Pero puede ser que la familia, la suya, la de ellos, toda, decida “ir a pasear”. Entonces se encontrará con que “todo está lleno”, incluidos sus testículos, más llenos que nunca. Habrá cola para ir al baño, para comprarse el sánguche, para ver la película, o para ir con el sánguche al baño del cine.
¿Y vio, lector, que en estos días “todo” es “para niños”? ¡Obras de teatro para niños, cine para niños, festivales de música para niños, comida para niños, política para niños, economía para niños, películas prohibidas para menores para niños... ¡tendría que haber “adultos para niños”! Pero claro, lector, a nosotros no nos puede fabricar, o no somos rentables, vaya uno a saber.
Pero no se preocupe, lector, ¡siempre hay cosas que hacer con los hijos! Mire: cuidarlos, alimentarlos, cambiarles los pañales, retarlos, mimarlos, preguntarles si ya hicieron pis, si “éstas son horas de llegar”, preguntarles si se pusieron el saquito, preguntarles si se pusieron el preservativo, asustarse por el muchacho/a con el/la que su hijo/a sale, quejarse porque nunca está en casa, quejarse porque siempre está en casa, preocuparse porque no tiene amigos, preocuparse por los amigos que tiene, decirle que le convendría ir a un psicoanalista, decirle que para qué va a ir a un psicoanalista si tiene a sus padres que tanto lo quieren y comprenden, etcétera.
Bueno, lector/a, ahora los vamos a tener que dejar; es que parece que uno de nuestros pequeños tiene ganas de hacer chistes, y no lo podemos dejar que se los haga encima, ¿no?
Hasta la semana que viene.
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