¿Cómo le va, lector, cómo está? ¡Feliz cumple! Sí, lector, en un día como hoy, o sea un sábado de septiembre (para ser más precisos, el primer sábado de septiembre de 1987), apareció por primera vez este suplemento de humor.

Aquella tapa se refería a las elecciones legislativas y de gobernadores que se iban a llevar a cabo el día siguiente, El presidente era Alfonsín, la moneda era el austral, el ministro de Economía era Sourrouille, y Cavallo se presentaba a diputado en Córdoba, luego de haber sido quien estatizara la deuda privada durante la dictadura, pero mucho antes de la convertibilidad, el megacanje, el blindaje, el corralito y otras pesadillas.

Hoy cumplimos los 27 y seguimos viviendo en la casa de nuestra familia, o sea, el diario, que desde entonces nos envuelve, nos protege, nos da un lugar muy especial, el lugar del humor.

Y desde este lugar del humor lo vamos acompañando, lector, y usted a nosotros. Venimos riéndonos juntos casi tres décadas. Nos conocemos, sabemos qué nos gusta y qué no nos gusta. Por ejemplo, tenemos claro que preferimos reírnos de los poderosos antes que de los débiles, de los victimarios y no de las victimas, de lo que alguien dice o hace, pero no de lo que alguien es.

Y sabemos, lector, y usted con no-sotros, que la historia, la memoria, el recuerdo, son una, o “la”, clave de nuestra comunicación. Para saber de qué hablamos, de qué nos reímos, queremos saber de dónde venimos, por qué algo es ridículo, por qué algo no lo es. Qué pasó antes.

Y así, este suplemento, como tantos otros, como los que evocaron la Primera Guerra, el 25 de Mayo, el asesinato de JFK, la dictadura, la democracia, la Asamblea de 1813, el Mayo del 68...

El 1º de septiembre de 1939, o sea hace exactos 75 años, comenzó (o, podemos decir, continuó) uno los períodos más nefastos de nuestra historia. Alemania, gobernada por el nazismo, desde 1933 invadió Polonia, inaugurando así la Segunda Guerra Mundial.

Ya había invadido Checoslovaquia, ya había anexado Austria, ya había apoyado al franquismo en la Guerra Civil Española, ya había perseguido a los judíos, a los gitanos y a todos los que no eran “arios puros”, en su propio país, bajo la atónita (si somos bondadosos) o cómplice (si somos un poquito más malos) mirada de los gobiernos europeos.

Ahora, iban por todo. Y el mundo entró en una guerra que iba a terminar recién seis años después, y con 60 millones de muertos.

¿Cómo fue posible que esto pase? Dicen que la inteligencia humana tiene límites, pero la estupidez, no. Quizá la ambición, tampoco.

Nosotros, como desde hace 27 años, apostamos a la memoria, a la evocación, a la reflexión. Y, como siempre, lo hacemos a través del humor, de los chistes.

Hasta la semana que viene, lector.