› Por Rudy
Lector, ¿cómo anda, cómo le va? Se lo pregunto porque seguramente usted sabe cómo anda. Y si no lo sabe, alguien que lo vea de pronto por la calle le dirá; “ ¡Che, andás bien, vos, eh!” o “¡Guau, se te ve bien, che!” Este semblante suyo se podrá predecir a través de su aspecto, su sonrisa, sus gestos, su ropa, su auto, la gente que lo acompaña o no, sus colores, sus actitudes, su “look” su “aura” o tantas cosas suyas que nos dicen algo sobre usted.
Pero su amigo querrá saber algo más, y es probable que le pregunte “y por casa, ¿cómo andamos?”. Pregunta que remitirá a su situación familiar. O bien suele ser una manera de evitar la respuesta, preguntándole al otro por lo mismo que el otro quería saber de usted.
Pero a veces no es un amigo sino “el médico” el que inquiere por usted. En este caso probablemente no se referirá a su estado financiero, o anímico, sino seguramente a su colesterol, glucemia, presión arterial y esas cosas que –no entendemos por qué– excitan la curiosidad de los galenos, a quienes felicitamos en su día, que fue el miércoles pasado, con este texto: “En este día, felicito de todo corazón a mi cardiólogo, con todo el deseo inconsciente a mi psicoanalista. A mi clínico lo felicito 33, 33, 33 , 33 veces. A mi infectólogo lo saludo cada ocho horas. Corro a felicitar a mi deportólogo. A mi nutricionista lo felicito para el desayuno, el almuerzo, y más levemente para la cena. A mi oftalmólogo lo FELICITO. A mi urólogo, una felicitación con mucho tacto. Y a mi proctólogo... sin rencores”.
Disculpen la interrupción, lectores, pero es que si no felicito a los médicos me pongo ansioso, y eso me enferma.
Volvamos entonces al doctor, que ya debe haber terminado de atender a su paciente anterior, y nos toca a nosotros, lector.
Bueno, decía que el médico, además de preguntarle cómo le va, lo averigua, con eso que llama “estudios”.
Y usted va en ayunas a que le saquen un poco de sangre, que es todo un “veraz” a nivel corporal. Así el médico se entera si su hígado es buena garante, si se le puede dar un crédito a su estómago, si los glóbulos rojos transportan bien, si sus inmunoglobulinas lo defienden de posibles agresores, si sus hormonas le están fallando. Todo. No hay contador que pueda hacer una truchada, aunque a veces los laboratorios... pueden fallar.
¿De qué trata todo esto, lector? De saber cómo le va. Pero es posible que usted no quiera que nosotros sepamos cómo le va. Que usted nos diga “ bien” como para zafar, y no nos quiera contar que se acaba de pelear con su quinta ex esposa en lo que va del año, que no aprobó las materias necesarias para zafar, que lo que gana le alcanza para llegar a fin de mes siempre que el mes termine el día 12, que se morfó solito todos los bombones que Pérez compró en el freeshop “para los compañeros de laburo”, que Juan no le da más bola, que en una fiesta conoció a su nuevo ex, que sus padres/hijos le tienen muy llenos todo lo que puedan llenarle...
Sí, es posible que usted no tenga ni cinco de ganas de que nos enteremos de nada de eso. Que crea que “su intimidad es su intimidad”. Es posible que no entienda a esos/a que se sacan fotitos de toda clase al solo efecto de postearlas en las redes sociales, así todos nos enteramos cuán feliz/triste/aburrida/sinsentido/cool/anodina es su vida. Mejor dicho, aquella vida que quiere que veamos, porque la verdad no está en FB, digámoslo de una vez.
O sea, si seguimos este razonamiento, hay una “vida real”, que está oculta, y una “vida virtual” que está a la vista. Es como que lo que uno pone en las redes sociales sirve para ocultar la verdadera vida de cada uno, que está... ¿en Suiza?
¿Será así?
¿Tendrán muchos argentinos una vida secreta en Suiza? ¿Será que todo lo que mostramos, lo que compartimos con amigos, parientes y cercanos, es sólo a los efectos de engañar a la AFIP (Asociación Freudiana Inconsciente Psi), pero nuestra verdadera vida está en Suiza, mustiada por Jung, en un banco?
No lo creemos. Creemos que usted nos muestra lo que es, lo que tiene, que además “no tiene por qué mentirnos”, salvo que sea usted un “gran evasor”, pero no, no creemos eso.
Ahora, cuando ya no se trata del “cómo le va, lector” sino de las cuentas secretas que algunos tienen en las tierras de Guillermo Tell, y que se están investigando, la cosa cambia.
Y de esto trata este suplemento.
Nos vemos el próximo sábado, lector.
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